sábado, 4 de julio de 2009

Pequeña reflexión

Reflexionando hace unos días sobre el bien y el mal se me vino a la cabeza una cosa que, sé que no es nada nuevo, pero voy a compartirlo con vosotros.
Pensaba que el mal se cuela por cualquier sitio; como agua entre las manos. Sólo hace falta que entre una gotita para que entre el resto. Es rápido, ruidoso, y aparentemente exitoso. En contraposición tenemos el bien. Actúa lento, es muy silencioso y aparentemente es el perdedor del juego. Los que queremos estar al lado del bien, tenemos que aprender a vivir con mucha humildad, paciencia, confianza en Dios y ser constantes. En ocasiones, cuesta porque parece que todo nos sale mal, pero… ¿nos sale mal de verdad? El Señor hizo al hombre de barro, pero seguro que usó agua para modelarlo. Ese agua que se cuela, como decíamos antes, por toda grieta o simplemente entre nuestras manos. En esta reflexión estamos usando agua como sinónimo de mal, pero ¿no estamos entonces en una contradicción? No creo. Aunque parezca lo contrario, con el mal podemos obtener virtudes que sin él, quizás nunca podríamos tener. En la lucha contra el mal, en la lucha con las tentaciones es donde nos hacemos fuertes, virtuosos y nos acercamos más a Dios. Por eso el mal no está ahí por casualidad y por eso mismo, aun sabiendo que el mal no nos beneficia (aparentemente), Dios lo permite para que crezcamos. Sólo tenemos que tener los sentidos muy abiertos para no aceptarlo, sino rechazarlo y usarlo para nuestro bien.
Dios os bendiga.

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