sábado, 3 de abril de 2010

Sábado Santo. La soledad de María

Después de haber celebrado la Cena con Jesús. Haber seguido su Pasión y Muerte; hoy, sábado, es un día de luto inmenso. Jesús está en el sepulcro. Esperamos con ansiedad la noche más importante del año. La noche más grandiosa, en la que Cristo resucitará.
Mientras, queremos estar con la Santísima Virgen, acompañarla en su dolor y, sobretodo, en su soledad.

Stabat Mater

Estaba la Dolorosa,
al pie de la Cruz, llorosa,
donde pendía el Hijo.
Su alma gemía de dolor
y una espada traspasó
su pecho afligido.

¡Cuán triste e inconsolable
quedó esta bendita Madre
del Hijo Unigénito!
¡Como se dolía María
mientras las penas veía
de su primogénito!

¿Quién podría sin llorar
a esta Madre contemplar
en tanto tormento?
¿Y quién no se entristeciera,
Madre piadosa, si viera
vuestro sufrimiento?

Por los pecados del mundo,
vio a Jesús en tan profundo
suplicio y flagelo.
Vio a su Hijo dulce y amado
ir muriendo desolado,
sin ningún consuelo.

¡Oh Madre, fuente de amor!,
haz que sienta tu dolor
y llore contigo.
Haz que arda mi corazón
amando a Cristo, mi Dios,
mi divino amigo.

En mi alma, Madre, te ruego
que imprimas a sangre y fuego
las llagas de tu Hijo.
Haz que comparta las penas
que el alma de Cristo llenan
en el Crucifijo.

Deja que contigo llore
mientras viva, los dolores
de Cristo sufriente.
Junto a la Cruz del amado
quiero estar siempre a tu lado
y llorar su muerte.

No rechaces lo que pido
déjame llorar contigo
Virgen clara y santa.
Haz que lleve en mí la muerte
de Jesús y que su suerte
y llagas comparta.

Que con sus llagas sea herido
y me embriague la Cruz, pido
por amor a Tu Hijo.
Que inflamado y encendido
Por Ti sea defendido
en el día del juicio.

En la hora de mi partida
dame Jesús, por María,
lo que más preciso:
cuando mi cuerpo esté muerto,
lleva mi alma al dulce puerto
que es tu paraíso. Amén.


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