domingo, 20 de junio de 2010

Juguemos limpio

Desde siempre me ha gustado el baloncesto. Cuando estaba en el colegio salía corriendo el los recreos para coger una pista y empezaba a hacer los equipos para no perder tiempo, y así empezar cuanto antes. Incluso los días que llovía, era el típico loco que jugaba solo, no me importaba mojarme, la lluvia no impedía que pudiera disfrutar de lo que más gustaba hacer: jugar a baloncesto. Jugué las ligas entre colegios, jugué campeonatos de verano en mi localidad, jugué en ligas provinciales, jugué en la liga universitaria... jugué siempre que pude. Pero, aunque estuviese jugando o entrenando, incluso con la única compañía de balón, todo me lo tomaba en serio. Intentaba no infringir ninguna regla del juego. Recuerdo que, en algunos recreos, había días que jugaban con nosotros compañeros de clase, que iban un poco "a su bola". Si tenían que usar los pies, lo hacían. Si tenían que botar con dos manos, lo hacían. Eso me ponía de los nervios, porque yo no podía disfrutar. Ellos no se lo tomaban en serio y yo sí. Quizá yo fuese demasiado exigente, pero tenía la ilusión de poder jugar algún día en un equipo profesional, y no podía andar perdiendo el tiempo de esa manera.
Lo cierto es, que hoy día veo que está pasando algo parecido en el grupo de oración al que pertenezco. Hay algunos que quieren seguir las reglas, las normas, las leyes... y otros que van un poco "a su bola", cogiendo lo que me interesa de aquí, otro poquito de allá, y lo otro que no me interesa para nada, no lo cojo. Desgraciadamente, así no se pude ir. Las normas están para algo, no para hacer lo que queramos e infringirlas cuando no nos interese. Siento esa misma sensación que cuando jugaba con aquellos compañeros que destrozaban los partidos con sus travesuras. Impotencia porque no se lo tomaban en serio.
Eso de mezclarme con los "anti-normas" me desequilibra, porque cuando ellos quieran jugar un partido en serio, me va a costar creerles, y a lo mejor, preferiré jugar sólo o con tres personas más, que mal acompañado.
Los grupos de oración necesitan unidad, porque así es como se hacen fuerte, y pueden ganar partidos. De otra manera, empiezan a perder seguidores, incluso jugadores que prefieren irse a otro equipo, aunque sea más modesto, para poder jugar en serio y hacer bien su trabajo.
Oremos por nuestros grupos de oración. Pidámosle al Señor que se encargue de hacer los equipos. Él, que es el más justo de los justos, sabe más que nadie de nuestras necesidades para que exista unidad y nuestra oración llegue con fuerza al Padre.
Si queremos jugar... juguemos limpio.
El Señor os bendiga.

domingo, 6 de junio de 2010

Corpus Christi

Hoy celebramos la festividad del Corpus Christi. Es la fiesta de la Eucaristía por excelencia. Todos sabemos que esta fiesta se remonta al siglo XIII. En el año 1264 un sacerdote dudaba sobre la transustanciación, esto es, el milagro que sucede diariamente en la Eucaristía, cuando el pan y el vino se convierten en Cuerpo y Sangre del Señor. Así pues, Dios le manifestó que no era mentira, que lo que allí acontecía era cierto y que lo que él pensaba que era pan, era el Cuerpo de Cristo. Cuando celebraba misa, milagrosamente la Sagrada Hostia sangró, llenando el corporal de la Sangre preciosa de Jesús. Estos hechos llegaron a oidos del Papa, en aquel momento era Urbano IV, el cual, tras las comprobaciones oportunas, en las que colabora Santo Tomás de Aquino y San Buenaventura, instituye la solemnidad del Corpus.
Pues bien, ante estos pequeños apuntes, que nos recuerdan los orígenes, debiéramos ser nosotros los que no dudáramos de tan gran milagro. Y es que hoy salía Jesús, el mismo Cristo, por nuestras calles. Era el mismo Dios, el mismo que murió en la cruz por nosotros, el mismo que sanó a los enfermos, el mismo que resucitó a su amigo Lázaro, el mismo que enseñaba en la sinagoga, el mismo que dió de comer a miles de personas con cinco panes y dos peces, como nos dice hoy su Palabra. De hecho, la foto es de un momento en el que Jesús estaba en la calle hoy. Pues siendo el mismo, a mi me ha dado la impresión, que pocas personas se percataban de ello. He visto a más personas y con más fe (si podemos llamarlo así) en una procesión de Jueves Santo que hoy ante el Santísimo. Y aunque yo sea cofrade, en el fondo, lo que sale a la calle en un paso, no dejan de ser imágenes. Sin embargo hoy, era el mismo Jesús, que salía a repartir bendiciones y se ha encontrado con un montón de gente, pero más que acompañándole, hablándole, o simplemente mirándole, estaban viendo un espectáculo mientras tomaban una cervecita en la terraza de un bar, "un pequeño acto en la calle que organizan los curas". Hoy Jesús salía a nuestro encuentro y le hemos dado la espalda una vez más, o lo hemos ignorado, o simplemente no queremos ni saber quién es. Pero cuando nos vienen los problemas, o las desgracias, nos preguntamos ¿dónde estaba Dios cuando se le necesita? Quizás estamos tan ciegos que, incluso haciéndonos esta pregunta, lo tenemos justamente al lado, pero tal y como ha pasado hoy, no queremos ni verlo.
Por eso queremos pedirte perdón Señor, por tantas veces que te hemos obviado cuando sólo querías nuestra compañía y nada más. Te hiciste pobre por nosotros siendo rey de reyes, vienes humilde a tu propia creación y tus criaturas, tus hijos, no somos capaces ni de agradecértelo. Perdónanos una vez más Señor. Y por supuesto, muchas GRACIAS por quedarte con nosotros.
Gracias Señor.