domingo, 24 de octubre de 2010

La música

La música es esencial en nuestra vida. A veces la música es el nexo entro la Iglesia y el "exterior" (los no creyentes), otras, es el nexo entre la Iglesia y su "interior", es decir, y nosotros que la formamos (los creyentes). En esta última acepción es donde me quiero centrar un poco. Además de los Salmos, hay más libros en los que aparece la música y la figura del músico o cantor. Ya vemos en 1 Crónicas 6, 16-18, o en 1 Crónicas 25, como el canto cobra importancia en el templo; incluso un grupo de personas es designado, especial y únicamente, para tal misión. Con la música queremos manifestar la Gloria de Dios, y a la vez, la santificación de los fieles, esto es, de nuestras almas.
Los componentes de un grupo, coro o ministerio de música (llámese como quiera), deben sacar tiempo para ello, incluso a veces, es necesario dejar otro servicio para emplearse a fondo en el de la música.
Deben reunirse, trabajar en equipos y transmitirse lo que han aprendido. El compartir conocimientos es muy importante. Reunirse a orar, a ensayar, y a formarse, etc… es parte de este ministerio; no solo lo es llegar a la asamblea y cantar. Quien dice asamblea, dice en la misa, ya que la música, también forma parte importante en la liturgia, pues nos ayuda y anima en la celebración de la Cena del Señor.

Pienso, al contrario que otras personas, que aquellos que hacen algo para el Señor deben querer y buscar continuamente ser excelentes, ya que lo hacen precisamente para Dios. Considero (y es opinión personal) que decir "no importa si no sabes cantar, o tocar. Hazlo como puedas, es para el Señor, y ya se encargará Él de hacer su obra" es una interpretación errónea de la Palabra de Dios. Además es un tanto irresponsable, pues, por ser para el Señor, debe ponerse el máximo esfuerzo. Debe tratar de ensayarse, practicarse y si es posible perfeccionarse en grado sumo. Si para un concierto, los músicos se preparan, trabajan duro para que todo salga bien; para Dios tendremos que doblegar el esfuerzo y no conformarnos con cumplir. ¡Es para Dios lo que hacemos! No debemos conformarnos con ser mediocres. Leemos en Malaquías 1, 13-14: "Decís: «¡Qué fastidio!» y me provocan dice el Señor todopoderoso. Cuando traen un animal robado, cojo o enfermo, cuando traen esas ofrendas, ¿puedo yo aceptarlas de sus manos?, dice el Señor. ¡Maldito sea el tramposo que tiene un animal macho en su rebaño, lo ofrece en voto y después sacrifica al Señor uno mutilado! Porque yo soy un gran Rey, dice el Señor de los ejércitos, y mi Nombre es temible entre las naciones." Es decir, nos está diciendo que cómo va a aceptar lo robado, dañado, lo mediocre, lo que no preparamos con antelación, lo que no trabajamos, lo que improvisamos... Si Él es el Rey de Reyes, no podemos ofrecerle cualquier cosa, sino lo mejor que tengamos. Y lo mismo sucede con nuestra Madre, María Santísima. Para Ella... ¡lo mejor!. Eso lo conseguimos con nuestra oración y, sobretodo, con nuestro esfuerzo.

Con esto no quiero que se malinterpreten mis palabras. Me explico. No pienso que tengamos que ser todos excelentes cantantes y músicos; pero sí que tenemos que poner todo nuestro empeño en ello. A veces nos gusta mucho cantar, pero lo hacemos mal. Quizá nuestra misión es otra, no la de cantar. Porque en ocasiones, hacemos un servicio, pero lo hacemos mal: ponemos malas caras, contestamos mal, no lo trabajamos lo suficiente, nos conformamos con poco, nos creemos en posesión de la verdad... Todo ese tiempo que dedicamos será en vano, porque no estamos dando fruto o el fruto deseado. Quizá daremos fruto en otro servicio.

La música nos ayuda en la alabanza, pero no sólo en la alabanza. Como decía antes, también en la liturgia. En la adoración al Santísimo donde, con melodías y ritmos suaves, que se cantan en primera persona (por ejemplo "dame de beber" o "cuánto te amo" o letras por el estilo) y nos ayuda a ponernos en presencia del Señor.

Hasta el día de hoy, en cuanto a la música en la Iglesia, he tenido 2 experiencias. He de confesar que no sé solfeo, pero toco un poco la guitarra. He estado en un coro formado por jóvenes y en un ministerio formado por menos jóvenes. De los dos he sacado mis cosas buenas y cosas no tan buenas, y de éstas últimas intento aprender para no cometer los mismos errores. De todos aprendemos. Todos somos prescindibles, y a la vez, piezas de un puzzle enorme que se llama Iglesia, pero con la peculiaridad que las piezas no siempre están en el mismo sitio. Dios las pone y las quita, y las pone en otro lado como Él quiere, donde Él quiere y cuando Él quiere. Porque todo es para su Gloria.
El Señor os bendiga.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Todo es para la Gloria de Dios , tu lo has dicho y quien canta con el alma y con el corazón esta orando al mismo tiempo,sacar lo mejor de sí para hacerlo es un ofrecimiento al Señor. He cantado en tres coros diferentes a lo largo de mi vida y se bien que cantando en grupo, preparando a conciencia la Santa Misa con el fin de ofrecerle a Cristo lo mejor de cada uno es una hermosa manera de ponerse en su presencia. Gracias por esta entrada, un abrazo!
PD: Hay una canción que dice .- "Y tu María, hazme música de Dios, tú María, aníma tu las cuerdas de mi alma...",siempre me gusto esa frase...

Rafa dijo...

Querida Hermana Gran Visigoda:
Me gustaría resaltar de tu comentario una parte que me ha gustado y es: "preparando a conciencia la Santa Misa con el fin de ofrecerle a Cristo lo mejor de cada uno, es una hermosa manera de ponerse en su presencia". Muchas gracias.
¡Bendiciones!

Montserrat Llagostera Vilaró dijo...

UNA GRAN REFLEXIÓN.

ES HERMOSO ALABAR A DIOS, MEDIANTE LA MUSICA.

UN ABRAZO, Montserrat

Ana Belén dijo...

Hola Rafa! me uno a los comentarios de Gran Visigoda y Monserrat. Hermosa reflexión sobre la presencia e importancia de la música en la liturgia y en nuestra vida cristiana.

Un abrazo y gracias por la entrada :)

Rafa dijo...

Montserrat y Ana Belén: Es cierto que la música, además de ser hermoso y agradar a Dios, ayuda a alabar y sirve de unión entre los demás.
Gracias por vuestros comentarios.
Un abrazo y bendiciones mil.