lunes, 24 de enero de 2011

Tenía que pasar

Hoy por la mañana necesitaba usar el coche porque tenía que hacer unas gestiones. Cuál fue mi sorpresa cuando no podía hacer contacto. La batería estaba bien, así que la avería debía ser otra.

Llamé al taller y al seguro para que viniese una grúa a recogerlo. Mientras tanto iba pensando que estaba fastidiado por no poder hacer lo que tenía que hacer; sin embargo mi preocupación no llegó a más. Simplemente pensé: "Señor, este impedimento me lo has puesto por alguna razón que desconozco. Tú mejor que nadie sabrás por qué". Se solucionó todo, se llevaron el coche y ahí quedó la cosa. Ahora debo esperar que me llamen del taller.

En estos pequeños detalles es donde comprobamos nuestro crecimiento. Si este imprevisto me hubiera pasado antes, en otro momento de mi vida, quizás me hubiera puesto nervioso, agobiado... pero no ha sido así. Sé perfectamente que el Señor no quería que hiciera estas gestiones hoy. Y aunque me sabe mal lo del coche, sé que las cosas pasan cuando Dios quiera; en su tiempo, no en el nuestro.

Quiero dar las gracias a Dios porque hoy, un día más, me fío de Él y acepto su voluntad cualquiera que sea; aunque solo fuese ese detallito del coche que tanto me aguó (aparentemente) el día.

El Señor os bendiga.

4 comentarios:

Angelo dijo...

Cuando uno sabe ver en todos los acontecimientos la mano amorosa de Dios, hay que empezar a llamarle ¡Bienaventurado!
Un abrazo

Kara dijo...

Que entrada más bonita. No hay nada mejor que abondonarse en las manos de Dios. Un abrazo ¡¡

Anónimo dijo...

Pues si, cuando uno se abandona y comprende que todo lo que nos ocurre es porque Dios quiere que asi sea, la paz inunda nuestra vida.Un abrazo.

Rafa dijo...

Muchas gracias a todos por tan generosos comentarios.
Que el Señor os colme de muchas bendiciones.
Un fuerte y caluroso abrazo,

Rafa