viernes, 15 de abril de 2011

Sano estoy por su Espíritu Santo

Todos sabemos que las enfermedades, ansiedades, miedos, angustias... pueden ser provocados por las llamadas "causas naturales", por nosotros mismos (porque nos lleguemos a obsesionar con algo), incluso -aunque sea de forma inusual y extraordinaria- por el mal deseado por otras personas o espíritus inmundos (Lc. 13, 10-14). En este último caso, hay que aclarar que la tarea del demonio es tentar. Si estas tentaciones son continuas e intensas, pueden provocarnos miedos, depresiones... como dice J.A. Fortea en su libro Summa Daemoniaca.

Bien, el caso es que conozco a una persona muy cercana a mí, que llevaba tiempo con estos miedos, angustias, ansiedades. Esto impedía que fuese de verdad como era. Sabía que no tenía nada, pero ese malestar hacía que su interior estuviese como triste, sin ganas, encerrado en sí mismo.

Harto de aquella situación desagradable, hace unos días le pide a Dios con verdadera fe, con todas sus fuerzas, que lo saque de aquel boquete en el que se encontraba. Le sale una oración corta en el tiempo pero profunda de contenido y de ganas de liberarse. La Sangre preciosa del Señor, con la que se cubre mentalmente, y el Espíritu Santo al que había invocado en su oración, hacen que de su interior brotaran lágrimas enormes.

El Señor le daba el carisma de las lágrimas para que se liberara. En ese mismo instante, sintió un cambio interior en su cuerpo. Estaba distinto. La ansiedad desapareció, el miedo y las angustias también. -Dice el evangelio: "Inmediatamente se le secó la fuente de sangre y sintió en su cuerpo que quedaba sana del mal"-. Y una gran paz y alegría lo abordó. Podemos decir que Dios convirtió su lamento en baile, su pena en alegría. Era aparentemente el mismo, pero por dentro otra persona.

Muchos habréis vivido situaciones semejantes, otros no. Pero esta persona quiso dar a conocer su pequeño testimonio. Es más. Sintió que el Señor le pedía que lo hiciera.

Seguro que todos conocéis la cita de la hija de Jairo y la hemorroísa. Pues bien, esta persona se sintió como la hemorroísa. Ante su estado quiso querer tocar el manto de Jesús, porque sabía que Él era el único que podía quitarle aquello. No era hemorragia, pero se le iba la vida de otra forma. Sintió que el mismo Jesús le dijo: "Tu fe te ha curado. Vete en paz". Y ¡vaya si se fue en paz! Con la paz que sólo Dios puede dar. Varias canciones se le vinieron a la cabeza, entre otras, esa de Juan Luis Guerra que da título a esta entrada.

Este testimonio, al final de la cuaresma, es sólo para dar gloria a Dios y bendecirlo. Para gritar al mundo que Jesús va a entregar su vida por nosotros, pero esperamos su gloriosa resurrección, donde nos devuelve a la vida. Y hoy día, Jesús sigue sanando igual que a la hemorroísa del evangelio.

Gracias Jesús, una vez más, por tu misericordia, por la sanación, por amarnos de esa forma tan inmensa (hasta el extremo), por derramar tu Sangre por nosotros; porque esa Sangre es la que nos libera, la que nos limpia, la que nos da la salvación.

¡Bendito seas por siempre Señor!

5 comentarios:

Montserrat Llagostera Vilaró dijo...

Hola Rafa:

Si la Fe es terapéutica y ayuda mucho la oración, pero cuando hay depresiones graves, también hace la falta un tratamiento del médico.

Los médicos son las herramientas de las que se sirve Dios para curar.

Reibe un abrazo en Cristo, Montserrat

Rafa dijo...

Gracias por tu aportación Montserrat. Gracias a Dios no era depresión grave ni nada por el estilo, más que nada ansiedad provocadas por miedos. Es cierto que podría haber ido al médico, pero en este caso se decantó, inesperadamente, por acudir al Médico de nuestros cuerpos y nuestras almas. De no haber sido así, no estaría hoy contando su testimonio.

Que tengas una buena y provechosa Semana Santa.
Un fuerte abrazo.

Rafa

Anónimo dijo...

Te doy gracias por este testimonio que hoy nos traes, podría decir que he vivido algo parecido en mi misma, cuando te asaltan los miedos, las "tragedias" humanas , a veces es fácil caer en la tentación de la desesperación, del desasosiego, sólo abandonandose por completo a la voluntad de Dios y asidos fuertemente a la oracion se encuentra esa paz necesaria para el alma.
En esos momento siempre pienso lo afortunada que soy, que somos los que tenemos el don de la fe que verdaderamente nos salva.
Un abrazo y que esta semana sea grande y Santa en nuestra unión con Cristo y la Madre.

LNJ dijo...

¡Cuántas veces no somos conscientes de lo que nos pasa! no sabemos porqué estamos tristes, porque nos avergonzamos de nosotros mismos, porqué... Sólo Dios lo sabe! y sólo Él nos cura, si nos dejamos hacer por su Espíritu, si tenemos fe y nos abandonamos a Él. ¡Gloria a Dios!

Francisco Javier dijo...

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Sólo quería decirte que los libros del Padre Fortea tienen errores. Por ejemplo, el Padre Fortea no considera el Reiki como algo malo, y en realidad cuando en el reiki hay curaciones es por obra del demonio... Hay un documento de la conferencia episcopal de Estados Unidos donde se afirma que el reiki no es compatible con el cristianismo. No he leído los libros del Padre Fortea enteros, pero he descubierto ese fallo y algún otro. Por ejemplo, el P. Fortea considera que hay tres vías: los poderes de Dios, los de Satanás y ciertos poderes naturales. Eso es falso. Sólo hay dos: o lo extraordinario viene de Dios o viene del demonio. Un cordial saludo y que Dios te bendiga: Francisco Javier Tenorio.