miércoles, 8 de junio de 2011

¡Ven, Espíritu de Dios!


A pocos días de celebrar Pentecostés, y ya desde el domingo pasado, en el que el Señor ascendió al Cielo y nos prometió su Espíritu Santo, es muy bueno que hayamos empezado a invocarlo, para que el próximo domingo venga el Paráclito con fuerza a derramar sus dones sobre nosotros.

He pensado que, para ello, además de invocar su presencia, vayamos pidiéndole sus dones, para que Él los reparta según nuestras necesidades.

Antes de empezar, quisiera decir algo que, a mi parecer no debemos confundir, y es la diferencia entre don y carisma. Aparentemente es lo mismo, y a veces, cuando hablamos solemos llamar don al carisma, y carisma al don. Es cierto que la diferencia puede ser mínima, y la frontera puede ser difícil de distinguir, sobretodo, en ciertos contextos. Los dones de Espíritu Santo, sólo son siete. Quizá porque el siete sea el número perfecto, pero el caso es que sólo son siete: Sabiduría, Inteligencia, Consejo, Fortaleza, Ciencia, Piedad y Temor de Dios. Estos siete regalos que nos da el Espíritu Santo, son sobretodo para uso personal. Los carismas, por contra, aunque los podamos tener, son para la comunidad. Y me explico. Con el don de temor de Dios, que veremos más adelante, no es que tengamos miedo a Dios, sino que tememos hacerle daño. Pero esto lo podemos tener a nivel personal y con una intensidad personal. Cada uno tendrá ese don, según sus circunstancias, según lo acepte, según su conciencia... Pero siempre de forma personal. Sin embargo, ¿de qué me sirve un carisma de acogida si no salgo de casa? Es una tontería, que yo tenga el carisma que sea, y que no me sirva para nada. Porque a nivel personal, no nos va ayudar mucho, como decía, tener el carisma de acogida sino salimos de casa, y nadie nos visita. O un carisma de profetizar en lenguas, sino tengo a alguien al lado que tenga un carisma de interpretarlo. Sería inútil, si en vez de carisma, fuese don, porque no serviría para nada. Creo que el ejemplo es bastante explicativo. No obstante, iremos desarrollando el tema poco a poco.


A veces podemos ver la mano de Dios en lo que nos rodea: En la naturaleza, en nuestra vida en familia, en nuestros trabajos,... en todo. Esto hace que lo comuniquemos como lo más normal del mundo, incluso en la sociedad "anti-todo" en la que vivimos. El don de Sabiduría, nos hace comprender las maravillas de Dios. La palabra "sabiduría", procede de "sabor", por eso se dice, que con este don, se saborea la obra, los misterios, la grandeza de Dios. Este don nos lleva a la alabanza, a reconocer la Gloria de Dios. Un gran ejemplo lo podemos ver en el "Cántico de las criaturas" de San Francisco de Asís.

Con el don de Inteligencia, el Espíritu Santo nos hace comprender de forma más profunda la Palabra de Dios. Con este don podemos ver claramente, lo que Dios quiere de nosotros, que seguro será algo muy distinto, a lo que vivimos en la sociedad de hoy. Al adentrarnos más en la Palabra y en las verdades reveladas de nuestra fe, la Inteligencia o Entendimiento, hace que la podamos entender, y en nuestra oración, nos ayuda a interpretar la Palabra, nos la lleva al día de hoy. Este don, nos dejará una gran paz, porque con él sabemos lo que Dios nos está pidiendo, pues la relación con Él se nos hace más íntima, llegamos a comprenderlo un poco más; y por tanto, descansamos en Él, porque confiamos en Él.

El don de Consejo como su nombre indica, es el "consejo" que el Espíritu Santo nos da ante las opciones que se nos plantea en el día a día. Podemos decir, si se me permite la expresión, que estamos "contaminados" del mundo. Es decir, crisis, enfados, pasiones, odios, soberbias, envidias... y con todo esto encima, nos es muy difícil saber cuál es la opción, no más perfecta aparentemente, sino la que Dios quiere o nos recomienda o nos "aconseja". Es como una reforma de nuestras conciencias. En otras palabras; este don es tan importante, que sin el, lo que hagamos, estará lleno de defectos, porque nuestra conducta será puramente humana.

Pidamos al Espíritu Santo de estos dones, que hoy hemos tratado por encima, porque los necesitamos. Porque la Sabiduría, nos lleva a la alabanza, a glorificar a Dios, a saborear tantas cosas como nos regala a diario, empezando por la vida.
La Inteligencia nos lleva a comprender su Palabra, a intimar con Dios, a profundizar en sus verdades... Si tenemos este don, y entendemos de verdad lo que Dios dice, desde el corazón, desde lo más profundo de nosotros, podremos saber explicarlo a los demás. Porque es como mejor se explican las cosas, desde la experiencia personal. Eso, llega al hermano. Lo que es aprendido de memoria, o sin entender, o sin haberlo vivido, no llega porque no se sabe explicar, y eso es peligroso, porque aburre y ahuyenta a los demás.
El Consejo es ese don extraordinario, que debiera ser nuestros pies y manos. Pidamos ese don a Dios, para nosotros y para los demás, porque sin él, no sólo nos equivocamos, sino que vamos equivocando a los demás, y por tanto, dañando y contaminando, a los que tenemos alrededor. Y es que, muy a nuestro pesar, ahí sólo habrá nuestra parte humana, y no estará el Espíritu del Señor actuando. Considero que debe ser un don imprescindible en sacerdotes, jefes de grupos, servidores, catequistas... pues si ellos nos guían, desde su humanidad (no desde Dios) por mal camino, a mal destino iremos.

Por eso Señor, te pedimos que envíes tu Espíritu sobre nosotros, para que nos dé esos dones y carismas que cada uno necesitamos. Tú mejor que nadie, sabes de nuestras dificultades, de nuestras carencias. Y precisamente, necesitamos de armas para la batalla. Tú eres el único que nos proporcionas esas verdaderas armas, que nos ayudarán.

Ven, Espíritu Santo; abrásanos y llénanos de Ti.

6 comentarios:

Montserrat Llagostera Vilaró dijo...

VEN ESPIRITU SANTO, ABRÁSANOS O ¿ABRAZANOS? Y LLÉNANOS DE THa leido en voz alta este Post.
Gracias, por compartir.

Un abrazo, Montserrat

Rafa dijo...

Hola Montserrat. Muchas gracias.
He querido decir lo que está escrito: "abrásanos", del verbo abrasar, de quemar. Que nos queme con su fuego que nos purifica y nos limpia.

Un abrazo!

Angelo dijo...

Son tan hermosos los dones y los frutos del Espíritu Santo que vale la pena entrar de pleno en ellos. Interiorizarlos, ¡vivirlos! agradecerlos. Feliz Fiesta de Pentecostés. Un abrazo

Anónimo dijo...

Te agradezco especialmente esta entrada por la claridad con que explicas cada concepto.
¡Ven Espíritu Santo !
Un abrazo.

Mento dijo...

Gracias por esta entrada. Es tan importante saber que es lo que pedimos. Porque ser luego poseedores de esos dones es una gran responsabilidad para con el projimo.

Rafa dijo...

Angelo: Vaya si merece la pena vivirlos. Los dones nos cargan las pilas, ¿verdad?. Muchas gracias. Un abrazo!

Visigoda: Invoquemos al Espíritu Divino para que nos dé lo que necesitamos en nuestro día a día. Mucho ánimo y un fuerte abrazo!

Mento: Gracias a ti por comentar. Es cierto que tenemos que saber lo que pedimos, y que nuestra responsabilidad es enorme. A veces, de nosotros dependen muchas almas y lo ignoramos. Un abrazo.