domingo, 3 de julio de 2011

El Sufrimiento... ¡engrandece!


Vivimos tiempos difíciles. Supongo que, sea el tiempo que sea, siempre se ha dicho lo mismo. El caso es que hablamos del que nos ha tocado a nosotros.

Cuando hablamos de sufrimiento, solemos pensar en enfermedades; sin embargo, pienso que el sufrimiento va más allá.

Crisis económica, falta de trabajo, enfermedades, muertes, terrorismo, rupturas de amistades y familiares, descontento, depresiones, envidias, lucha absurda de poder, suspensos de exámenes, responsabilidades, tentaciones, noches oscuras… y mil cosas más. Todos experimentamos o hemos experimentado, al menos, algo de esto. Lo cual quiere decir, que cada uno tenemos nuestros sufrimientos.

Unos sufren más que otros. Unos sufrimientos son distintos a otros. ¿Por qué?.

Todos llegaremos a la misma meta, más tarde o más temprano.

Imaginemos que todos llevamos un cierto número de ladrillos. Esos ladrillos son nuestros sufrimientos. Unos necesitarán una carretilla y aún así les costará levantarla. Otros los llevan en la cabeza para tener las manos más libres. Otros las llevan ocupadas, porque cargan una torre de ladrillos entre sus brazos y su pecho. Otros son pequeños o no tienen fuerzas suficientes, y tan sólo pueden llevar uno o dos. Sin embargo, otros no pueden cargar con ninguno.

Nos dice Jesús “En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no, os lo habría dicho, porque me voy a prepararos un lugar” (Jn. 14, 2).

Acabamos de celebrar la fiesta del Corazón de Jesús. En el que, hemos visto, que todos cabemos. De la misma manera, hay sitio para todos en el Cielo. El Señor nos prepara un lugar a cada uno de nosotros.

Volviendo al ejemplo de los ladrillos; imagino que esos ladrillos los usa el Señor para hacernos los distintos lugares. Quiere hacernos partícipes de la construcción de su Reino. Unos pensarán que es una injusticia que llevando más ladrillos que otros, las moradas sean iguales. Ahí está la grandeza del Amor, en el que esas “injusticias” humanas desaparecen, convirtiéndonos en solidarios, en verdaderos hermanos. Amándonos como Dios nos dice.

Algunos tienen que empezar la casa desde el principio, desde la cimentación. Otros, ya vienen con la cimentación puesta, pues quizá la casa se haga sobre una roca. Éstos últimos, quizá necesiten menos ladrillos, pero porque han aprendido que en el sufrimiento está la salvación. Esa base, ya la tienen y hacen uso de ella.

Pero otros, con cimentación, llevan más ladrillos. Quizás estén cargando con el peso de otros para que también tengan su morada en el Paraíso.

Esto puede volvernos a parecer una injusticia, pero seguro que, si sabemos que alguien carga con nuestros ladrillos para que tengamos una oportunidad, ya no nos parece tan mala idea.

Pidámosles al Señor, que nos dé la fuerza y la inteligencia necesaria, para poder cargar con esos ladrillos, que no son otra cosa que los sufrimientos, y además, pese al esfuerzo, que nos sintamos alegres porque al final tendremos nuestro sitio junto a Él. Ahí estará nuestra recompensa. Nuestra salvación. Nuestro descanso en Él.

El Señor os bendiga.

11 comentarios:

Montserrat Llagostera Vilaró dijo...

Hola Rafa:

Sabes:
A veces en momentos puntuales le di pido al Señor que me de fuerzas.
Sabes hace tiempo descubrí que la Fe es terapéutica.
Y cuando la mochila pesa, la Oración la aligera.

Gracias por comnpartir este blog,.
Un abrazo, Montserat

Miriam dijo...

Es verdad, que diferente se ven las cosas cuando es uno el que lleva nuestros ladrillos
El sufrimiento es para mi un gran misterio .Por eso me uno de corazón a la petición de fortaleza y alegría para cargar con los ladrillos
Gracias

Capuchino de Silos dijo...

Verdad es que el número de ladrillos no es el mismo para todos.
Cuando la enfermedad te toca de cerca los ladrillos pesan y pesan y la carga se hace pesada.

Gracias por la entrada. Feliz semana.

Escritos en tu nombre dijo...

Los ladrillos que cada uno cargamos, son nuestra cruces. Quien más grande o pequeña, todos la llevamos en nuestros hombros. Me deja pensando tu entrada en el evangelio de ayer domingo: "Mi yugo es suave y liviano"

Un beso Rafe y buena semana.

Isabel

Anónimo dijo...

Yo no entiendo mi vida sin ladrillos, esos ladrillos me acercan a Él, me llevan a mirarlo cara a cara en la Cruz y a decirle bajito..."lo que tu quieras...como tu quieras..." meditar su pasión y su entrega me da fuerzas.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

pienso que el sufrimiento va más allá. Yo tambien lo creo el sufrimiento nos hace madurar crecer cuando lo vivimos segun Dios el nos da a cad uno lo que realmente necesitamos y al mismo tiempo nos capacita para responder con fortaleza a ese sufrimento que experimentamos todos llevamosnuestras pequeñas cruces si pidamos alSeñor que noos de su gracias de asumir el sufrimiento para llevarlo segun Dios y su voluntad pues lo que no se asume no se redime muy unidos en oración y un abrazo mil gracias por este compartir buen dia

Anónimo dijo...

Gracias por su compartir que enrriquece mucho que Dios te ebndiga y sea verdadero testigo de la presencia de Cristo en el mundo unidos en oración y un abrazo y gracias

Rafa dijo...

Querid@s tod@s:

Muchas gracias por vuestros comentarios que, verdaderamente, -nunca me canso de deciros- tanto ayudan a crecer a esta Sinagoga.
El Señor os bendiga y María os acompañe en el camino siempre.
Un fuerte abrazo.

Anónimo dijo...

Pidámosles al Señor, que nos dé la fuerza y la inteligencia necesaria, para poder cargar con esos ladrillos, que no son otra cosa que los sufrimientos, y además, pese al esfuerzo, que nos sintamos alegres porque al final tendremos nuestro sitio junto a Él. Es una gran verdad mil gracias que Dios te bendiga siempre y cuide de ti muy unidos en oración y un abrazo

CaELum iN tErrA dijo...

Gracias por esta entrada.
Qué grande es el alma que sufre, ¿verdad?
Cuánto cuesta ver la grandeza del sufrimiento.
Hace un par de días escribí un post que me recuerda un poco a tu entrada.
El post se llama dos niveles.
Un saludo.
CiT.

Anónimo dijo...

Hay ladrillos que pesan... Quizá sean los escogidos por el Constructor para que los albañiles formen buenas columnas.
Tengamos siempre presente que:"si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles".
Gracias por tan linda relflexión.