domingo, 15 de julio de 2012

¡No tengáis miedo!



El Señor nos envía a evangelizar. A veces, para hacer las cosas medianamente bien, hay que descubrir la verdad que está oculta. Cuando lo hacemos, nos puede entrar el miedo, o la preocupación por las consecuencias que pueda traer: problemas, habladurías, envidias, falsos testimonios hacia nuestra persona… Sin embargo, el Señor nos dice: “No les tengáis miedo, porque nada hay cubierto que no llegue a descubrirse; nada hay escondido que no llegue a saberse”. Y es que nada sucede sin que el Padre lo permita.
            El Señor, por predicar la verdad, padeció la Pasión y Muerte. Luego, triunfó, venció a la muerte, al pecado y está sentado a la derecha del Padre. Él siempre está a nuestro lado para ayudarnos, y nos recuerda: “Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo”. ¿Nos parece poca ayuda? Nos está prometiendo la Salvación. Pero pensamos que con la mentira alcanzaremos “nuestra” gloria personal por la vía rápida.

            En el Evangelio de este domingo, el Señor nos envía predicar la Buena Noticia, alentándonos a ello: “Y si en un lugar no os reciben ni os escuchan, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa”.
            Pero para hacer todo esto, debemos tener puesta nuestra confianza en Él. ¡Qué difícil nos puede resultar en ocasiones! ¡Ay!, si tuviéramos fe, tan sólo, como un granito de mostaza…  El Señor nos lo pone muy fácil, pero esa vía rápida nos engaña y nos hace autosuficientes, ignorando que sin Dios no podemos nada, pero con Él lo podemos todo. Su fidelidad es grande y no nos fallará jamás.
            Contamos con la ayuda del Espíritu Santo, de María, de armas como el Santo Rosario, con un ejército de ángeles que Dios nos envía para socorrernos… no estamos solos.

            En este blog siempre encontrarás la cita de Josué 19: “Yo te he mandado que seas fuerte y valeroso. No temas ni te acobardes, porque el Señor tu Dios estará contigo dondequiera que vayas.
            Por tanto, es algo que nos repite constantemente: No temas, yo estoy contigo. Entonces, ¿a qué esperamos?. Los miedos son provocados por el enemigo, que nos inmoviliza, nos impide avanzar en la construcción del Reino, nos empequeñece en las adversidades, nos hace débiles… Acudamos a la Santísima Virgen María cuando seamos tentados con esos miedos. Con Ella a nuestro lado, el enemigo no tiene nada que hacer.

              Ave María, llena eres de gracia. Reina del Santo Rosario, por tus Dolores intercede ante el Padre, para que seamos capaces de llevar al mundo la Buena Nueva, y no tengamos miedo ni de ello, ni de lo que conlleva. Sé nuestro amparo, y protégenos bajo tu manto. Santa Madre de Dios; ruega por nosotros.