sábado, 27 de octubre de 2012

Comenzamos



Queridos todos.
La Sinagoga de Cafarnaúm quiere abrir su particular año de la fe este fin de semana. Jesús, en el  Evangelio de este domingo; (domingo de la trigésima semana del Tiempo Ordinario) nos lo deja muy claro; y nosotros queremos vernos reflejado en la figura del ciego Bartimeo.

Imaginémonos la escena por un momento. Nosotros le gritamos al Señor: ¡Hijo de David, ten compasión de mí! Los discípulos nos dice: “Levántate, que te llama”. Y Él nos pregunta: “Qué quieres que haga por ti?”. Y le respondemos: “Maestro, quiero ver”. Su respuesta no se hace esperar: “Tu fe te ha curado”. Y desde ese momento recobramos la vista y le seguimos por el camino.

Varias cosas vamos a destacar de esta escena:
1º Pedimos ayuda al Señor: ¡Hijo de David, ten compasión de mí!

2º Los Apóstoles nos transmiten algo importante: Él te llama. Y efectivamente, el Señor me llama; y te está llamando hoy a ti, que estás leyendo esto. Nos llama a propagar por el mundo su Palabra. Nos anima a ser Apóstoles suyos. Y no hace falta que te marches por ahí, a otro país. Seguro que podemos empezar en nuestra propia familia, barrio, trabajo o círculo de amigos. Pero para eso necesitamos una cosa muy importante. Y se la pedimos.

¡Quiero ver! A veces vemos perfectamente con nuestros ojos físicos (si podemos llamarlos así) Sin embargo, estamos ciegos con los ojos del alma. El mundo en el que vivimos y nuestro pecado, nos envuelven y no somos capaces de ver más allá de nuestras narices. Eso es lo que queremos ver. Queremos que la LUZ del mundo, nos ilumine el camino, la vida; y que nos haga visible ese mal que llevamos dentro y que tapaban las tinieblas del pecado, para poder eliminarlas de nuestro lado. Queremos ver la LUZ de Cristo, la LUZ de nuestro Señor.

4º Y en su infinita bondad y misericordia, el Señor nos lo concede una vez más. No obstante, nos lo concede porque también ve en nosotros eso tan importante que vamos a hablar durante un año entero. La Fe. “Anda, tu fe te ha curado”. Con esto os quiere hacer ver que Él no es, que es nuestra fe la que cura.

Siempre se me viene a la cabeza la misma cosa que nos repite Jesús tantas veces:
“Si tuvierais fe como un grano de mostaza…” Y nuestra fe no alcanza ni a ese minúsculo tamaño. Por tanto, aprovechemos este ratito para pedirle al Señor más fe. Nosotros creemos en Él, pero necesitamos más fe. Para que, como el ciego Bartimeo, recobremos la vista y podamos seguirlo por el camino.

En este mes de octubre que ya termina, te pedimos María, Reina de nuestras almas, Rosa Mystica, y Reina del Santo Rosario; ruega por nosotros.

El Señor os bendiga.