¡Alégrate, llena de gracia. El
señor está contigo!
Estamos en Adviento. Vamos a
comenzar la segunda semana de este tiempo litúrgico. Y en medio… la festividad
de la Inmaculada Concepción
de María.
He pensado mucho sobre este
adviento y, he podido comprobar que es un gran momento para vivir las virtudes teologales.
Estamos en el año de la FE. En el
tiempo de Adviento, tiempo de ESPERANZA. Y vivimos una situación social en la
que, el desempleo, la pobreza, las necesidades, etc. nos ayudan, casi sin
darnos cuenta, a vivir la CARIDAD. El
Señor nos está pidiendo a gritos que vivamos el Amor, el amor que nos va a
traer cuando nazca en unos días. Otra cosa distinta, es que nosotros queramos
vivirlo o no. Puesto que nos ha hecho libres, nos lo deja a nuestra elección. No
obstante, nos está poniendo las cosas fáciles para ganar en estas virtudes.
En medio, como decía antes, una
festividad de María. Precisamente la Inmaculada Concepción
que, como todos sabemos, es un dogma de FE.
En el Evangelio de este 2º
domingo de adviento, el Señor nos vuelve a dejar claro su mensaje salvífico. Si
abrimos bien los ojos y los oídos, Jesús nos lo dice continuamente. No se cansa
de avisarnos. No cesa de enseñarnos el camino correcto. No para de mostrarnos la Salvación , y los pasos
que debemos seguir para alcanzarla.
María, Madre Inmaculada, que cuidas
de nosotros incansablemente; te pedimos que intercedas ante Jesús, para que nos
dé Fe o nos aumente la poquita que tenemos. Que sepamos tener Esperanza en su
venida, y confiemos en Él. Y, sin duda alguna, que sepamos tener el Amor que Él
nos trajo, y lo regalemos como Él nos lo dio, hasta dar su vida por nosotros.
María Inmaculada, Reina del
Adviento; ruega por nosotros.