lunes, 18 de junio de 2012

Pasando el Testigo


Nuestra amiga Mento, del blog Peques y Pecas, ha tenido la gentileza de ofrecerme este "Premio", simplemente por intentar evangelizar a través de mi pequeña Sinagoga.

Una vez conté el porqué de este blog, también con motivo de un premio. Aunque se puede evangelizar desde un movimiento cristiano, un grupo parroquial, una hermandad o cofradía, "por libre", etc., el fin es el mismo, y en el mundo de la blogosfera, he procurado seguir en la línea por la que empecé. 

Tratamos de hacer llegar, a todo el que así lo desee, a Jesús y a María.
Aquí nadie obliga a nadie. Nuestros blogs son como pequeños oratorios (algunos son auténticas catedrales)  en los que, si quieres, entras y miras.  Si te gusta, te quedas. Si no, te vas y no pasa nada. Unos están llenos de información, otros son sobrios, otros te llaman la atención por su diseño, otros son Oración y Silencio, otros te ofertan reflexiones para que medites... así, todos colaboramos desde nuestras posibilidades con nuestro granito de arena.

Para aceptar y recoger el premio, supone unos requisitos que a continuación paso a detallar: 

  1. Publicar una entrada en la que contemos qué supone para nosotros ser evangelizadores de Cristo aquí en la blogosfera.
  2. Pasar el sello como si de un testigo se tratase a cinco blogs. Cinco,como cinco son las letras del nombre de MARÍA. Y explicar a su vez el motivo por el cuál se ha de elegir cinco blogs. Como honor a nuestra Madre y pidamos personalmente en una oración intima a María por las personas que están tras esos blog.
  3. Que a cada blog que elijamos, lo anunciemos en la entrada con su respectivo enlace, así nuestros seguidores podrán conocer otros blogs y de ese modo ir conociéndonos.
La lista de Cinco Blogs es la siguiente:






Que este reconocimiento que nos brinda nuestra amiga y hermana Mento, sea un aliciente para seguir evangelizando, cada uno según sus dones y carismas.

El Señor os bendiga.

sábado, 16 de junio de 2012

Corazones

  

Dicen que las hormigas son los animales que más se parecen a los humanos (hablamos, por supuesto, en lo que a sociedad se refiere); muchos estudios, así lo demuestran y dan fe de ello.
Entre ellas se comunican, buscan alimento, protegen el hormiguero, cuidan de sus larvas, se defienden del enemigo… Digamos que todas colaboran entre ellas. Todas se ayudan. Todas comparten. Todas forman una “Común Unidad”.
Este sería el mundo perfecto para nosotros, ¿verdad?. No existiría globalización y, como consecuencia de ello, no habría países ricos y países pobres, sino que seríamos todos iguales. Entre todos nos ayudaríamos, nos alimentaríamos, nos defenderíamos del enemigo… Sin embargo, nuestro hacer es bien distinto.
El hombre, única criatura terrestre a la que Dios ha amado por sí mismo, no puede encontrar su propia plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás (Conc. Vaticano II, Const. Gaudium et Spes, 24).
Cuando nos preguntan si somos plenamente felices, la gran mayoría (siempre hay alguna excepción), contestamos que no; algunos, incluso añade una coletilla similar a esta “seremos plenamente felices cuando estemos en la vida eterna. En esta vida, no podemos ser plenamente felices, pero son los pequeños momentos de alegría, los que nos dan la felicidad”.
La cuestión es que Dios nos ha creado para que seamos felices. No es lógico pensar que nos creara para ver cómo nos peleamos, y tenemos problemas. De hecho, puso a Adán y Eva en el Paraíso para que disfrutaran de él. Y aquí comienza todo: en la soberbia del ser humano. En el mejor sitio donde podíamos estar, se nos ocurre ser más de lo que somos, más que los demás, ser superiores a otros... queremos ser como dioses, y como consecuencia, que nos adoren.
Volvamos a lo que decíamos antes: “El hombre, única criatura terrestre a la que Dios ha amado por sí mismo, no puede encontrar su propia plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás.” Ahí está nuestra solución. Entregarse sinceramente a los demás.
Fijaos, que las hormigas nos ganan en esto. Nosotros, seres “racionales”, teniendo la solución a nuestro alcance, la dejamos pasar porque otras cosas nos atraen más y parecen que nos darán la felicidad que buscamos. Sin embargo, esa felicidad que buscamos es superficial, la que no nos da esa plenitud. El pecado nos corrompe, nos aleja de Dios, nos hace individualistas, egoístas, prepotentes… 



Ayer celebrábamos la festividad del Sagrado Corazón de Jesús. El mismo Corazón del que brotó Sangre y Agua, ser rajado por una lanza. La Sangre que nos salva, que nos libera, que nos protege del mal. Y el Agua que nos limpia, nos purifica, nos convierte. Jesús entrega su vida por tu salvación, por la mía, por la de esa persona que nos hace la existencia amarga y nos pone zancadillas siempre que puede… En Jesús podemos ver el mejor ejemplo de entrega sincera a los demás. ¡Sigámoslo!

            Pero si ayer celebrábamos la festividad del Corazón de Jesús, hoy, sábado, día de la Virgen, celebramos la festividad del Inmaculado Corazón de María. En esta jornada nos narra el Evangelio, un episodio archiconocido. “El Niño perdido y hallado en el templo”. Pero nos quedamos, precisamente hoy, con un par de cositas de manera muy especial:
Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados”.
“Su madre conservaba todo esto en su corazón”
En el primer punto a destacar, leemos las palabras que María dijo a su Hijo Jesús, cuando lo encontró en el templo hablando a los doctores. Jesús estaba haciendo lo que tenía que hacer, la voluntad del Padre. Nosotros, no siempre hacemos la voluntad del Padre. Desobedecemos, nos apartamos de Dios y, por tanto, andamos perdidos de verdad. Escucha entonces atento la voz de María que te dice. Que me dice. Que nos dice a cada uno de nosotros: “Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu Padre y yo te buscábamos angustiados”. Recapacitemos sobre esto, así veremos cuál escasa es nuestra fidelidad.
Pasemos al segundo punto. Cuando María ve nuestra desobediencia, y qué mal nos portamos. Cuando ve que Dios nos abre su Corazón, nos tiende continuamente su Misericordia y no acudimos a ella. Cuando ve que Ella intercede por nosotros y no ve “mejoría” en nuestro comportamiento. Cuando ve que tenemos la salvación a nuestro alcance con sólo desearla, y no la tomamos…. Seguro que guarda ese dolor intenso de madre en su corazón.

            ¿Qué estamos haciendo? Que en estas dos jornadas, en las que hemos celebrado la festividad de los dos Corazones, nos haga pararnos a pensar, a meditar, a recapacitar, a orar sobre nuestra conducta, y seamos lo suficientemente humildes para reconocer nuestras faltas, pongamos remedio, y nos acerquemos cada día más, a los Corazones amorosos de Jesús y María.

jueves, 7 de junio de 2012

Esto es mi Cuerpo


“Jesús se hace presente en la Eucaristía”.

¿Cuántas veces hemos oído, leído y dicho estas palabras?. Pero la cuestión es; ¿creemos de verdad que ahí, en la Sagrada Forma, está Jesús? Cada uno que conteste interiormente a esta pregunta. Es innegable, que creer que tenemos siempre que queremos a Jesús Eucarístico en un Sagrario, es un acto de fe. De hecho, muchas veces vemos a personas que, nada más terminar la Eucaristía, cuando el sacerdote, aún no ha abandonado el presbiterio siquiera, se apuran en dar la vuelta para abandonar el banco y hablar con el primero que se encuentre en el camino. Pero, ¿acaso no somos auténticos Sagrarios los que acabamos de comulgar?.

Hoy jueves, en algunos lugares se ha celebrado la festividad del Corpus Christi. La mayoría lo haremos el próximo domingo. El Señor saldrá a la calle. Es la procesión por excelencia, y sin embargo, cuántos desperdician la ocasión porque el día está bueno para ir a la playa, o porque “pasan de procesiones”, o simplemente, porque ignoran Quién está ahí.
Jesús Eucarístico, sale a reunirse con su pueblo, con sus hermanos. El Rey de Reyes estará con nosotros dando un paseo. ¡Qué privilegio! Nuestra Salud física y espiritual, nuestro Amigo. Él nos dice constantemente “Venid a mí los cansados y agobiados que yo os aliviaré”. Y somos tan necios que no acudimos.

Aprovechemos este domingo, cuando haga ese paseo a nuestro lado, para hablar con Él, contarle nuestras alegrías, nuestras penas, nuestros problemas, nuestras inquietudes… démosle gracias por todo lo que nos da; y pidámosle que nos dé lo que más convenga a nuestras vidas, que nos alivie ese cansancio, nos quite los miedos, nos lleve por el camino recto, nos sane y nos colme de bendiciones.
Si tuviéramos fe como un grano de mostaza, le diríamos a la higuera: arráncate de raíz y plántate en la orilla de mar. Y la higuera nos obedecería. ¡Cómo un grano de mostaza! nos dice el Señor. No perdamos la oportunidad de pedirle que nos aumente la fe, esa fe que nos falta y que tanto necesitamos, aunque a veces, ni siquiera, caigamos en la cuenta de ello.

Tenemos tanto que contar al Señor… y desaprovechamos el tiempo, pudiéndonos llenar de su gracia en cualquier Sagrario del mundo.

Hoy quiero pedirte Señor, precisamente eso; que nos aumentes la fe. Que acudamos a Ti las veces que lo necesitemos. Ábrenos los ojos y ayúdanos a ver la Verdad, el Amor, el verdadero Camino. Enséñanos a orar una vez más, Jesús. Queremos ser como Tú. Que esos dones que nos has regalado, a través de Tu Santo Espíritu en Pentecostés, sepamos descubrirlo y ponerlo al servicio de los demás. Y, sobretodo, líbranos del maligno.