sábado, 25 de julio de 2020

El Apóstol Santiago


Santiago Matamoros.
Alfonso Martínez (atribución). 1642.
Iglesia de San Mateo. Tarifa (Cádiz)

Hoy celebramos la festividad de Santiago Apóstol, Patrón de España. Felicidades a todos los gallegos, pues hoy  también se celebra el día de Galicia.

Según una tradición medieval, tras el Pentecostés (hacia 33 d. C.), cuando los apóstoles son enviados a la predicación, Santiago habría cruzado el mar Mediterráneo y desembarcado para predicar el Evangelio en la Hispania (actuales España y Portugal).

Además de en los Evangelios, es mencionado en el libro de los Hechos de los apóstoles:

Por aquel tiempo, el rey Herodes comenzó a perseguir a algunos de la iglesia. Ordenó matar a filo de espada a Santiago, el hermano de Juan; y como vio que esto había agradado a los judíos, hizo arrestar también a Pedro. (Hch. 12,1-3)

Como curiosidad: La tumba del Apóstol.

Alrededor del año 813, en tiempos del Rey de Asturias Alfonso II el Casto, un ermitaño cristiano llamado Pelayo comunica al obispo gallego Teodomiro, de Iria Flavia, que había visto unas luces merodeando sobre un monte deshabitado. Van al lugar e identifican una tumba donde se encontraba un cuerpo degollado con la cabeza bajo el brazo. El rey Alfonso ordenó construir una iglesia encima de aquel lugar.

La palabra Compostela proviene de “campus stellae”, es decir, campo de las estrellas, debido a las luces que bailoteaban sobre el cementerio. Otra versión que, quizás es menos atrayente, pero puede que más fiable, es que la palabra cementerio (compositum), sea el verdadero origen de Santiago de Compostela: Santo Jacob delcompositum. Sea como fuere, el descubrimiento de aquella tumba, dicen que de mármol romano, será el germen que diera lugar a la primera catedral de Santiago y al inicio de las peregrinaciones a este santo lugar.

Muchas son las historias y leyendas que giran en torno al Señor Santiago, entre las que destacamos la Batalla en Clavijo, donde por mediación del Apóstol, los cristianos vencen a los musulmanes, y de esta efeméride surge la iconografía conocida como Santiago matamoros, como la que vemos en la ilustración.

Que, como el Apóstol Santiago, seamos auténticos discípulos de Cristo y sigamos el encargo que Él nos encomendó: Id al mundo entero y proclamad la Buena Noticia.

El Señor nos bendiga.


domingo, 19 de julio de 2020

Dios no se olvida



Muchas son las dificultades por las que pasamos y vivimos día a día, muchas; pero mencionaré sólo una porque nos afecta a todos.

El coronavirus sigue entre nosotros y parece ser que vino para quedarse. Miles  de personas en el mundo han muerto y siguen muriendo a causa de esta pandemia. Otras tantas siguen infectándose y contagiando a otros. Hemos vivido un confinamiento en el que nos hemos visto coartados de nuestra libertad, la vida nos ha cambiado y ya nos parece algo extraordinariamente imposible poder abrazar y besar algún día a nuestros seres queridos. Un microscópico virus maldito ha conseguido, frente a la “poderosa” ciencia y saber del ser humano, que durante un tiempo (aún no sabemos cuánto) destrozar uno de los gestos fraternales más grandes, reconfortantes, hermosos, afectivos y poderosos que tenemos: Un abrazo.

Y muchos piensan o se pueden preguntar: ¿Dónde está Dios? ¡Me ha abandonado! Parece que se ha olvidado de mí, que rezo y la ayuda no viene como la quiero o espero. ¿Acaso no ve el sufrimiento que tengo? Si todo lo puede, ¿por qué permite que pase por este suplicio (el que sea que estemos viviendo)?

Pero aquí está la respuesta de Dios:
Exulta, cielo; alégrate, tierra; rompan en aclamaciones, montañas, porque el Señor consuela a su pueblo y se compadece de los desamparados.
Decía Síón: “Me ha abandonado el Señor, mi dueño me ha olvidado”.
¿Puede una madre olvidarse de su criatura, dejar de querer al hijo de sus entrañas? Pues, aunque ella se olvide, yo no te olvidaré. Mira, en mis palmas te llevo tatuada, tus muros están siempre ante mí; los que te construyen van más aprisa que los que te destruían, los que te arrasaban se alejan de ti 
(Is 49, 13-17)

Seguramente alguna vez has apuntado algo en la palma de la mano para que no se te olvidara. Pues imagina un tatuaje, pero no un tatuaje como los que conocemos, no. Tatuaje quiere decir imborrable, indeleble, así te lleva en la palma de la mano Dios, grabado a fuego. Con cualquier cosa que haga te tendrá presente. ¿Cómo se va a olvidar de ti, si eres su perfecta y hermosa criatura? ¡Si te ha nombrado heredera de su Reino! ¡Él te AMA! Con tus virtudes y tus defectos, con tu trigo y tu cizaña, con tus fortalezas y debilidades… tal y como eres, porque así precisamente, es como eres hermosa; luchando para mejorar cada segundo aunque caigas una y otra vez, a pesar de que pienses que ya no puedes más, porque en ese esfuerzo es donde te estás santificando. No te apures, Dios no quiere nada malo para ti, y no te va a exigir algo que no seas capaz de hacer. Si estás en una difícil prueba, es que puedes con ella y, aunque no lo veas, Él está a tu lado apoyándote, animándote. ¿Acaso ves al virus? ¿Acaso ves el viento? ¿Acaso ves como huelen las flores? Y sin embargo, sabes que están ahí. De igual forma, Dios está ahí.

Confía en Dios. Él te ha hecho la promesa de que nunca se olvidará de ti y precisamente Él, jamás faltará a su Palabra, porque Él mismo es la Verdad. Eso sí, no cuando tú quieras o desees sino cuando Él vea que es el mejor momento, en el tiempo que sea de mayor bendición para ti, porque su tiempo es perfecto, porque Dios es perfecto, porque su Amor por ti es perfecto.

Si estás pasando por una situación difícil o delicada: ¡Ánimo! ¡Confía! ¡Ora! Y espera en el Señor, porque es el único que nunca te va a fallar. Cristo tiene grabado tu nombre en las palmas de sus manos, las mismas que un día permitió que fueran taladradas para regalarte lo más grande: Tu salvación, el Cielo, su Amor.

El Señor nos bendiga.