
¿Qué debe ser la muerte para un cristiano? Es el momento de encontrarse con Dios, con ese Dios al que ha estado buscando toda su vida y que, seguro deseaba estar con Él cara a cara, contemplar su rostro, experimentar su infinita misericordia y, sobretodo, saber de verdad lo que es el Amor. Amor que, a mi modo de entender, no sabemos lo qué es en realidad. Pienso que tenemos un concepto de Amor totalmente distinto al verdadero. Porque ¿quién es capaz de amar a su enemigo como a uno mismo?. ¿Cómo es posible que no amemos a todo el mundo igual? Debiéramos hacerlo, ya que cualquier persona, para nosotros, es nuestro prójimo, y debemos amarla como a nosotros mismos, como decía antes, incluidos nuestros enemigos. Quizá empecemos a hacerlo una vez que nos marchemos de este mundo. ¿Demasiado tarde? No lo sé, puede que nuestra naturaleza humana, o nuestro pecado nos impida amar de esa forma, casi inimaginable para nosotros.
¿Qué experimentamos con la muerte de un ser querido? Supongo que cada persona tendrá sentimientos distintos; incluso puede que muchos, tengan sentimientos enfrentados; todo dependerá de si fallece un abuelo, un hijo, un amigo, un esposo, un padre…Yo sólo hablaré desde mi experiencia personal.
A veces creo que somos egoístas cuando fallece alguien querido, ya sea un familiar, un amigo cercano… Digo egoístas como podía decir ignorantes. Quizás estas palabras puedan sonar muy fuertes, quizás yo no tenga sentimientos como los de la mayoría, o quizás no me haya parado a pensar detenidamente en la muerte. De todas formas intentaré aclarar esos conceptos. Cuando digo que somos egoístas, es porque nos da pena no ver más a esa persona que se va. Naturalmente la echamos de menos, es innegable. Pero venirnos abajo, no avanzar en nuestra vida por pena… Supongamos que esa persona que, aparentemente nos falta, sigue viva, está en el mejor de los sitios, donde siempre quiso estar, y no quiere que sientas pena porque, él o ella, está realmente feliz. ¡Realmente feliz!, al lado de Dios es como están estos seres por lo que lloramos. Si ellos están infinitamente mejor que nosotros, ¿por qué lloramos por ellos?. Dejémoslos que sean felices, no les atemos. ¿Ignorantes? Si antes la palabra puede que no estuviera bien escogida, ahora creo que es la más correcta. Desconocemos por completo lo que es la muerte. Nadie nos lo ha contado. Sin embargo, nosotros tenemos un regalo de Dios llamado FE. La muerte no es más que el paso de esta vida terrena a la vida eterna, a
Pero si es así, ¿por qué celebramos solemnidades de los difuntos con colores negros? ¿Por qué las canciones y los rituales son tristes?. Fijaos bien, ¿cuándo celebra
Cuando estamos en Misa, el sacerdote dice “recuerda a tu hijo o hija…”. ¿Cómo no lo va a recordar si está con Él? Nosotros somos los que estamos en una situación más “desfavorable” porque no lo vemos, tenemos que creernos que Él está presente en nosotros y además vive. Aún así pedimos a Dios que se acuerde de ellos. Puede que algunos no murieran en paz y necesiten de la misericordia de Dios para ser perdonados y llegar a Él. Por eso ofrecemos sacrificios por ellos. El mismo Cristo muere una y otra vez para salvar y ayudar a esas personas fallecidas. En este sentido debemos tener una relación con nuestros fallecidos. Rezar por ellos, ofrecerles misas, etc. Ellos a cambio irán acercándose más a Dios, podrán disfrutar más de su presencia. Por otro lado, ellos están ahí para ayudarnos en lo que puedan. Tienen, seguramente, misiones que cumplir. Unas veces para ayudarnos, otras necesitarán nuestra ayuda. Es una relación que, desde mi punto de vista, debe estar basada en el Amor, que eso sí que no muere. El Amor que necesitamos para transformar este mundo lleno de odio y que adora a otro dioses como el dinero.
Espero que estas palabras no lleven a confundir al lector y piense que no echo en falta, en este caso, a mi padre. Al contrario. Pero tengo la certeza de que está muy cerca de Dios. Sé que lo veré algún día. Siempre digo que sé que está vivo, pero que está en otro lugar. Como esas personas que, por las razones que sean, marcharon a otros países y la familia no sabe nada de ellos en muchos años. El tiempo que sea hay que esperar, sólo el que Dios quiera, pero creo que merecerá la pena esperar y trabajar aquí, para estar más cerca de ellos allí y, sobretodo, más cerca de Dios.
Desde el día que faltó él en este mundo sé que no murió, sino que nació un ángel y para mí, es un motivo de orgullo y alegría. Así lo vivo y así lo celebro."
El Señor os bendiga.