
sábado, 22 de octubre de 2011
Toma de posesión del nuevo Obispo de Cádiz y Ceuta.

sábado, 8 de octubre de 2011
Fe

El ciego se fía de su lazarillo, confía en que lo guíe por el buen camino. Así es nuestra fe. Ciega. Quizás no veamos a Dios, pero lo sentimos, sabemos que está ahí. Nos fiamos de Él.¿Qué gracia tan grande la de la fe! El Señor nos la regala, ya a veces lo vemos con tanta normalidad, que no apreciamos lo que tenemos y que otros carecen. Es cierto que en otras ocasiones le pedimos que nos dé más fe. “Si tuvierais fe como un grano de mostaza, diríais a esa morera: «Arráncate y trasplántate al mar», y os obedecería” (Lc. 17,6) A comienzos de semana, estuve en el entierro de una chica. Ante el desconsuelo de sus padres el sacerdote preguntó “¿Dónde está Dios?”; porque en estas situaciones o en otras similares, como enfermedades o accidentes, muchos se hacen esa pregunta. Pero él mismo dio la respuesta: “Dios está aquí”. Y es cierto. Dios estaba allí, quizás sosteniendo a esos padres y a ese esposo (sólo llevaban cuatro meses de casados) en sus brazos amorosos. Y es que, ante los problemas, nos entra el miedo, nos debilitamos. Lo mismo le pasó a Pedro cuando Jesús le invitó a andar sobre las aguas. En el momento en que dudó y no creyó en Él, se hundió.
Fijémonos, cuán importante es la fe que, aunque el poder sanador sale de Él, es nuestra fe la que nos sana. Veamos algunos ejemplos conocidos por todos:
“Si logro tocar aunque sólo sea sus vestidos, quedaré curada. […] Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu mal” (Mc. 5,28-34)
“¿Creéis que puedo hacerlo? Ellos dijeron: Sí, Señor. Entonces tocó sus ojos diciendo: Que os suceda según vuestra fe. Y se abrieron sus ojos” (Mt. 9,28-30)
“Señor, si quieres, puedes limpiarme. Jesús extendió la mano, lo tocó y dijo: Quiero, queda limpio” (Mt. 8, 3)
Nuestro deber es hacer crecer nuestra fe y, sobretodo, formar nuestra fe, para que su crecimiento sea bueno, derecho, correcto.
Todos los días suceden milagros ante nuestros ojos; sin embargo, a penos los apreciamos. Despertarnos un día más, es el milagro de la vida, que no siempre agradecemos (por poner un ejemplo). Pero otro milagro que acontece diariamente, es precisamente el misterio de nuestra fe; el sacramento de nuestra fe:
¿Quién puede ayudarnos? ¿Quién es nuestro modelo? La respuesta es fácil, ¿verdad?: María.
Vayamos de nuevo a los Evangelios y leamos: “Aquí está la esclava del Señor, que me suceda según dices” (Lc. 1,38). En el “Sí” de María, está la fe; pues sin ella, no podría haber aceptado lo que Gabriel le proponía de parte del Señor. ¡Qué tarea y misión más grande! ¡Iba a convertirse en
Pero José no se queda atrás, no podemos olvidar la fe tan grande que tuvo cuando oyó la voz del ángel: “José, hijo de David, no tengas reparo en recibir a María como esposa tuya, pues el hijo que espera viene del Espíritu Santo.” (Mt. 1, 20). No lo tuvo fácil tampoco y, sin embargo, ahí estaba él. Aceptando la misión que Dios le encomendaba. Pese a sus dudas, pese a sus miedos, pese a la dificultad. Pero con fe.
Hoy día, en la sociedad en la que vivimos, tenemos que tener una fe bien formada y robusta. Al igual que María, José y tantos santos de Dios, nuestra fe debe ser un ejemplo para los demás.
Pidámosle al Señor que nos conceda la fe del tamaño de un grano de mostaza, no para trasplantar moreras al mar, sino para seguir por el camino correcto y saber y poder evangelizar. Acudamos a María y a José, que son ejemplos vivos de la fe en Jesús. Recordemos la canción que tanto hemos oído, el himno de JMJ 2011 y pongámosla en práctica.: “Firmes en la fe, caminamos en Cristo nuestro Amigo, nuestro Señor”. “¡Haznos firmes en Ti!”
El Señor os bendiga.
viernes, 7 de octubre de 2011
Nuestra Señora del Rosario

Hoy, 7 de octubre,
En los Misterios Gozosos, que se rezan los lunes y sábados, contemplamos los momentos que producen “Gozo” al saber de
En los Dolorosos, que se rezan los martes y viernes, contemplamos los momentos de
En los Gloriosos, que se rezan los miércoles y domingos, contemplamos los momentos de Gloria de nuestro Señor y nuestra Madre. Son:
Y en los Misterios Luminosos (añadidos por el Beato PP. Juan Pablo II en 2002), que se rezan los jueves, contemplamos los momentos de la vida pública de Jesús. Son: El Bautismo de Jesús en el Jordán.
Cada día, los misterios van acompañados de cincuenta Ave María, cinco Padrenuestro y cinco Gloria; además de las jaculatorias dedicadas a Nuestra Señora.
En esta oración, contemplamos el rostro de Cristo, como lo describía el Papa Pablo VI: “Oración evangélica centrada en el misterio de
1.- El que me sirva, rezando diariamente mi Rosario, recibirá cualquier gracia que me pida.
2.- Prometo mi especialísima protección y grandes beneficios a los que devotamente recen mi Rosario.
3.- El Rosario será un fortísimo escudo de defensa contra el infierno, destruirá los vicios, librará de los pecados y exterminará las herejías.
4.- El Rosario hará germinar las virtudes y también hará que sus devotos obtengan la misericordia divina; sustituirá en el corazón de los hombres el amor del mundo al amor por Dios y los elevará a desear las cosas celestiales y eternas. ¡Cuántas almas por este medio se santificarán!.
5.- El alma que se encomiende por el Rosario no perecerá.
6.- El que con devoción rezare mi Rosario, considerando misterios, no se verá oprimido por la desgracia, ni morirá muerte desgraciada; se convertirá, si es pecador; perseverará en la gracias, si es justo, y en todo caso será admitido a la vida eterna.
7.- Los verdaderos devotos de mi Rosario no morirán sin auxilios de
8.- Quiero que todos los devotos de mi Rosario tenga en vida y en muerte la luz y la plenitud de la gracia, y sean partícipes de los méritos de los bienaventurados.
9.- Libraré pronto del purgatorio a las almas devotas del Rosario.
10.- Los hijos verdaderos de mi Rosario gozarán en el cielo una gloria singular.
11.- Todo lo que se me pidiere por medio del Rosario se alcanzará prontamente.
12.- Socorreré en todas sus necesidades a los que propaguen mi Rosario.
13.- Todos los que recen el Rosario tendrán por hermanos en la vida y en la muerte a los bienaventurados del cielo.
14.- Los que rezan mi Rosario son todos hijos míos muy amados y hermanos de mi Unigénito Jesús.
15.- La devoción al santo Rosario es una señal manifiesta de predestinación a la gloria.
Madre del Santo Rosario, llévanos siempre de la mano hasta tu Divino Hijo. Tennos bajo tu manto sagrado y líbranos de morir sin confesión. En Ti confiamos Madre, y que la voluntad de tu Sacratísimo Hijo sepamos aceptarla siempre. AMÉN
El Señor os bendiga.
domingo, 2 de octubre de 2011
Ángeles Custodios
