jueves, 9 de junio de 2011

¡Ven, Espíritu de Dios!


Hoy seguimos invocando al Espíritu Santo, y pidiéndole que venga sobre nosotros con el poder y el fuego de su Amor, derramando sus dones, que son, como ya hemos visto, esas armas que necesitamos para la batalla.

Ante las contrariedades de la vida, a veces nos sentimos impotentes, sin saber por dónde tirar, débiles. Es por eso, es que necesitamos el don de Fortaleza. Este don nos ayuda en nuestra debilidad, impide que perdamos la esperanza, nos impulsa a seguir adelante. Yo diría que es una inyección de vitaminas, hierro y glóbulos rojos, que nos levantan el cuerpo cuando estamos cabizbajos ante una anemia. nos pone en forma, en órbita, en nuestro sitio. Se nos levanta el ánimo y, de nuevo, tenemos ganas de "comernos el mundo". Si miramos a Jesús, podemos ver cómo superó su debilidad humana, gracias a este don, en su pasión y muerte. Nos ayuda también, a vencer las tentaciones. Es nuestra armadura. Nos quita los miedos, la timidez, como hizo con discípulos en Pentecostés. pero una cosa debemos tener en cuenta, pues para perder esos miedos, tenemos que aceptar lo que nos venga: Problemas, dolores... Sólo aceptando esto, y pidiéndole al Espíritu Santo este don de Fortaleza, poco a poco lo iremos obteniendo, e iremos venciendo las dificultades. Como un guerrero sabe que va al frente de batalla, y sabe que va a la guerra, sabe a lo que va, y así lo acepta; así sabrá enfrentarse con el enemigo.

El don de Ciencia, a veces es llamado también de Conocimiento. Y es que, aunque el vocablo "ciencia" nos pueda remitir a experimentos o laboratorios, el don de Ciencia no tiene nada que ver con esto. Es el don que nos ayuda a entender el valor de las criaturas relacionadas con el creador. Es decir, que vemos la grandiosidad de Dios, su majestuosidad, ante la naturaleza y sus criaturas. Podemos ver cuán pequeño es el hombre ante Dios. Y cuando pecamos, nos vemos más pequeños, nos hacemos humildes ante Él. Vemos la infinita distancia que hay entre Él y su creación. Pero también nos ayuda a conocer las escrituras. La Palabra de Dios fue escrita en el pasado, y sin embargo era para nosotros también. En ellas están las verdades del Dios eterno, y las podemos entender gracias a este don. Dios, es el conocedor de todo, y a través de su Palabra, nos invita a que nos adentremos y profundicemos en Él. Nos invita a "conocerle". Gracias a este don, podemos entender con fe, las cosas del mundo según Dios, es decir, da a conocer las verdades del mundo, librándonos de la mentira del mundo. Para que se entienda mejor, considero que es el don que nos ayuda a diferenciar lo bueno de lo malo. Recordemos el árbol del Paraíso, llamado del conocimiento del bien y del mal. Y quizá, también, con este don, podamos ver en cada persona a Dios, más que a esa persona en sí; pues vemos en la persona la criatura de Dios.

Pasemos al don de Piedad. Explicado, a mi parecer, de forma sencilla, es el don del Amor. El amor a Dios, el amor a los demás, el don que no deja enfriar ni endurecer nuestros corazones. Con este don, nos sentimos de verdad hijos de Dios, y vemos a los demás como hermanos, reinando sobretodo el perdón. Pero el perdón de verdad, sentido, no el perdón de palabra que nos hace comportarnos como niños caprichosos y egoístas. El don de Piedad, borra de nuestro interior, de nuestro corazón, esos focos de amargura, impaciencia... llenándolo, por contra, de comprensión y perdón. Con este don, nuestra oración se hace más patente, profunda y constante. Nos hace tener una relación de diálogo con Dios, que nos escucha, orienta y perdona como Padre. Esto hace que veamos las cosas con esos ojos de amor que hablábamos antes.
Pidamos pues al Padre, el espíritu filial y fraternal que necesitamos, por el don de Piedad que esperamos recibir del Espíritu Santo.

Terminamos, con el don de Temor de Dios. Ya habíamos dicho que no es tenerle miedo a Dios. ¡Cómo vamos a temer al Padre bueno que nos Ama! Es el don que nos hace temer ofender a Dios. No queremos disgustar a nuestro Padre con nuestro pecado. Cuando conocemos a Dios, sólo queremos hacer su voluntad, y no seguir sus caminos nos hace sentir ese temor de desobediencia, porque sabemos que le estamos haciendo daño con nuestro mal actuar. Cuando hacemos algo mal, nos avergonzamos ante Él. Supongo que así se sentirían Adán y Eva cuando comieron el fruto prohibido, y se taparon sus cuerpos desnudos al ver a Dios. Este don nos lleva a venerar
a Dios y todo lo sagrado. Creo que esto resume bien lo que es este don: El temor de Dios, es el temor a la ausencia de Dios.

Pidamos al Espíritu Santo que derrame sobre nosotros el don de Fortaleza, de Ciencia, de Piedad, y de Temor de Dios. Todos nos son muy necesarios, y cada uno lo necesitará en una medida. Él, que es, como decíamos antes, el Dios conocedor de todo, sabe perfectamente de nuestras necesidades; y se lo pedimos con fe, pues así nos lo prometió Él: Pedid y se os dará. Buscad y hallaréis. Llamad y se os abrirá. Nosotros le pedimos los dones que nos hacen falta. Le buscamos a Él. Y llamamos a las puertas del Reino para poder entrar en él algún día.

Ven Espíritu Santo. Ven y danos fe.

miércoles, 8 de junio de 2011

¡Ven, Espíritu de Dios!


A pocos días de celebrar Pentecostés, y ya desde el domingo pasado, en el que el Señor ascendió al Cielo y nos prometió su Espíritu Santo, es muy bueno que hayamos empezado a invocarlo, para que el próximo domingo venga el Paráclito con fuerza a derramar sus dones sobre nosotros.

He pensado que, para ello, además de invocar su presencia, vayamos pidiéndole sus dones, para que Él los reparta según nuestras necesidades.

Antes de empezar, quisiera decir algo que, a mi parecer no debemos confundir, y es la diferencia entre don y carisma. Aparentemente es lo mismo, y a veces, cuando hablamos solemos llamar don al carisma, y carisma al don. Es cierto que la diferencia puede ser mínima, y la frontera puede ser difícil de distinguir, sobretodo, en ciertos contextos. Los dones de Espíritu Santo, sólo son siete. Quizá porque el siete sea el número perfecto, pero el caso es que sólo son siete: Sabiduría, Inteligencia, Consejo, Fortaleza, Ciencia, Piedad y Temor de Dios. Estos siete regalos que nos da el Espíritu Santo, son sobretodo para uso personal. Los carismas, por contra, aunque los podamos tener, son para la comunidad. Y me explico. Con el don de temor de Dios, que veremos más adelante, no es que tengamos miedo a Dios, sino que tememos hacerle daño. Pero esto lo podemos tener a nivel personal y con una intensidad personal. Cada uno tendrá ese don, según sus circunstancias, según lo acepte, según su conciencia... Pero siempre de forma personal. Sin embargo, ¿de qué me sirve un carisma de acogida si no salgo de casa? Es una tontería, que yo tenga el carisma que sea, y que no me sirva para nada. Porque a nivel personal, no nos va ayudar mucho, como decía, tener el carisma de acogida sino salimos de casa, y nadie nos visita. O un carisma de profetizar en lenguas, sino tengo a alguien al lado que tenga un carisma de interpretarlo. Sería inútil, si en vez de carisma, fuese don, porque no serviría para nada. Creo que el ejemplo es bastante explicativo. No obstante, iremos desarrollando el tema poco a poco.


A veces podemos ver la mano de Dios en lo que nos rodea: En la naturaleza, en nuestra vida en familia, en nuestros trabajos,... en todo. Esto hace que lo comuniquemos como lo más normal del mundo, incluso en la sociedad "anti-todo" en la que vivimos. El don de Sabiduría, nos hace comprender las maravillas de Dios. La palabra "sabiduría", procede de "sabor", por eso se dice, que con este don, se saborea la obra, los misterios, la grandeza de Dios. Este don nos lleva a la alabanza, a reconocer la Gloria de Dios. Un gran ejemplo lo podemos ver en el "Cántico de las criaturas" de San Francisco de Asís.

Con el don de Inteligencia, el Espíritu Santo nos hace comprender de forma más profunda la Palabra de Dios. Con este don podemos ver claramente, lo que Dios quiere de nosotros, que seguro será algo muy distinto, a lo que vivimos en la sociedad de hoy. Al adentrarnos más en la Palabra y en las verdades reveladas de nuestra fe, la Inteligencia o Entendimiento, hace que la podamos entender, y en nuestra oración, nos ayuda a interpretar la Palabra, nos la lleva al día de hoy. Este don, nos dejará una gran paz, porque con él sabemos lo que Dios nos está pidiendo, pues la relación con Él se nos hace más íntima, llegamos a comprenderlo un poco más; y por tanto, descansamos en Él, porque confiamos en Él.

El don de Consejo como su nombre indica, es el "consejo" que el Espíritu Santo nos da ante las opciones que se nos plantea en el día a día. Podemos decir, si se me permite la expresión, que estamos "contaminados" del mundo. Es decir, crisis, enfados, pasiones, odios, soberbias, envidias... y con todo esto encima, nos es muy difícil saber cuál es la opción, no más perfecta aparentemente, sino la que Dios quiere o nos recomienda o nos "aconseja". Es como una reforma de nuestras conciencias. En otras palabras; este don es tan importante, que sin el, lo que hagamos, estará lleno de defectos, porque nuestra conducta será puramente humana.

Pidamos al Espíritu Santo de estos dones, que hoy hemos tratado por encima, porque los necesitamos. Porque la Sabiduría, nos lleva a la alabanza, a glorificar a Dios, a saborear tantas cosas como nos regala a diario, empezando por la vida.
La Inteligencia nos lleva a comprender su Palabra, a intimar con Dios, a profundizar en sus verdades... Si tenemos este don, y entendemos de verdad lo que Dios dice, desde el corazón, desde lo más profundo de nosotros, podremos saber explicarlo a los demás. Porque es como mejor se explican las cosas, desde la experiencia personal. Eso, llega al hermano. Lo que es aprendido de memoria, o sin entender, o sin haberlo vivido, no llega porque no se sabe explicar, y eso es peligroso, porque aburre y ahuyenta a los demás.
El Consejo es ese don extraordinario, que debiera ser nuestros pies y manos. Pidamos ese don a Dios, para nosotros y para los demás, porque sin él, no sólo nos equivocamos, sino que vamos equivocando a los demás, y por tanto, dañando y contaminando, a los que tenemos alrededor. Y es que, muy a nuestro pesar, ahí sólo habrá nuestra parte humana, y no estará el Espíritu del Señor actuando. Considero que debe ser un don imprescindible en sacerdotes, jefes de grupos, servidores, catequistas... pues si ellos nos guían, desde su humanidad (no desde Dios) por mal camino, a mal destino iremos.

Por eso Señor, te pedimos que envíes tu Espíritu sobre nosotros, para que nos dé esos dones y carismas que cada uno necesitamos. Tú mejor que nadie, sabes de nuestras dificultades, de nuestras carencias. Y precisamente, necesitamos de armas para la batalla. Tú eres el único que nos proporcionas esas verdaderas armas, que nos ayudarán.

Ven, Espíritu Santo; abrásanos y llénanos de Ti.

sábado, 4 de junio de 2011

Ascensión del Señor

A los cuarenta días de la Resurrección, Jesús asciende al Cielo. Esto es lo que antes celebrábamos uno de los tres jueves del año que brillaban más que el sol, y que, salvo en algunas ciudades que siguen celebrando estas fiestas en jueves, la Iglesia pasó esta festividad al domingo.

Independientemente de qué día se celebre, lo importante es que Jesús ha terminado su misión, nos ha enseñado todo lo que tenía que enseñarnos, nos ha amado como no podemos entender. Y ahora, después de darnos los últimos consejos, nos invita a que sigamos sus pasos, nos invita a llevar la Buena Noticia a todo el mundo, nos invita a que prediquemos la conversión para que todos se salven, nos invita a que nos amemos como Él nos ha amado, pues es su mayor mandato, el mandamiento del Amor.

Pero... ¿Cómo vamos a hacer por el mundo entero lo que no somos capaces de hacer en nuestro alrededor? Cómo vamos a anunciar el Evangelio, si en nuestra propia parroquia, en nuestros propios grupos, en nuestros propios trabajos, en nuestros propios ambientes de amistad... somos incapaces de ser, siquiera humildes? Estamos en una sociedad en la que, al parecer, lo que prima es sobresalir sobre los demás, cueste lo que cueste, caiga quien caiga, pisemos a quien pisemos. Y eso mismo nos envuelve de tal forma que, como decía antes, es capaz de romper familias, amistades, grupos de oración... y así poco a poco, la Iglesia. ¿Qué podemos hacer? Esperar al Espíritu Santo. El Paráclito que nos ha prometido Jesús. Su Espíritu. El Defensor, el que nos va a enseñar el camino a seguir. El que nos dará la fuerza para amar, el que nos quitará los miedos...

Hoy Jesús asciende al cielo, después de pasar por este mundo haciendo el bien, cumpliendo su tarea a la perfección, dando su vida para salvarnos a TODOS nosotros, sin excepción. Hoy Jesús vuelve a la Gloria. Vuelve al Padre. En este detalle del cuadro de Anton Raphael Mengs, vemos cómo el Espíritu Santo y el Padre, esperan a Jesús, en compañía de toda la Gloria celestial, con los brazos abiertos, con todo el Amor infinito que sólo Dios tiene y nos da. Sin embargo, nos ha prometido que estará con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. Y no sólo eso, sino que, como decíamos antes, nos enviará su Espíritu.

Por eso mismo, desde YA, debemos empezar a invocar al Espíritu de Dios, para que el próximo domingo venga con fuerza sobre nosotros, con poder, llenando nuestros corazones de Amor, y regalándonos sus dones, que no son otra cosa más que armas y escudos para la batalla, y que, debemos saber usarlos para la Gloria de Dios y bien de nuestras almas.

También es nuestro deber ser dóciles a la voz de Dios. Saber escuchar (que no es lo mismo que oír) lo que nos pide para poder llevar a cabo lo que nos encomiende, dejando de hacer nuestra voluntad para hacer la voluntad de Dios. Sí, todos decimos lo mismo, pero lo difícil es llevarlo a la práctica, pues el enemigo nos tienta y terminamos haciendo el mal y daño a los demás, destruyendo poniendo de tapadera al Señor (diciendo que hacemos lo que el Señor quiere) en lugar de construir el Reino de Dios.

Por eso quiero decirte Señor que, aunque vuelves al Padre, gracias por quedarte con nosotros, gracias porque nos has prometido tu Santo Espíritu, gracias por la fuerza que nos das, gracias por tu Amor y Misericordia, y perdona por las veces que te hemos dañado y que, desgraciadamente, seguro seguiremos haciendo.

Sólo me queda decirte: Gracias por ser mi AMIGO. ¡Bendito seas Señor!
Bendice a todo el hermano que esté leyendo esto.

martes, 31 de mayo de 2011

María, nuestra Madre.

María, la Madre de Jesús y Madre nuestra, estando encinta, visitó a su prima Isabel. "Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!", fueron las primeras palabras de Santa Isabel, nada más oír la voz de la Virgen. Esas mismas palabras, hoy las repetimos en cada "Ave María" que rezamos. Y en verdad, es así. Ella es bendita entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de su vientre: Jesús.
Estando en los primeros meses de su embarazo, con todo lo que eso conlleva, María va a visitar a su prima, que también estaba esperando un hijo, al que hoy conocemos por San Juan Bautista; el que bautizó a nuestro Señor.
Dice San Lucas, que María se quedó con su prima unos tres meses, y luego volvió a su casa. Es decir, su embarazo avanzaba, y aún así, se quedó a ayudar su prima, que andaba más avanzada que Ella.

Pero lo más sorprendente, lo más maravilloso de este pasaje que hoy tenemos, es la oración, el cántico que salió de la boca y del corazón de la Virgen: El Magnificat.

En esta oración, lo primero que hace es una alabanza a Dios, admirando su grandeza, su poder, sus maravillas..., seguido de un gran acto de humildad por su parte. María no "se crece" al saberse la Madre de Dios, no. Todo lo contrario. Es más, tal y como le había dicho al ángel en la Anunciación, se hace esclava del Señor, y lo confirma en esta oración. A continuación, habla de la gran Misericordia de Dios, que no tienen fin. Sin embargo, aunque la Misericordia de Dios es infinita, también es infinitamente justo. Lo comprobamos en esta contraposición: Derriba a los poderosos, dispersa a los soberbios de corazón y enaltece a los humildes. A los hambrientos, los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Y finaliza, como no podía de ser de otra manera, con la esperanza en el Señor: Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Simplemente, maravilloso.

La Virgen es el ejemplo de humildad que debemos seguir. Ya en la alabanza primera, hace un gran acto de humildad; y es que reconoce la grandeza de Dios. Sólo Dios es Grande, sólo Dios es Todopoderoso, sólo Dios es Creador.

La Virgen es ejemplo de esclavitud. No sólo es la esclava del Señor, sino que se hace sierva de Isabel. Y cuando hablo de esclavitud, me refiero a servicial, a que brinda su ayuda. También a nosotros nos brinda esa ayuda constantemente, y no acudimos a Ella todas las veces que podemos. Hoy, nos lo vuelve a recordar.

La Virgen es ejemplo de obediencia de bien hacer. Nos advierte del Poder de Dios. Sabe lo que está bien y lo que está mal. Lo que agrada a Dios y lo que no quiere Dios de nosotros. Y nos lo muestra, nos lo enseña, para que no tengamos duda. Tanto es así, que hasta en las últimas apariciones, nos lo vuelve a decir: "Sed humildes". Y es que la soberbia, es el peor pecado, el primer pecado, y el que no somos capaces de quitarnos de encima ni porque Ella nos lo diga.

Por eso María, Madre nuestra, quiero agradecerte todo lo que haces por nosotros. En este último día del mes de mayo, he querido tener este detalle contigo. Un detalle que no quiere ser otra cosa que gratitud y pedirte perdón. Hoy acudimos a Ti, que nos brindas tu ayuda, para que nos alientes a seguir por el camino correcto. Tú, que tienes ese discernimiento que nosotros no tenemos, enséñanos hoy otra vez, lo que agrada a Dios para que seamos capaces de llevarlo a la práctica. Quizá lo que le agrade, sea que nos dejemos llenar de Él. Ayúdanos a eso, María. Pese a que nosotros a veces nos olvidemos de que estás ahí, Tú no te olvides de nosotros, porque somos unos necios que nos dejamos llevar por la soberbia, y nos alejamos de la humildad que debiéramos tener. No nos dejes, Madre, que sin Tí, andamos perdidos. Somos como esos niños traviesos que desobedecemos a nuestra Madre en nuestra ignorancia, pero que no por eso dejamos de quererla, y no dejamos de necesitarla a nuestro lado. Esos somos tus hijos, y Tú eres esa Madre paciente que nos ayudas las veces que hagan falta. Por eso también, queremos pedirte perdón. Por los momentos de desobediencia, de caprichos, de enfados absurdos, y de creernos imprescindibles y autosuficientes. Perdónanos, intercede ante tu Hijo por nosotros, y ten paciencia con nosotros.
Gracias de nuevo por ser nuestro ejemplo de humildad, de obediencia, de esclavitud... de Amor. Danos la gracia para que, también nosotros, podamos ir llevándolo a nuestras vidas, como hiciste Tú.

María, Madre nuestra; ruega por nosotros.

El Señor os bendiga.

martes, 24 de mayo de 2011

Auxilium Christianorum, ora pro nobis.

A pesar de que la jornada termina, hoy no podíamos dejar de felicitar a nuestra Madre, María Auxiliadora en su día grande.

Hay muchas historias acerca de la Virgen, pero hoy quiero traer una que me gusta mucho, y que quizá muchos conozcáis. Pese a que es 24 de mayo, no es una historia de Don Bosco, ni de la Virgen bajo la advocación de María Auxiliadora.

Dice así:
Santo Domingo predicó mucho el rezo del Santo Rosario. Un día le llevaron a un poseso, y Santo Domingo el rosario que llevaba siempre, se lo puso en el cuello a aquel hombre endemoniado. Luego preguntó a los demonios, que cuál era el Santo del Cielo que más temían; pero los demonios no contestaban. ¿La causa? Había mucha gente delante y no querían revelar el nombre. Sin embargo, Santo Domingo preguntaba una y otra vez, hasta que al final dijeron en voz alta: "¡La Santísima Virgen; nos vemos obligados a confesar que ninguno de los que perseveren en su servicio se condenará con nosotros; uno de sus suspiros vale más que todas las oraciones, las promesas y los deseos de todos los santos. Muchos cristianos que la invocan al morir y que deberían condenarse, según las leyes ordinarias, se salvan por su intercesión. Si no se hubiera opuesto a nuestro esfuerzo, hace mucho tiempo que tendríamos derribada y destruida a la Iglesia entera". El Santo hizo rezar el rosario a todo el pueblo, y los demonios marcharon, dando aspavientos.

En el Evangelio de hoy, Jesús nos dice "Ya no hablaré mucho con vosotros, pues se acerca el Príncipe del mundo; no es que él tenga poder sobre mí, pero es necesario que el mundo comprenda que yo amo al Padre, y que lo que el Padre me manda yo lo hago".
El Príncipe del mundo, colabora para que nos alejemos, pero María, la Madre de Jesús, nuestra Madre Santísima, tiene el poder de apartar a los demonios de nuestro camino. Ellos, no pueden siquiera, escuchar el nombre de María, pues les atormenta.

María, Madre nuestra, después de esta historia, en la que, una vez más, intercedes por nosotros, sólo podemos darte las gracias por todo. Hoy te quiero pedir por todo el mundo en general; pero permíteme que señale especialmente a las víctimas de la violencia, de la injusticia y de las catástrofes naturales. Por todos esos hijos tuyos que están inmersos en el mundo de la droga. Y por todos los niños no nacidos.
Acógelos, ayúdalos, cuídalos, cálmalos, y llévalos a la hora de su muerte al Paraíso, junto a Tu Hijo Jesús, donde sólo reside el Amor; ese Amor, que salva al mundo alejado.

María, Auxilio de los Cristianos; ruega por nosotros.

El Señor os bendiga.

domingo, 22 de mayo de 2011

Esos locos bajitos

Lindando con mi casa hay un hotel. Ayer regresaba yo de hacer unas gestiones, cuando veo que el aparcamiento del establecimiento empezaba a llenarse. Lo primero que pensé fue: "Comuniones". Siempre hablamos en este término tan genérico. No sé por vuestros localidades, pero últimamente oigo expresiones del tipo: "Este año hago la Comunión", "Mayo es el mes de las Comuniones", "me han invitado a una Comunión que se celebra en tal sitio"... Ya no suelo oír "Primera Comunión". Pero si lo pensamos bien, Comuniones tenemos todos los días, y desgraciadamente, no salimos con esas ganas de celebración. Debe ser que la primera es la que hace ilusión, y las demás, como la tenemos siempre, la convertimos en una rutina.

Pero no quiero desviarme mucho del tema. Hoy quiero centrarme en los niños. Recuerdo mi infancia y veo que éramos todos más inocentes, mas... niños. Hoy día, por regla general, -y echo mano de otra expresión coloquial- "los niños nos dan mil vueltas a los que nos consideramos adultos". Han aprendido todo más rápido. Saben de informática más que el propio Bill Gates; de sexo el que no sabe, lo intuye; de televisión, saben más que José María Iñigo; de tiendas, controlan las marcas y los precios de todo lo que les gusta, especialmente moda y videojuegos. Y, desafortunadamente, la mayoría (no todos, gracias a Dios) no aprenden los valores que aprendíamos antes, ni tienen las infancias inocentes como las que tuvimos antes. Y lo digo yo, que si me remonto sólo una generación atrás... ni os cuento.

Pero todo esto que dicen saber y conocer, estará muy bien, pero no los hará crecer como personas.El capitalismo, el dinero, el mundo... también se apodera de estas pequeñas almas. En varias ocasiones me han comentado, curiosamente lo mismo: "Me han invitado a una Comunión, y he comprado un reloj, porque no sé que le iba a comprar. Estos niños de hoy, tienen de todo..." Es cierto, y en su, aún cabeza de niño, por mucho que quieran ser mayores, no pueden apreciar todo lo que tienen.

Celebrar la Primera Comunión, -siempre hablo de una mayoría, sabiendo que hay muchas excepciones- no es eso propiamente dicho. Es decir, se han estado preparando para recibir por primera vez a Jesús Sacramentado, y ellos piensan en los regalos que van a recibir; porque así los estamos educando y enseñando.

María, Madre nuestra. Ayer, y a lo largo de este mes de mayo que te dedicamos, muchos niños han recibido por primera vez la Sagrada Comunión. Para algunos habrá significado algo importante, para otros... no tanto. Te pido, que cuides de estos locos bajitos, que son la alegría de las familias, que serán de los que dependa el mundo mañana. Algunos, no volverán a confesarse, ni asistirá a celebrar Misa hasta el día de su boda o de su Confirmación. Es deber nuestro, lo sabemos, saber llevarlos por el camino correcto. Pero necesitamos de tu ayuda, de tu sabiduría, de tus consejos. Acaban de conocer a Tu Hijo, y ojalá se queden con Él, y con su Amistad siempre, para que, día a día, lo vayan conociendo más y más, y te vayan conociendo a Ti, Madre Santa.

Jesús dijo "Dejad que los niños se acerquen a mí". "Si no sois como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos". "El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una rueda de molino y lo arrojasen al mar". Es decir, Jesús, siempre ha defendido a los pequeños, a los indefensos, a los niños, a los desfavorecidos. Por eso te pido, que intercedas ante Él, para que tenga misericordia de los más pequeños de la casa. Algunos tienen de todo, otros son traviesos, otros ni siquiera tienen padres, otros no tienen casa, otros son maltratados y violados, otros son buenos y llevan una buena vida... todos Señora, todos, necesitan que estés a su lado, y les ayudes según sus necesidades. Aún tienen que crecer, y necesitan ser guiados (como lo necesitamos todos).
Mi oración y mi petición especial, como ves, hoy va por todos los niños, sin excepción.

También quiero pedirte, que sigamos siendo niños, para que no perdamos o recobremos la inocencia, la bondad, la dulzura, la pureza de alma, la belleza, el amor, con el Dios nos creó y nos dio la vida.

María, Madre nuestra; ruega por los niños.
María, Madre del buen consejo; ruega por nosotros.

El Señor os bendiga.

viernes, 20 de mayo de 2011

Salud de los enfermos

Todos los días le doy gracias a Dios porque, hasta ahora, me libra de la enfermedad. Sin embargo, muchas veces pienso en todos los miles de personas que hay en los hospitales en el mundo, incluso en sus casas, o en geriátricos. Otros están enfermos en la calle... todo esto hace que le dé gracias con más intensidad.

Hoy quiero centrarme en la salud del cuerpo. La salud del alma, quizá mas importante, la dejaré para otra ocasión. Y es que cuando alguien está enfermo, lo primero que quiere es curarse. Crea o no crea, ofrezca sus dolores o no, salvo excepciones, todos queremos sanarnos. Es lógico. A nadie le gusta, normalmente, estar mal. Por eso, mi oración, como es de prever, es hoy por los enfermos.

María, madre nuestra. Sobra que te hable del sufrimiento en la enfermedad que tienen tantos hijos tuyos, ¿verdad?. Sabemos que lo que Dios permite, es por nuestro bien; pero Él también permite a veces que sucedan cosas, para que oremos más, para que pidamos unos por otros. Eso es lo que hoy quiero hacer.
Te pido Madre, Tú que eres, Salud de los enfermos, que seas el consuelo de estos hermanos nuestros que padecen alguna enfermedad. Intercede ante Jesús por todos ellos, para que Él los sane. Intercede para que nuestra oración de hoy, llegue limpia y pura ante tu Hijo Santísimo.

Jesús, hoy te pido que envíes tu Espíritu sobre las personas enfermas. Entra en cada uno y sana según su necesidad: Infección vírica o bacteriana, tumoración, sistemas óseo, reproductor, digestivos, circulatorio, muscular, respiratorio, linfático... y especialmente en los órganos afectados. Cálmales el dolor. Sánalos con tu infinito poder, y ten misericordia de cada uno.

María, no te apartes del lado de tus hijos, porque te necesitan, aunque ellos no lo sepan. Y si alguno está en fase terminal, llévalo de la mano ante Jesús, Madre de Misericordia. Cúbrelo y protégelo con tu manto de las garras del malvado. Porque, como te decimos en la oración del Ave María, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Que así sea.

María, Madre nuestra, Salud de los enfermos; ruega por nosotros.

El Señor os bendiga.

miércoles, 18 de mayo de 2011

La soledad

En este cuadro de Caspar David Friedrich, titulado "La cruz en la montaña", podemos ver la soledad del crucificado ante la inmensidad de la naturaleza. Se aprecia la pequeñez del hombre ante la creación. Esto es típico del momento en el que vive Friedrich, me refiero al Romanticismo, y él, a mi parecer, lo sabe expresar a la perfección en muchísimas de sus obras.

Entre tantas obras, he elegido ésta porque pienso que representa la soledad que debió sentir Jesús cuando lo crucificaron: Solo ante el mundo.

Esto lo siente hoy día millones de hermanos nuestros. Hay personas que no tienen nada en la vida, andan solos, por no tener no tienen ni casa donde vivir y refugiarse. Nosotros los llamamos vagabundos. Otras personas se han quedado solos después de un atentado, accidente o catástrofe natural. Se quedan sin casa, sin alimento, sin familia... Otros, aun teniendo bienes materiales han perdido a su familia y están solos. En casa, pero solos. Otros tienen familia, pero por razones laborables tiene que vivir a miles de kilómetros y, aunque mantengan contacto, incluso a diario, aunque tengan amigos, cuando llegan a casa se sienten solos. Otros, aunque sea la vida que eligieron, como pueden ser los sacerdotes, en muchos momentos del día, están solos (por no hablar de los ermitaños).

Todos sienten la soledad. De distinta manera, con más o menos necesidades; pero notan esa ausencia de calor. El calor que sólo da el amor de una persona al lado.

Querida María, Madre nuestra. Tú, mejor que nadie, sabes la soledad que sintió tu Hijo. Tú, mejor que nadie, sabes la soledad que sienten estos hijos tuyos. Hoy quiero agradecerte que yo no tengo esa soledad; pero sé de otros hermanos míos, algunos muy cercanos, que sí la tienen. Por eso, mi oración y mi petición especial de hoy es por ellos, Madre.
¿Sabes?, a veces he escuchado, incluso yo lo he dicho, que no estamos solos, que te tenemos a Ti, que tenemos a Jesús. Es cierto, en nuestro interior lo sentimos así. Pero también es cierto, que nuestra condición humana necesita de otras personas cerca de nosotros. Necesitamos el calor de ese ser que nos escuche, que nos hable, que nos comprenda, que nos ayude, que comparta con nosotros, que nos dé cariño, un abrazo en ciertos momentos, un hombro en que llorar en otros, y unas risas y momentos alegres en otros. Jesús, siendo Dios, sintió la soledad como hombre.
María, intercede ante tu Hijo, para que estas personas no sientan soledad. Acompáñalos Tú, en su silencio, añoranza, abandono, tristeza... Y envíales muchos ángeles para que puedan sentirse acompañados. Todos necesitamos de todos. La convivencia es difícil, pero muy necesaria, sobretodo para aquellos que no pueden vivir de forma tan eremita. Es una petición, pero como dijo Jesús, que se haga la voluntad del Padre.

María, Madre nuestra; ruega por nosotros.


Querido Juan Pablo II. Hoy, de seguir en este mundo, hubiera sido tu cumpleaños. Ahora estás con María, con Jesús, y con todos los ángeles y santos. Te pedimos, como intercesor nuestro, por esta causa.
Beato Juan Pablo II, intercede por nosotros.


Y a ti, que estás leyendo esto, si conoces de alguna persona que esté en esa situación desagradable, pídele a María por ella.
El Señor te bendiga y acompañe en tu caminar.

lunes, 16 de mayo de 2011

Los sucesores de "El Buen Pastor"

Hoy me he cruzado dos veces por la calle con el archiconocido P. Jorge Loring. Iba con las mangas de la camisa remangadas hasta los codos, con un maletín negro -que hacía juego con su ropa- en su mano izquierda, y con una gorra de visera azul -que no hacía juego con su ropa, pero le daba un aire simpático-. Andaba deprisa con sus casi noventa años, como si no le diera tiempo hacer todo lo que tenía planeado. La gente lo miraba y hacían comentarios del tipo "qué bien me cae". Él seguía su camino como si no fuera con él. Sin embargo, aunque yo pensara algo parecido, un pensamiento sobresalía al contemplar su andar rápido: "Este hombre es incansable. Hay personas como él, que no se rinden. Luchan y luchan y luchan... ¡Sencillamente, admirables!.

Estos días estamos escuchando y leyendo en el Evangelio, como es el Buen Pastor.
Hoy esta será la oración a María que comparta con vosotros.

Querida María, Madre Celestial. En este día, festividad de Santa Gema Galgani, quiero pedirte especialmente por los sacerdotes. Estos hijos tuyos, que han elegido dejarlo todo para seguir a tu Hijo y anunciar la Buena Nueva a todos. Estos hijos tuyos que se han convertido en los pastores del rebaño. ¡Cuánta falta nos hacen!. Sin ellos no podríamos recibir los sacramentos, pero especialmente no podríamos tener a Jesús Sacramentado. Sin ellos, nuestros pecados no podrían ser perdonados, y no podríamos experimentar la gran Misericordia de tu Hijo amado, y estaríamos llamados en lugar de a la Salvación, a la condenación eterna. ¡Qué horror sólo pensarlo, Madre!
Por eso te pido, que seas Tú quien los guíes y los protejas, especialmente a aquellos que, como hombres que son, están lejos de darnos buen ejemplo con su inoportuno hacer. Llévalos a que sean esos buenos pastores que necesitamos las ovejas descarriadas. Cuida de ellos con especial cariño, porque son un gran regalo que Jesús nos hace, y que, a veces, no sabemos apreciar. Ábrenos los ojos a nosotros, para que sepamos ver el don que tenemos en ellos y que somos incapaces de ver.
Vivimos momentos críticos, difíciles; Tú lo sabes mejor que nadie; y necesitamos de ellos para estar fuertes en la lucha.
De manera superlativa, te pido por el Papa Benedicto XVI, para que sea portador de lo que Dios quiere, a través del Espíritu Santo. Que sea Él quien obre en el Santo Padre para que, como Vicario de Cristo en este mundo, sea capaz de llevarnos, como el Buen Pastor, por el camino correcto.

María, Madre nuestra; ruega por nosotros.

Y a vosotros, queridos hermanos laicos y sacerdotes, que el Señor os bendiga.

domingo, 15 de mayo de 2011

Pidiendo a María

Hoy celebramos la festividad de San Isidro Labrador. Patrón de los agricultores. Por eso, como fruto del campo, he querido ofrecer a María, en el ecuador del mes que dedicamos especialmente a Ella, estas petunias del jardín de mi casa, que me parecían muy bonitas.
En las flores podemos ver muy bien el ciclo de la vida. Brotan de la planta, empiezan a abrir, crecen, están en su mejor momento (esplendor, belleza, colorido, formas...), se van apagando poco a poco, y terminan secándose y muriendo, dejando su sitio para que nazca otra flor.

Por eso hoy quiero pedirte María, en este día tan especial para mí, por todos los difuntos.

Algunos gozan ya de la presencia del Padre. Tú, que eres la Reina de todos los Santos, intercede ante tu Hijo para que Él permita, que estos santos y santas de Dios, también puedan ayudarnos e interceder por nosotros.

Otros aún están purgando su pena, pero son sabedores que gozarán del Paraíso a Tu lado, Madre. Por eso mi oración-petición, es especialmente por ellos. Para que su purificación sea rápida y puedan disfrutar cuanto antes de Dios y de Ti, Madre Santísima.

También aprovecho para pedirte por las familias que han perdido hace poco a un ser querido. Tú, mejor que nadie, sabes lo que es. Por eso, sé Tú el consuelo, aliento y apoyo que necesitan; el pañuelo que seque sus lágrimas y dales de Tu Esperanza, para que no duden y tengan la confianza, como Tú la tuviste, de que un día nos reuniremos todos juntos.

Conocedores de la Resurrección de Jesús, intercede Madre, para que ¡Él convierta nuestro luto en alegría, nuestro lamento en baile!

Y ahora, María, quiero agradecerte todo lo que nos has dado y, te agradezco de antemano, todo lo que estás haciendo en este mismo instante, y lo que seguro seguirás haciendo por todos nosotros, Tus hijos.

María, Madre nuestra; ruega por nosotros.