martes, 22 de diciembre de 2009

Navidad

Aprovechando las fechas que se avecinan, quisiera hablar de la Navidad. Pero antes de seguir me cuestiono una cosa. ¿Qué es la Navidad? Pienso que es una fiesta en la que se conmemora el nacimiento de Cristo. Esto es lo que, al menos debería ser para los cristianos; pero los ateos, agnósticos… no tienen por qué celebrar esta fiesta y sin embargo lo hacen, igual que la semana santa. Y es que la navidad se ha convertido en un período de, vacaciones para muchos, sobretodo para los estudiantes, en los que nos da por comprar como locos y comer como romanos hasta ganar esos quilos que hemos perdido en los 355 días restantes del año.
Pero yo voy más allá. ¿No somos algo hipócritas (la sociedad en general), cuándo realizamos o nos dejamos llevar por ese consumismo?. El consumismo en sí no es malo, pero nos vemos “obligados” a comprar regalos, y a comer mariscos, pavo, cordero, jamón de pata negra, etc. Hay mucha gente que son capaces de pasar hambre en la famosa “cuesta de enero” por despilfarrar durante 10 días, otros no llegan a fin de mes y se sienten culpables por no entrar en este juego. Estos últimos sienten tristeza y una especie de depresión por el hecho de no poder obsequiar a familiares y amigos con regalos, cuando la gente de alrededor vive inmersa en un consumismo feroz, “demostrando” así lo mucho que “quieren” a las personas que les rodean. Ante esta situación, se teme que los amigos y familiares piensen que no se les aprecia, y la persona se siente culpable por no ganar más dinero para “demostrar” a su familia lo mucho que les quiere.
Y es que, aunque la pobreza y precariedad existe todo el año se hace más patente en Navidad, ya que contrasta con el despilfarro propio de estas fechas. Todo ello en exceso, porque socialmente se entiende que una celebración debe ir asociada al derroche.
Podríamos hablar del día de Reyes, celebrado por muchas personas el día de Navidad para que los niños puedan jugar con los regalos y juguetes nuevos durante las vacaciones. ¿Qué regalamos hoy a los niños?. Muchos siguen con regalos tradicionales: la muñeca inofensiva, las cocinitas, la bicicleta o monopatín… pero otros muchos regalan muñecos gladiadores, guerreros del espacio, la pistola que dispara un rayo láser que te fulmina al instante… fomentando subliminalmente la violencia y terrorismo, aunque parezca algo exagerado, porque al ser humano nos gusta matar, destripar al enemigo… Aparentemente me estoy desviando del tema, pero no es así. Esto que decía referente a los juegos violentos, viene dado por la publicidad y por ese mundo de consumismo llamado Estados Unidos, que nos bombardea continuamente con productos de Hollywood, donde apreciamos películas bélicas y de ciencia ficción donde todos luchan contra todos, y por supuesto películas donde la familia, la navidad, las reconciliaciones etc. es muy bonita siempre y cuando vayan acompañadas de regalos, luces, el árbol de Navidad en Rockefeller Center, y demás objetos atractivos que todo el mundo quiere tener y momentos casi irreales que todo el mundo quiere vivir.
¿La Navidad nos hace felices? Creo que intentamos pasar unos días felices, pero el consumismo nos envuelve y, no creo que por atiborrarnos de mazapanes, polvorones, pestiños… seamos más felices, porque cuando termina la Navidad todo vuelve a la normalidad; dejamos de comer y comprar tanto, dejamos de ver a ese primo que vive lejos, dejamos de tener contacto con aquella persona a la que le regalaste un decantador de vinos precioso porque es tu “amigo” y en estas fechas olvidamos los enfados porque es Navidad. Yo estoy en contra de la Navidad en el tema consumismo, en la mayoría de las veces innecesario; y no en el terreno de las relaciones humanas, pero… ¿por qué no es Navidad el resto del año para que todos seamos más felices?
Feliz Navidad y mis mejores deseos para todos en el 2010.
Que Dios os bendiga.

domingo, 22 de noviembre de 2009

Amistad

Leemos en Wilkipedia, que la amistad (del latín amicus; amigo, que posiblemente se derivó de amore, amar) es una relación afectiva entre dos o más personas. Y es cierto. La amistad tiene su raíz en el amor. Si no hay amor, no puede existir amistad. Parece algo elemental, pero a la hora de ponerlo en práctica no lo es siempre. Cuando tenemos una amistad verdadera, esto es, basada en el amor, estamos con esas personas a las duras y a las maduras, para lo bueno y para lo malo. Pero muchas veces, ves que esa amistad no es tal. Sólo te quieren para las duras. Es decir, te quieren cuando te necesitan para algo y cuando ya te han sacado partido, se olvidan de ti, como un pañuelo de papel. Entonces es cuando te sientes utilizado, traicionado… Muchos nos llamamos entre nosotros “hermanos”. Y es cierto, todos somos hermanos en el Señor, pero la hermandad también está basada en el amor. Cuando ese amor es inexistente, no es lo suficientemente fuerte, o sólo existe por una parte y no por las dos, la palabra hermano se convierte en una mentira. ¡Qué pena!. Yo llamo a esta relación “amigos de conveniencia”. ¡Cuántas relaciones de este tipo tenemos a lo largo de nuestras vidas!. ¡Qué sensación tan desagradable! Pierdes la confianza que pudiste tener con aquella/s persona/s y, al perder la confianza, se derrumban hasta los posibles pilares de aquella “amistad”.
Surgen los silencios, los secretos, desconfianza, negaciones, desplazamientos… al final te sientes un bicho raro en medio de la sociedad. Cuánto dolor cuando te lo hacen personas que pensabas que eran amigas ¿verdad?.
Dicen que los amigos se cuentan con los dedos de las manos. Yo añado que a la mano le sobran tres o cuatro dedos.
A veces decimos que estamos para servir al Señor y que hacemos su voluntad. Y puede que sea cierto, pero también es indudable que la ceguera y la sordera están presentes en Israel.
Le preguntaba al Señor el porqué de estos engaños, traiciones, desencantos… y obtuve la respuesta inmediatamente. Tenemos que ganar en misericordia. Nosotros le traicionamos cada día muchas veces, y luego vamos a pedirle que nos ayude en tal cosa o en otra. Él nos perdona con infinito amor, se olvida de nuestras faltas y nos da lo que necesitamos en cada momento. Y esto no lo hace con una persona o dos, lo hace por toda la humanidad. “Vosotros sois mis amigos y la prueba más grande de amor que alguien puede hacer por sus amigos es dar la vida por ellos”.
Hoy celebramos la festividad de Cristo Rey. Pero Jesús, siendo el Rey de reyes, el Rey del universo, es a la vez el Rey más humilde y misericordioso. Él no nació en una clínica privado o en un palacio, sino en un establo. Su corona no es de oro y piedras preciosas sino de espinas. No luce capa ni lujosos ropajes, sino que es despojado de sus vestiduras y tiene un manto púrpura a modo de burla. No tiene cetro real, sino una caña en sus manos atadas. No tiene joyas sino heridas. Y además de todo esto, nos ama, nos perdona y es el verdadero amigo. El amigo que nunca falla.

jueves, 29 de octubre de 2009

María y los santos

Hermanos; estamos terminando el mes de octubre. En breves días, noviembre nos envolverá un año más. Si echamos la vista atrás, comprobaremos que hemos tenido dos días señalados este mes que nos deja. Uno dedicado a la Virgen del Pilar, y otro, a la Virgen del Rosario. De hecho, el mes de octubre, la Iglesia lo dedica a esta bendita oración. Hemos tenido este mes y estos días, quizás para recordarnos cuán importante es el rosario en nuestras vidas y, para que no se nos olvide la presencia de María Santísima en el plan divino de salvación del Señor. María como pilar. Pilar en el que Jesús se apoyó durante toda su vida. Y pilar nuestro, porque también es nuestro apoyo, nuestra intercesora. Por otro lado, podemos decir, que un pilar importante en nuestra vida de cristiano es el Santo Rosario. Por tanto, las dos festividades están íntimamente relacionadas.
El mes de noviembre, es el mes que la Iglesia dedica a los fieles difuntos. El día 1 celebramos la festividad de todos los santos. Esto no es otra cosa que la celebración de esas almas que ya son santas en el cielo, aunque la Iglesia no las reconozca como tal. Son los santos anónimos. Es decir, podemos tener un familiar o un conocido que sea santo, y sin embargo no esté en los altares. Y el día 2, celebramos el día de los fieles difuntos. En ese día, pedimos por todas esas almas que aún están purgando sus pecados. Están en un estado de espera, en el que, por una parte sufren porque aun no han visto el rostro de Dios, pero por otra parte, tienen esa esperanza, esa seguridad de verlo en algún momento, que hace que la espera sea más llevadera. Nuestras oraciones y nuestras misas ofrecidas por ellos, les ayuda a ir purgando, ir quemando eso que todavía les queda ahí y les impide, por ahora, tener ese estado de pureza.
Ahí también, nuestra Madre Santísima, cumple con su papel fundamental de intercesora. Como hizo en las bodas de Caná, pide a su Hijo Jesús, por las almas de sus hijos terrenales: nosotros. En otras palabras; nos echa una mano. También nos conforta y nos arrulla en el dolor por la pérdida de un ser querido, pues Ella, mejor que nadie, sabe lo que es eso.
Pues que sepamos aprovechar estos días para pedirle a la Virgen, orar y ofrecer misas por los difuntos. Familiares, amigos, conocidos, incluso desconocidos. Y recordemos y tengamos en cuenta una cosa. Nosotros le hacemos un favor enorme a los difuntos cuando oramos por ellos, le damos un empujoncito más hacia su meta (que no es otra que la nuestra). A cambio, ellos nos ayudan, dentro de sus posibilidades. Es una ayuda mutua, una simbiosis. La “común-unión”. Aunque sólo sea por eso, oremos por una pronta purificación de sus almas. Seguro que nos gustará que alguien haga lo propio por nosotros si llegamos a estar en ese estado.
Que así sea.
Dios os bendiga.

domingo, 27 de septiembre de 2009

Enseñanza

Hermanos. Os dejo la enseñanza, comentario, reflexión... sobre el evangelio del XXVI Domingo del T.O. Ciclo B, es decir; este domingo 27 de septiembre de 2009, que impartí el pasado miércoles 23 de septiembre de 2009 en el grupo Manantial, de RCCE, en Algeciras.

Evangelio según San Marcos 9,38-43.45.47-48.

Este Evangelio tiene tres partes diferenciadas que voy a pasar a explicar ahora.
1. Creer que tenemos la exclusividad.
2. El escándalo de la comunidad.
3. El escándalo con nosotros mismos.

PRIMER PUNTO

En primer lugar, leemos que Juan se acerca a Jesús, creyendo que había hecho algo bueno. Orgulloso porque pensaba que había realizado un gesto importante a favor del Reino y esperaba una respuesta de aprobación del Maestro. Hay que tener en cuenta que ellos habían recibido el poder par expulsar demonios en Su nombre “Llamó a los doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus inmundos”. (Mc. 6, 7), por tanto, creían que eran los únicos que poseían ese don.
La respuesta de Jesús no se la espera. “No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mi”.
Hay que recalcar que no se hacen milagros con solo nombrar a Jesús, como si fuera una fórmula mágica, sino que es la fe en Él la que nos hace obrar esos milagros si Él lo ve conveniente.
Ellos pensaban que tenían la exclusiva del proyecto de Dios en el mundo, y nosotros en numerosas ocasiones también. Se les olvidó y se nos olvida, que el Espíritu Santo no se encierra en grupos, sino que es libre y puede actuar en los momentos y personas que menos nos imaginamos. “El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo nacido del Espíritu” (Jn 3, 8). Pero somos nosotros los que no dejamos actuar al Espíritu. Si nos da un don, pensamos que somos los únicos que tenemos ese don, nos crecemos, como si fuese algo nuestro y nos volvemos soberbios. Igual que los discípulos, pensamos que somos exclusivos de Jesús. No nos damos cuenta que TODOS somos iguales ante Él, TODOS. El que seamos seguidores de Cristo no es mérito nuestro, somos elegidos por Él. Lo contrario nos hace caer en la envidia y en soberbia.

Ningún discípulo obtuvo méritos para serlo. Jesús los eligió a ellos, y no precisamente porque fuesen los mejores; al contrario, había muchos mejores que ellos. Quizá, precisamente por eso los eligió.
Pues así también nosotros actuamos como Juan ante el que exorcizaba en nombre de Jesús. A veces se da el caso, que vemos a alguien de nuestro grupo hacer algo que nosotros no hemos hecho todavía. Y pensamos cosas como “qué se habrá creído éste para ser más que yo”. Si esto pasa dentro de los mismo grupos, imaginaos lo que hacemos con el que no es “de los nuestros”. Nos entra en el cuerpo una cosa rara que podríamos denominar envidia y celos espirituales. Y precisamente algo que desagrada a Jesús es el celo espiritual, ya que muchos que están cerca de Él se creen (o nos creemos) llenos de derechos para juzgar e impedir que otros se acerquen también.
Jesús no es patrimonio de unos cuantos, el discípulo de los comienzos y nosotros mismos (discípulos de hoy), tenemos que aprender a trabajar para la Gloria de Dios codo con codo con todo aquel que hace el bien, aunque no sea de nuestro grupo, aunque no sea de nuestra parroquia, aunque no sea persona de iglesia. Recordamos lo que dice Jesús en el Evangelio que tratamos hoy: “el que os dé a beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará sin recompensa” Si Jesús no lo condena ¿quiénes somos nosotros para hacerlo? Todo lo bueno que hay en el mundo es obra del Espíritu Santo, aunque sea a través de personas que no sean “de los nuestros” como decía Juan a Jesús.
Los discípulos en este pasaje, quieren dominar, no quieren servir. ¡Qué frecuente es ponernos en contra de alguien y considerarlo enemigo sencillamente porque hace cosas que nosotros no sabemos o no queremos hacer! La envidia manifiesta nuestra propia impotencia.
¿Cuántas veces hemos oído (por decir algún ejemplo que nos suene más cercano) que Fulanito o Fulanita tiene tal don y se ha contestado que eso hay que discernirlo? Y se nos pasa la vida discerniendo sin dejar actuar al Espíritu. Porque, como los discípulos, pensamos que somos únicos y los demás no sirven para nada. Y es que, el discípulo inseguro soporta mal que el Espíritu sople donde quiere.
Todo el que hace el bien vive según el Espíritu, esté donde esté. A veces decimos que una persona no se salvará si no conoce a Cristo. Y a lo mejor esa persona obra bien, pero es musulmán. Volvemos a creernos exclusivos de Jesús, y los demás son enemigos para nosotros. Si Dios nos ha hecho cristianos es por que Él ha querido. Y si la otra persona es musulmana, también Dios lo ha querido así. No conocemos los planes del Señor, y quizás a nosotros, precisamente por ser cristianos comprometidos y CATOLICOS (universales), nos pedirá más. Como en la parábola de los talentos que todos conocemos.

SEGUNDO PUNTO.
Aquél que denominábamos Escándalo de Comunidad.
Decíamos antes que el que hace el bien a los demás no quedará sin recompensa.
No podemos en nombre de Jesús ir por la vida viendo enemigos en todas partes. ¡Ay de los que escandalicen por su empecinamiento en creer que no hay más caminos que los indicados en sus mapas!
El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar” Y aquí se plantea el tema del escándalo. Normalmente, la gente entiende por escándalo, una noticia que sorprende. Algo que ha pasado con alguna persona conocida… Al mismo Jesús le pasó cuando fue a enseñar en la sinagoga y la gente lo reconoció: “qué sabiduría es ésta que le ha sido dada? ¿Y esos milagros hechos por sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María…” (Mc. 6, 2-3) También se entiende escándalo por actitudes obscenas… El caso es que va más allá de todo eso.
Escándalo es una palabra que procede del griego “Skandalon” y que viene a significar “la piedra con la que se puede tropezar”, “trampa”, “tropiezo” …escandaliza, por tanto, el que hace caer al otro. También puede significar “obstáculo”, impidiendo, en esta acepción, el acceso al reino. Lo de pequeñuelos que dice Jesús en el Evangelio, podemos traducirlo como los sencillos, los débiles, no necesariamente los niños.
Según el Catecismo de la Iglesia Católica, el escándalo constituye una falta grave cuando por acción u omisión se induce deliberadamente a otro a PECAR.
Por eso pienso, que es importantísima la formación. No para decir “cuánto sé” y caer en la soberbia una vez más, sino para poner en práctica los conocimientos adquiridos “gratis lo recibisteis, dadlo gratis” (Mt. 10, 8). Ya que podemos decir cosas que pensamos, en nuestra ignorancia, que son correctas pero no lo son, escandalizando y confundiendo a los demás. Y eso es una de las peores cosas que podemos hacer. Escandalizar. Es decir, hacer caer en el pecado a los demás. Y es que no es dar simplemente nuestra opinión, es que estamos jugando con la salvación de las almas, no estamos siendo conscientes y luego Dios nos pedirá cuentas de ello.
Escandalizamos y echamos para atrás a los demás. Perdemos oportunidad de evangelizar con nuestra palabra, y sobretodo con nuestras obras. Porque no sólo escandalizamos con la palabra, sino que, con nuestro comportamiento decimos quiénes somos. Hablar… podemos incluso tener un don de palabra maravilloso y desperdiciarlo mintiendo. Pero la clave para reconocer a Cristo y a sus seguidores son los frutos que dan, sus obras. “Por sus frutos los conoceréis” (Mt. 7, 16)
No ser transparentes, ni claros, sobretodo en las cosas del Señor, es otra forma de escandalizar porque lleva a los demás a la desconfianza, a la desunión, a eso que llamamos “mal rollo” entre los hermanos; y eso creo que todos lo hemos vivido y experimentado, y no se pasa bien.
A veces deformamos nosotros la enseñanza divina. No nos dejamos transformar por ella sino que la modificamos y la interpretamos a nuestra imagen y semejanza, es decir, según nuestras limitaciones e intereses particulares. Al final no hablamos de la Palabra de Dios, sino de la nuestra, y esa es la razón por la que, no sólo confundimos a los demás, sino que el nombre de Dios es blasfemado.
Las víctimas del escándalo son primero los niños porque son los mas dependientes de los mayores y por lo tanto los mas vulnerables. También son vulnerables los que no tienen una fe bien formada. Por otra parte el cristiano practicante que vive sujeto al Señor debe saber distinguir entre el error contenido en el escándalo y el verdadero camino de Jesús. Pero este cristiano no puede presumir como si estuviese por encima del peligro. Más bien debe saber que el mismo puede convertirse en escándalo si no vive coherentemente con lo que profesa. Este tipo de escándalo, el de los cristianos practicantes, es el más dañino precisamente porque desacreditan el Camino de Jesús. Como los fariseos, ni entran dejan a otros entrar.
Peca pues de escándalo, no sólo aquél que incita a pecar, por ejemplo a hacer hurtos, a jurar en falso, a embriagarse, a dar falsos testimonios, a vengarse… sino también, como veíamos ates, el que da mal ejemplo con sus obras; los que maldicen, juran, blasfeman, y otros muchos más.
Es como un segundo pecado original. ¿Por qué? Porque lo transmitimos de generación en generación. ¿Por qué hurtan, blasfeman, mienten… la generación de hoy? Porque lo aprende de la anterior, y esta de la anterior y así, hasta los comienzos. Damos mal ejemplo desde los inicios de la creación, a las generaciones siguientes.

TERCER PUNTO
El escándalo individual, con uno mismo. Y es que a veces, no sólo es el demonio el que nos incita a pecar, sino que el pecado procede de nosotros mismos. Somos nosotros quienes nos incitamos a pecar. El Señor lo deja muy claro que somos nosotros y cómo debemos luchar para evitarlo. “Si tu mano te hace caer, si tu pie te hace caer, si tu ojo te hace caer…” Jesús no quiere que nos mutilemos, pero, al igual que a veces tenemos que amputar un miembro del cuerpo, en una intervención quirúrgica para salvar el resto del cuerpo y seguir viviendo, el Señor nos dice que es preferible que nos cortemos una mano, un pie, o nos saquemos un ojo, si es lo que nos va a impedir alcanzar la vida eterna; porque la mano y el pie son instrumentos de la actividad y del movimiento, y ahí está el peligro, en una mala actividad o en un movimiento erróneo que nos conduce por el mal camino. El ojo sería, el mal deseo. No obstante, no hay que tomar al pie de la letra eso de amputarnos una mano; sino que tenemos que quitarnos o amputarnos, ese obstáculo, eso que nos hace caer en el pecado. En otras palabras, vencer como sea la tentación de pecar. Si no entramos en el Reino, hemos fallado en nuestra misión y, no sólo eso, sino que, como fruto tenemos la condenación eterna. La cuestión es que hemos decidido seguir a Jesús, y tenemos que hacerlo aunque encontremos situaciones dolorosas, aunque en ello nos vaya la propia vida, como les sucedió a los mártires. El Señor no quiere medias tintas. “Pero eres sólo tibio; ni caliente ni frío. Por eso voy a vomitarte de mi boca” (Ap. 3, 16).

lunes, 17 de agosto de 2009

¿Hermanos Costaleros?

El hombre es soberbio por naturaleza. De hecho, lo que llamamos “pecado original” no es otra cosa que soberbia. Y es que desde el principio de los tiempos, todos queremos ser grandes.
La vida es como una rueda, y como tal, las situaciones que vivimos no son nuevas, ya se han vivido en otro momento y en otro lugar quizás. Es un ciclo. Como un reloj.

Cuando en una guerra un grupo se debilita tras una batalla, no quiere decir que desaparezca, sino que, simplemente eso; está debilitado. ¿Pero qué sucede?, que el enemigo aprovecha para meter sus topos en el grupo debilitado, y los que no eran nada, aprovechan para tener un cargo de sargento o capitán. Todos meten el codo para subir de cargo y poder saber más y gobernar sobre los demás… ¡ay, el famoso poder!

Muchos de los que hemos estado dentro del mundo cofrade, sabemos que esto pasa también en nuestras hermandades ¿verdad? Después del anterior gobierno por parte de una junta; la nueva, recién elegida, algo desorientados, en su primera aparición pública en los cultos externos, sólo quiere lucir varas, insignias, mantillas, cara de los domingos… pero, ¿quién lleva el paso? Si no existieran costaleros, poca imagen sacarían a la calle. Si ellos mismos cargasen, no se les vería, y por tanto, no serían de la junta de gobierno… y es que aparentar lo que no somos, es nuestro punto flaco. Nos ponen un traje y una vara y ya pensamos que somos poco menos que héroes.
Pues en nuestros grupos de oración pasa lo mismo. Después de un ciclo, los nuevos miembros que lo gobiernan, desorientados, no saben muy bien por dónde ir, pero tampoco te dejan enseñar o aconsejar. Otros miembros aprovechan para buscarse un cargo y poder lucir “vara e insignia”. Todos quieren ser “encargados de…” pero nadie quiere cargar de verdad el paso. Así es imposible avanzar.

Pero sabemos que son ciclos, como decíamos antes. Y pasarán estos momentos. Se superarán las dificultades, se solucionará lo que aparentemente hoy es imposible, y cual ave Fénix todo resurge de sus propias cenizas. Por eso la confianza en Dios no nos debe faltar. Debemos vivir con humildad, esperanza, confianza y paciencia porque, como siempre decimos, los planes del Señor no son los nuestros y no los conocemos. Sólo Él sabe lo que es mejor para nosotros en cada momento. Pero eso no quiere decir que lo que vivimos es lo mejor, sino lo que Dios permite para nuestras enmiendas, nuestros aprendizajes. De nosotros depende aprovecharlo y saberlo ver.
Pronto nos daremos cuenta que todos no podemos ser hermano mayor, ni mayordomos, ni secretarios de una hermandad, sino que somos –y es necesario que así sea- costaleros o cargadores. Debemos ser conducidos por el capataz y contraguías, pero nuestro trabajo es llevar a Cristo y a María Santísima por donde vayamos, sin necesidad de que se nos vea ni que se nos reconozca nada. Humildes, cargando en las trabajaderas y ocultos bajo los faldones del paso.

Dios os bendiga.

sábado, 25 de julio de 2009

Festividad de Santiago Apóstol

Celebramos la festividad de Santiago Apóstol. En el Evangelio de este día (Mt. 20, 20-28) encontramos algo que, como siempre, podemos llevar a nuestros días: “el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo”.
¡Menuda cosa les dijo! ¡Bonitos somos nosotros si nos dicen algo así!. Y es que el hombre, en su condición humana, esto es, pecadora, tiende a querer sobresalir entre los demás. Tiende a que se le reconozcan los valores que tiene (aunque carezca de ellos), lo que hace o deja de hacer,… quiere ser grande entre los demás pero creyéndose grande. Vamos, que a nosotros lo que nos gusta ser es jefe, mandar y que se nos reconozca nuestro poder ante los demás. Le pasó incluso a Pilato frente al propio Jesús, y tuvo que ser Él mismo, ya casi sin fuerzas para hablar, quien le dijo: “No tendrías ningún poder sobre mí, si no te hubiese sido dado de lo alto” (Jn. 19,11) Es decir, que no somos ningún humano superior a otro. Y si queremos seguir a Jesús, tenemos que seguir su enseñanza. Y no es una enseñanza de palabra. No. Es que, Él nos dio ejemplo con su hacer. Que no nació para ser servido sino para servir y dar su vida por todos nosotros. Y así lo hizo. Recordemos también, “Todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido" (Lc. 14, 11). Constantemente nos está repitiendo las cosas en distintas ocasiones, de formas similares pero con distintas palabras, porque sabe que somos “duros de mollera” para que las oigamos y escuchemos. Siempre nos dice que sirvamos en silencio y sin esperar nada a cambio (amor), que vivamos con humildad; y ¿nosotros qué hacemos? Nos gusta ser servidos, o mejor aún, servir o aparentar que servimos esperando la medalla o la famosa palmadita en la espalda. Y eso de humillarnos, ni hablar. ¿Qué se ha creído “Fulanito” para ser más que yo? La soberbia nos envuelve. Pero parémonos y fijémonos en Jesús, nuestro maestro. Siendo Dios, se humilló hasta el punto de hacerse hombre, y no contentos con esto, lo matamos porque dice que es Rey.
No sé a qué estamos jugando. O sí lo sé. En realidad nos estamos jugando la vida eterna. Vivir para siempre con Él y con su Madre Santísima en una felicidad plena. Y la estamos perdiendo por la tontería de querer ser.
Recordemos lo que dice hoy Jesús en el Evangelio de modo contundente. Nos manda (siempre dándonos la libertad de elegir lo que queramos) “no será así entre vosotros…”, que al fin y al cabo, quiere decir que nos amemos. Porque si hay amor verdadero entre nosotros, no cabe la posibilidad de querer ser más que nadie.


Dios os bendiga.

sábado, 4 de julio de 2009

Pequeña reflexión

Reflexionando hace unos días sobre el bien y el mal se me vino a la cabeza una cosa que, sé que no es nada nuevo, pero voy a compartirlo con vosotros.
Pensaba que el mal se cuela por cualquier sitio; como agua entre las manos. Sólo hace falta que entre una gotita para que entre el resto. Es rápido, ruidoso, y aparentemente exitoso. En contraposición tenemos el bien. Actúa lento, es muy silencioso y aparentemente es el perdedor del juego. Los que queremos estar al lado del bien, tenemos que aprender a vivir con mucha humildad, paciencia, confianza en Dios y ser constantes. En ocasiones, cuesta porque parece que todo nos sale mal, pero… ¿nos sale mal de verdad? El Señor hizo al hombre de barro, pero seguro que usó agua para modelarlo. Ese agua que se cuela, como decíamos antes, por toda grieta o simplemente entre nuestras manos. En esta reflexión estamos usando agua como sinónimo de mal, pero ¿no estamos entonces en una contradicción? No creo. Aunque parezca lo contrario, con el mal podemos obtener virtudes que sin él, quizás nunca podríamos tener. En la lucha contra el mal, en la lucha con las tentaciones es donde nos hacemos fuertes, virtuosos y nos acercamos más a Dios. Por eso el mal no está ahí por casualidad y por eso mismo, aun sabiendo que el mal no nos beneficia (aparentemente), Dios lo permite para que crezcamos. Sólo tenemos que tener los sentidos muy abiertos para no aceptarlo, sino rechazarlo y usarlo para nuestro bien.
Dios os bendiga.

martes, 23 de junio de 2009

Vacaciones

Llegó el verano y con él las vacaciones. Vacaciones para los niños, para los trabajadores y hasta el parado tiene vacaciones. ¿Pero los hijos dejamos de ser hijos en vacaciones?, ¿los padres dejan de ser padres en vacaciones? Casi podemos decir justo lo contrario; porque la familia suele “veranear” junta, y los que no lo hacen juntos, al menos, se telefonean para saber unos de otros. Entonces… ¿Por qué damos vacaciones al Señor? Hay gente que incluso dejan de ir a misa el domingo porque están de vacaciones.

Los padres que tienen hijos pequeños están más pendientes de ellos ahora que en otra época del año. Cuando están en la playa o en la piscina, los vigilan constantemente para que no les pase nada ante el peligro del agua, peligro que los niños en su inocencia no ven. Pues nosotros igual, porque somos hijos de Dios, y Él, como nuestro Padre, no cesa ni un segundo de vigilar ni de cuidar de todos nosotros. Y, al igual que los hombres, mucho más ahora en este tiempo vacacional, donde el ocio nos envuelve de forma superlativa.

Siempre hemos oído decir que es mejor estar muy ocupados para no estar ociosos; porque el ocio es una inmensa grieta por la que se cuela el enemigo para poder hacer de las suyas.

Pues que en este tiempo de vacaciones, lo pasemos bien, descansemos y cojamos fuerzas para el resto del año, pero no dejemos de lado al Señor porque es nuestro Padre y Creador y a Él le debemos todo lo que tenemos. Sí, todo lo que tenemos, hasta las playas que usamos para pasar ese tiempo de relax que tanto pensamos que nos merecemos.

Que así sea.

Dios os bendiga.

viernes, 19 de junio de 2009

El perdón

Mis queridos hermanos. Hace tiempo que no escribo nada. Siempre he tenido algo que hacer y me ha impedido hacerlo. Cierto es que, podría haber sacado tiempo, pero también confesaré que tengo tantas cosas que me gustaría escribir, que se me acumulan en mi cabeza y no me dejan centrarme en ninguna en concreto. Aunque no tengo obligación de escribir nada, quiero pedir perdón porque es algo que me había propuesto y no estoy siendo capaz de cumplirlo.
He estado, como muchos de vosotros sabéis (ya que también habéis estado) asistiendo a una serie de charlas o enseñanzas por parte de un par de hermanos en el Señor. Muchas veces he asistido a oraciones de sanación interior, he leído acerca de ellas, he oído y leído testimonios de esta poderosa oración. Y, aunque van íntimamente relacionadas, son pocas las veces que he escuchado una charla sobre el perdón. Y quizás hoy, al asistir a una enseñaza y una oración de perdón, me ha hecho pensar y escribir sobre esto.
Hemos oído decir “yo perdono pero no olvido”. Siempre me he preguntado que cómo es posible tal cosa. Si no olvidamos nos queda ese resentimiento, esas ansias de venganza que hace que nuestro perdón no sea tal cosa.
Es cierto que si no perdonamos nos queda eso en nuestro interior. Cuando vemos a la persona que no hemos perdonado, se nos remueve algo dentro que no es bueno; y no es bueno porque además, las sensaciones son desagradables, de malos deseos, de odios, rencores… es el pecado que tenemos y nos va consumiendo sin que nos demos cuenta.
A mí siempre me surgía una duda con esto del perdón, y lo digo por si alguien también la tuvo o la tiene y le pueda servir. ¿Cómo podemos perdonar y amar a nuestros enemigos? Y entiendo por enemigo en este contexto, aquella persona que nos ha hecho daño en más de una ocasión (cuanto más si el daño ha sido reiterativo). Para empezar, nosotros tampoco somos perfectos y supongo que nos gustaría a todos que, si nos equivocamos con alguien ese alguien nos perdonase. La Biblia nos dice que Pedro preguntó a Jesús: ¿Cuántas veces tenemos que perdonar? Y Él le contestó que 70 veces 7. Esto no quiere decir que debemos perdonar 490 veces, sino que debemos hacerlo las veces que haga falta. Parece sencillo dicho, pero cuando llega la hora de la verdad, nos cuesta perdonar hasta la primera vez. No dejamos pasar una. A veces el daño es tan grande que a nuestra naturaleza humana parece que le es imposible perdonar. El hijo que ha sido abandonado por su padre le cuesta perdonarlo; al asesino de un ser querido, cuesta perdonarlo; al marido o a la esposa que ha sido infiel, cuesta perdonarlo, etc. Y entonces, cuando nosotros no nos vemos capaces de perdonar, aunque tenemos esa necesidad de hacerlo, es bueno que acudamos al Señor, ponerle el problema que tenemos a sus pies, entregárselo y que sea Él el que nos ayude y el que perdone por nosotros. Veremos que poco a poco vamos perdonando con su ayuda, porque el Señor no niega a sus hijos el amor y, ¿qué es el perdón sino una expresión de amor?
Pero llega otra duda que me surgía y que no era capaz de entender. Cuando perdonaba a las personas de las que recibía algún daño, éstas querían o se sentían en la obligación de que las relaciones fueran iguales. Decían que si no era igual, vaya perdón el mío. Pero mi lógica decía que si habían fallado en una cosa una, dos, tres… las veces que fuera, podrían hacerlo otra vez y de nuevo me harían daño. Con el tiempo aprendí y hoy lo he confirmado en esta enseñanza que escuché con atención, que para eso tenemos nuestra experiencia. Esta experiencia nos hace estar alertas en ese campo en que nuestro hermano es débil, para no volver a caer en el mismo error. Eso no quiere decir que no perdonamos, sino que debemos ser astutos y aprender de nuestras equivocaciones.
Una vez que perdonamos de verdad, el daño desaparece. Puede que poco a poco, pero termina desapareciendo. Hasta que llegue el momento que recordemos aquella situación que nos dañó y no sintamos ese dolor. Entonces el Señor habrá sanado completamente eso que teníamos dentro y que nos impedía ser nosotros mismos. El perdón nos libera de ataduras que nos amargan el alma y enferman el cuerpo. No es que demos la razón como los tontos a la otra persona; no es que estemos de acuerdo con lo que sucedió. Se trata de llegar a aceptar aquello que nos dolió.
A veces me ayuda una expresión que repito mucho y es que “todo es para bien”. Si ha sucedido algo, no es que Dios lo ha querido así (Él nos da la libertad de elegir siempre), sino que ha permitido que sea así. Si Él no lo permite es porque no es bueno. Entonces, aunque sea dolorosa una situación, por la razón que sea, es porque es lo mejor que podía pasarnos en ese instante. ¿Contradicción? Aparentemente sí, pero también debemos recordar que nuestras ideas o nuestros planes, no son los planes del Señor. Y él no quiere nada malo para ninguno de sus hijos.
A veces, cuando rezamos la oración del Padrenuestro, recito para mi interior “así como nosotros deberíamos perdonar a los que nos ofenden”, ya que no siempre perdonamos a los que nos ofenden.
Y es que nuestro ego, nuestro orgullo, nuestra soberbia; en definitiva, nuestro pecado, nos impide perdonar, nos impide amar.
Tenemos la seguridad de que el Señor está siempre para ayudarnos, así que, esa confianza nos debe alentar para seguir luchando y perdonando.

Que el Señor os bendiga.

viernes, 22 de mayo de 2009

Estamos en crisis

“Estamos en crisis”. No sé cuántas veces hemos oído esto en los últimos años, y sobretodo, en este último año. Es cierto, estamos en crisis. Pero hermanos, la crisis no sólo es económica o financiera. No. Estamos en crisis con nosotros mismos, estamos en crisis con los demás hermanos, y estamos en crisis -y muy a nuestro pesar- con Dios. Dicen algunos que es muy difícil hablar de Dios cuando no hay dinero para pagar la luz, el agua, los demás impuestos… no hay para comer, no hay trabajo… Y en cierta manera llevan toda la razón. Pero por otra parte, esto parece que se nos va de las manos. ¿Qué no hay dinero para que coma una familia entera? Que la niña vaya a la farmacia a comprar unas pastillitas de esas, o sino, que aborte. O dicho de otra forma; matemos al niño que viene de camino, que no tenemos para darle de comer. ¿Qué el abuelo está vegetal y ya no conoce a nadie? Pues… ¡eutanasia! O dicho de otra forma; matémosle que está estorbando y no hay dinero para mantenerlo. Y rapidito que tenemos que cobrar la herencia que nos viene de lujo en este tiempo de “vacas flacas”. No hay dinero para lo básico, pero sí hay para juegos de la Play, o para tabaco, o para salir de marcha, o para celebrar comuniones (como comenté en un post anterior) o para las “macrocelebraciónes” de las bodas. ¡Qué incongruencia!

Por otro lado tenemos el poder. “No tendrías autoridad sobre mí, sino te la hubieran dado de lo alto; por eso, el que me entregó a ti tiene un pecado mayor” (Jn. 19. 11). El poder de los políticos y los poderes en nuestra querida Iglesia (siempre habrá excepciones que confirmen la regla). Los políticos con su “poder” hacen y deshacen lo que les da la gana y hacen y deshacen lo que quieren con nosotros, llevándonos (ya sean de izquierdas, de derechas, de centro, de arriba, de abajo…) al fondo del pozo (salvo excepciones). Pero es que, desgraciadamente, está pasando lo mismo en la Iglesia (repito, salvo excepciones). Algunos creen que tienen poder sobre los demás. Pero sólo es eso, que se lo creen. Y, cual políticos, tienen al resto del pueblo atado de manos. No se ayuda de verdad, porque el poder y el creerse superior los ha cegado, y no pueden ver más allá de lo que tienen delante. Y lo peor es que cortamos las alas al Espíritu Santo y no puede hacer su bendita obra en nosotros. Nuestra soberbia es tal, que desemboca en un egoísmo y en una envidia tan sublime, que ignoramos hasta qué punto hacemos daño, con ella, a nuestros hermanos.
¿Cuál es el problema? Que la cimentación se resquebraja y, como consecuencia, todo se tambalea, y eso lo estamos empezando a ver.
De la crisis financiera nos podremos recuperar más tarde o más temprano, pero de la crisis del alma, nos vamos a arrepentir de no habernos recuperado antes, porque ésta, sí está en nuestras manos.

Ayer cuando abrí los ojos al despertarme, tenía en mi cabeza una frase que me bombardeaba. “Quien no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor” (1 Jn. 4. 8)
Pongámonos a trabajar todos unidos de verdad. Restauremos y renovemos nuestra Iglesia. Porque el enemigo ataca, se adentra poco a poco y nuestra tarea, es echarlo y reforzar las murallas para que, cada vez, le sea más difícil entrar.

Sigamos el mensaje que nuestra Madre dijo en las bodas de Caná: “Haced lo que Él os diga”. Porque sólo haciendo su voluntad, estaremos en el Camino.

Que el Señor os bendiga.

miércoles, 13 de mayo de 2009

Ntra. Sra. de Fátima

Hoy es 13 de mayo. Celebramos que hace 92 años que nuestra Señora se apareció a Jacinta, Francisco y Lucía en Fátima -puesto que fue el 13 de mayo de 1917 cuanto tuvo lugar la primera aparición-.
Damos gracias a Dios por permitir que su Madre Santísima pudiera aparecerse y pudiera dar esos mensajes que tanto necesitábamos y que debemos recordar constantemente. De esto último, más que agradecer, tenemos que pedir perdón, puesto que somos imperfectos y en ocasiones nos olvidamos de lo que la Señora nos dijo a través de aquellos tres niños.
Sigamos el modelo de María, que fue y es humilde, obediente, buena, intercesora nuestra, madre ejemplar, amiga, acompañante en nuestro camino, fiel, purísima, orante y piadosa, sincera, luchadora, protectora y defensora, dulce, discípula, constante, clara, sencilla… y un sin fin de calificativos que, con solo mirarla, debiéramos sentirnos humildes y mansos de corazón.
Nos encomendamos a su inmaculado corazón, nos acogemos a su amparo y protección y nos ponemos a sus pies. Porque para llegar a Jesús, tenemos que dejarnos conducir por Ella, que es la que nos lleva a su Hijo.
¿Qué podemos sacar de los secretos de Fátima? Considero que hay una palabra que puede englobar nuestra tarea. Penitencia. Y es que somos esos soldados del Señor que, combatiendo contra el mal, tenemos que llegar y llevar a todos a la Salvación que Dios nos ofrece. ¿Desanimarnos en la lucha? ¡Nunca!. Recordemos que María está con nosotros y está deseando que le pidamos ayuda para echarnos esa mano de la que tanto estamos necesitados. Su presencia es más poderosa que todas las fuerzas del mal. Y no olvidemos, que tenemos esa arma poderosa y a la vez tesoro de la Iglesia: El Santo Rosario.

Madre amantísima; ruega por nosotros.

lunes, 11 de mayo de 2009

Primeras Comuniones

Mes de mayo. Mes dedicado a la Santísima Virgen María -de la que hablaré con detenimiento en otro momento- y es también, el mes de las “Comuniones” por excelencia. Ese momento debería ser muy especial para cada niño que recibe por primera vez a Jesús Sacramentado. Y digo debería porque, salvo excepciones, hoy día lo de menos es el sacramento que reciben. ¡Qué pena! Quizás sean demasiado pequeños para darse cuenta, y para eso deberíamos estar ahí los más mayores, para ayudarles a que sepan de verdad lo que van a hacer; pero el problema es que muchos “mayores” siguen sin darse cuenta de lo que es comulgar a Cristo. Y la felicitación y celebración por recibir por primera vez la Comunión -que no es malo, puesto que es motivo de gozo y alegría-, se convierte en evento social en lo que, lo menos importante es lo que se celebra, sino la celebración en sí; careciendo de sentido, por esta razón, la mencionada celebración.
A muchos de ustedes, recordando su primera comunión, se le vendrá a la mente recuerdos y anécdotas como aquella petición que tuvo que leer, o la ofrenda de un cáliz lleno de vino que llevó al altar, y por supuesto, cómo recibió por primera vez a Jesús. Pero también recordarán la celebración. Algunos no tuvieron, otros fue rodeado de sus primos y unos bocatas, otros con una comida… y los regalos. Regalos que también han cambiado con el paso del tiempo. Hoy iba oyendo en la radio mientras conducía, que los regalos de antes eran cosas como el primer reloj de pulsera que tenían. A mi me regalaron varios bolígrafos, y mi primer balón de baloncesto (he de confesar que éste, fue el regalo que más me gustó). Hoy la electrónica absorbe todo nuestro alrededor, y si no hay una consola, unos videojuegos, un mp3, un mp4, y cosas por el estilo, no hay regalos que valgan.
Y el desembolso económico entre banquete, ropa de contralmirante (para niños) y princesita (para niñas), ropa de ellos mismos (padres), regalos, etc., que hacen los padres de las criaturitas, no es normal. Se endeudan para celebrar algo que, como decía antes, muchos no saben ni lo que es. Celebran porque “mi hijo no va a ser menos que su amigo del colegio”. ¿Y quién ha dicho que sea menos o más, porque su celebración sea distinta? ¿No será que usted piensa que es menos que el padre del amigo de su hijo? Y aun así, tampoco es menos que nadie. A ver si el que necesita una catequesis es usted y no su hijo (aunque hay catequistas… y catequistas). El problema es esta sociedad capitalista en la que, si no hacemos alarde económico, no somos nadie. Se mira más el aparentar que el ser como uno es.
Pero el momento celebración eucarística es lo más digno de mencionar. La mayoría de los invitados a la celebración (padres incluidos) no pisaban la iglesia desde que bautizaban al niño que hace la comunión, y eso… se nota. Entran en el templo como si fuera un ágora romano; y verdaderamente entran ganas de decirle… ¡Señores, si con su comportamiento no van a respetar ni el lugar en el que están ni lo que se está celebrando, váyanse al Bar de Anselmo que está enfrente –siempre está enfrente de la iglesia el Bar de Anselmo- hasta que termine todo, y luego, si quiere que los anfitriones de su almuerzo copioso vean que asistió, reúnase en la puerta de la iglesia con los demás, pero no moleste!
Ojala algún día, estos niños (ya mayores) miren para atrás y recordando lleguen a comprender, que en el día de su primera comunión, lo más importante fue eso, su Comunión, el sacramento, y no la ropa, el banquete o los regalos que recibió.

domingo, 19 de abril de 2009

Misericordia Divina

Hoy, 19 de abril de 2009, celebramos el día de la Misericordia Divina. Es el Domingo de la Misericordia. Hoy, domingo siguiente al domingo de Resurrección; tal y como nuestro Señor Jesucristo le dijo a Santa Faustina. Pero, ¿qué es la misericordia? No es otra cosa que indulgencia, piedad, compasión… PERDÓN. Perdón que sólo es posible con Amor. ¿Y quién tiene más amor sino Aquél que es todo AMOR? Jesús, que dio su vida por todos los hombres. Que tiene infinita paciencia con nosotros porque nos perdona una y otra vez, y otra, y otra… y las veces que haga falta. ¿Cuándo hacemos esto nosotros por los demás y con la misma caridad con que la hace Él?
Por eso no es casualidad, que hoy leamos en el Evangelio la institución de la Penitencia (Jn. 20, 19-31). El sacramento del Perdón.

Pero, ¿cómo surgió la devoción a la Misericordia Divina?
El 22 de febrero de 1931, Santa Faustina Kowalska recibió la primera revelación de la Misericordia de Dios, ella lo anota así en su diario: En la noche cuando estaba en mi celda, vi al Señor Jesús vestido de blanco. Una mano estaba levantada en ademán de bendecir y, con la otra mano, se tocaba el vestido, que aparecía un poco abierto en el pecho, brillaban dos rayos largos: uno era rojo y, el otro blanco. Yo me quedé en silencio contemplando al Señor. Mi alma estaba llena de miedo pero también rebosante de felicidad. Después de un rato, Jesús me dijo:


Pinta una imagen Mía, según la visión que ves, con la Inscripción : "¡Jesús, yo confío en Ti!." Yo deseo que esta Imagen sea venerada, primero en tu capilla y después en el mundo entero. Yo prometo que el alma que honrare esta imagen, no perecerá. También le prometo victoria sobre sus enemigos aquí en la tierra, pero especialmente a la hora de su muerte. Yo el Señor la defenderé como a Mi propia Gloria.

Cuando contó esto en confesión, el padre le dijo que seguramente Jesús deseaba pintar esta imagen en su corazón pero ella sentía que Jesús le decía:


"Mi Imagen ya está en tu corazón. Yo deseo que se establezca una fiesta de la Misericordia y que esta imagen sea venerada por todo el mundo. Esta fiesta será el primer domingo después de Pascua. Deseo que los sacerdotes proclamen esta gran misericordia Mía a los pecadores."


Por orden de su confesor Santa Faustina le preguntó al Señor el significado de los rayos que aparecen en la imagen emanando del corazón y el Señor le respondió:


"Los dos rayos significan Sangre y Agua- el rayo pálido representa el Agua que justifica a las almas; el rayo rojo simboliza la Sangre, que es la vida de las almas-. Ambos rayos brotaron de las entrañas mas profundas de Mi misericordia cuando mi corazón agonizado fué abierto por una lanza en la Cruz... Bienaventurado aquel que se refugie en ellos, porque la justa mano de Dios no le seguirá hasta allí".


Que así sea.

domingo, 12 de abril de 2009

¡¡Él Vive!!

Este Jueves Santo, día del Amor Fraterno, celebrábamos la institución de la Eucaristía. En la llamada “última cena” de Jesús, Él nos deja un nuevo sacramento para bien de nuestras almas. Su última cena es nuestra primera Eucaristía. Es el día del amor fraterno porque “Nadie tiene amor más grande que quien da la vida por sus amigos” (Jn. 15,13). Y Él dio la vida por todos los hombres. Los de antes, los de ahora y los que vendrán.
El Viernes Santo, contemplando y adorando el Madero donde había una imagen de Jesús crucificado, pude ver y sentir el mayor perdón que pueda recibir nadie. Pude ver y sentir la grandeza de Dios que; se humilla al hacerse hombre y muere por nosotros para darnos la salvación que nosotros mismos habíamos perdido. En el momento en que Jesús muere, después de soportar el peor martirio que existía en aquella época, nos salva, nos perdona todo, vence al pecado y a todo mal. Con su muerte nos saca del pozo negro en que estábamos metidos; de las tinieblas. ¡Qué bueno es el Señor!
El Sábado Santo es un día de acompañar a María en su soledad, en su dolor. Hay una oración que considero propicia para un día como éste: Stabat Mater. Sé que hay muchas más, pero esta me gusta especialmente.
Pero el día más grande del año llega con el Domingo. Domingo de Resurrección. Domingo de Gloria… llamémoslo como queramos pero celebremos que Jesús, no sólo venció al pecado con su muerte, sino que Él vive porque el Padre lo resucitó. Así también venció a la muerte y por siempre vivirá.
Con la alegría de Jesús resucitado, y esperanzados en que, nosotros también algún día resucitaremos con Él, vivamos estos días de gozo pascual y empecemos a prepararnos para recibir su Espíritu, tal y como nos ha prometido.
¡Gloria a Dios!

viernes, 3 de abril de 2009

"Una vez al año..."

Tenía en mente escribir acerca de esto, entre otras cosas, porque se acercaban estas fechas. Han pasado por mi cabeza varias ideas, y últimamente se acentuó una. Para colmo, esa última idea la he comentado con otras personas, y es lo que me ha hecho decidirme. “El Señor querrá que escriba sobre esto” –pensé, porque las casualidades, ya sabemos que no existen; pero sí que existen las “Jesualidades”.
Hoy es Viernes de Dolores. El próximo domingo comenzará la Semana Santa (aunque para muchos, hoy viernes empieza con alguna salida procesional). Las hermandades y cofradías ultiman los detalles para sacar a sus Sagrados Titulares por las calles de su localidad. Las “papeletas de sitio”, así como las túnicas, están entregadas desde hace varios días; los pasos están montados en los templos; se están terminando de limpiar los distintos enseres; las flores están compradas, contratadas o punto de estarlo, el acompañamiento musical está previsto; y así un largo etcétera porque nada puede fallar el día de la salida procesional, por el que se ha estado esperando un año.
Pero, ¿qué vamos a recordar estos días? Esa es la pregunta que debemos hacernos. Tengo entendido que es la Pasión, Muerte y Resurrección de nuestro Señor, Jesucristo. Pero es que esta pregunta nos lleva a otra. ¿Quién es Jesucristo? Porque eso de Pasión, Muerte y Resurrección queda muy bien y por todos es sabido, incluso ya de modo rutinario. Pero por mucho que se sepa lo que vamos a revivir estos días, si no conocemos a Jesús, es muy difícil que sepamos vivirlo. En otras palabras, si no conocemos a Jesús de verdad, difícilmente encontraremos sentido a todo esto durante el resto del año. Y a los hechos me remito. Una o dos semanas antes de la Semana Santa, los llamados “capillitas” están nerviosos porque van a sacar su paso a la calle. Esos días van por la iglesia a ver las sagradas imágenes de cuya advocación son hermanos, contemplan los pasos, ayudan a la decoración del mismo,… y se sienten importantes. Esos días se colocan sus trajes y medallas para la celebración de los cultos internos; no pueden faltar tampoco sus insignias, y sacan mucho pecho para que se les vea bien. Llega el Domingo de Resurrección y con él, el primer Lunes de Pascua. Estos “capillitas” no pisarán la iglesia hasta la cuaresma del año siguiente para realizar la misma operación. Pero en estos días de duro trabajo cofrade, han estado dándose a “su” hermandad como el que más. Sintiéndose, protagonista, partícipe de las celebraciones…y el mejor cofrade que pisa el templo. ¿De qué sirve esto si el resto del año se olvidan del Señor? ¡Qué equivocados están!. Se conforman con ser cofrades dos semanas al año, pudiendo sentirse hijos de Dios todos los días del año; pudiendo sentirse partícipes de cada Eucaristía diariamente, pudiendo sentirse verdaderos cofrades todo el año.

lunes, 9 de marzo de 2009

Cuaresma

Cuando vamos de vacaciones o vamos a organizar una fiesta, nos ponemos días con los preparativos, a veces hasta meses. Todo tiene que estar bien atado. Los billetes de avión o el recorrido en coche que vamos a seguir..., el alojamiento, los lugares que vamos a visitar, etc.; si estamos hablando de un viaje; o la comida, las bebidas, la música, la decoración... si estamos hablando de una fiesta. Sin embargo, aún sabiendo que el día de los días del año va a llegar, no nos preparamos para ello. Me estoy refiriendo a la celebración de la Pascua, la Resurrección de Jesús. Para eso tenemos la Cuaresma, para preparar ese camino hacia la gran fiesta. No vivimos la Cuaresma con las ganas que preparamos otra cosa, es más, van pasando los días y lo que vivimos son esos cuarenta días como si fuesen otros cuarenta días del año, pero no como esa preparación de la fiesta. Pero esta preparación difiere de otras fiestas en que lo que preparamos y arreglamos no es una casa o un jardín para el evento, sino nuestra alma. Y eso, nos cuesta mucho más. ¿Por qué? Pues porque vivimos en el mundo. Hasta el mismo Jesús, tuvo que irse esos cuarenta días al desierto para aislarse del mundo y prepararse con oración y ayuno. Fortaleciéndose en la lucha con las tentaciones. Lo mismo debemos hacer nosotros y sobretodo, aprovechar este tiempo para pensar y meditar el amor que Dios nos tiene. Tenemos que renovarnos, limpiarnos, ser personas nuevas, prepararnos para ese gran día. Es tiempo de perdón. Eso que nos parece tan bonito oír, pero que tanto nos cuesta hacer por el orgullo y la soberbia que nos poseen. Dios es Misericordia infinita y está deseando perdonar nuestros pecados, nuestras faltas de amor. Por eso, en este tiempo litúrgico, debemos hacer un buen examen de conciencia y acudir al sacramento de la reconciliación de forma especial.
Este fin de semana pasado estuve en un retiro y, el sacerdote que predicaba, puso un ejemplo muy ilustrativo que, en alguna ocasión había oído, pero que no estuvo de más volverlo hacer, al contrario, le saqué más jugo. Él decía que la Cuaresma era como un hospital. Cuando estamos enfermos y vamos al médico, éste nos da una solución para curarnos. Pero la medicina que necesitamos para la sanación, a veces, no nos gusta (inyecciones que duelen, pastillas o jarabes amargos…) Pues la Cuaresma es el hospital, nuestra enfermedad es el pecado y la medicina no nos gusta, nos duele, y esta es nuestra cruz. La obediencia nos cuesta, perdonar nos cuesta, humillarse cuesta… Y no nos queremos dar cuenta, que el Señor sólo quiere nuestro bien. ¡Qué dio su vida por nosotros! ¿Aún le pedimos más muestras de amor y confianza?
Él es nuestra salvación, nuestra confianza, el médico de nuestros cuerpos y nuestras almas.
Cuántas cuaresmas han pasado por nuestras vidas sin haberlas aprovechado! Que este año sea distinto y no pase desapercibida ante nuestros ojos. Abracemos nuestra cruz de una vez y apoyémosnos en Él, que nunca, nunca nos falla.

martes, 3 de marzo de 2009

Gracias por todo, Señor.

Muchas veces damos gracias a Dios. Unas veces de verdad, otras por rutina, y la mayoría de las veces no le damos ni las gracias. ¿Por qué?. Pienso que, en ocasiones, nos creemos merecedores de todo lo que tenemos. Es más, solemos oir cosas del estilo: "lo he ganado con mi trabajo", "todo lo que tengo me lo merezco porque me lo he trabajado", "a mi nadie me ha regalado nada"... Pero ¡qué equivocados estamos! Somos tan egoistas que no somos capaces de mirar mucho más allá de nuestro ombligo. Yo, yo

y por último... yo. Y es que desde nuestra concepción hasta nuestra muerte, deberíamos estar agradecidos a Dios por todo. Yo el primero, a mi también se me olvida. Pero cada vez menos (gracias a Dios). Cada día que pasa, miro a mi alrededor y no tengo más remedio que agradecerle todo lo que nos da. Desde por la mañana, que al despertar vemos que seguimos vivos un día más (para su Gloria), hasta por la noche, que vemos todo lo que hemos hecho y lo que hemos dejado de hacer por diversas razones.
La vida, la familia, lo que tenemos, los que nos rodea, los sentimientos... todo nos lo regala y no somos conscientes de ello. Únicamente vemos la importancia de lo que tenemos, y estamos agradecido por ello, cuando no lo tenemos; o como dicen por ahí "uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde". Y esto, es una grandísima verdad. Sin ir más lejos, la semana pasada tuve en casa una avería y estuve unos días sin agua caliente. Parece una tontería y no le damos importancia. Pues en esa tontería, en esa pequeña carencia, vi la gran carencia que tienen otros, que ni agua fría pueden usar porque no hay. Y le dí gracias a Dios por no tener agua caliente, porque, aunque la ducha por la mañana se hace dura, también me hizo ver una vez más la realidad de muchas personas. Por supuesto, cuando pude ducharme con agua caliente, parecía que venía de "La Isla de los Famosos" o "Supervivientes"; y no por lo sucio, sino por apreciar una "simple" ducha de agua caliente, que me hizo darle gracias a Dios, esta vez por permitirme eso que para otros es un lujo.
Por eso ahora quiero darle gracias al Señor por hacer que escriba esto, y otros puedan leerlo.
¡Qué Dios os bendiga!

viernes, 27 de febrero de 2009

Bienvenidos todos


Querido lector:


Le doy la bienvenida a este blog que acabo de iniciar. Hoy es 27 de febrero de 2009, primer viernes de Cuaresma. ¡Qué mejor momento que comenzar esta nueva andadura coincidiendo con este tiempo litúrgico!. Le invito a leer las publicaciones que poco a poco iré subiendo.


Muchas gracias y que Dios le bendiga.