
Surgen los silencios, los secretos, desconfianza, negaciones, desplazamientos… al final te sientes un bicho raro en medio de la sociedad. Cuánto dolor cuando te lo hacen personas que pensabas que eran amigas ¿verdad?.
Dicen que los amigos se cuentan con los dedos de las manos. Yo añado que a la mano le sobran tres o cuatro dedos.
A veces decimos que estamos para servir al Señor y que hacemos su voluntad. Y puede que sea cierto, pero también es indudable que la ceguera y la sordera están presentes en Israel.
Le preguntaba al Señor el porqué de estos engaños, traiciones, desencantos… y obtuve la respuesta inmediatamente. Tenemos que ganar en misericordia. Nosotros le traicionamos cada día muchas veces, y luego vamos a pedirle que nos ayude en tal cosa o en otra. Él nos perdona con infinito amor, se olvida de nuestras faltas y nos da lo que necesitamos en cada momento. Y esto no lo hace con una persona o dos, lo hace por toda la humanidad. “Vosotros sois mis amigos y la prueba más grande de amor que alguien puede hacer por sus amigos es dar la vida por ellos”.
Hoy celebramos la festividad de Cristo Rey. Pero Jesús, siendo el Rey de reyes, el Rey del universo, es a la vez el Rey más humilde y misericordioso. Él no nació en una clínica privado o en un palacio, sino en un establo. Su corona no es de oro y piedras preciosas sino de espinas. No luce capa ni lujosos ropajes, sino que es despojado de sus vestiduras y tiene un manto púrpura a modo de burla. No tiene cetro real, sino una caña en sus manos atadas. No tiene joyas sino heridas. Y además de todo esto, nos ama, nos perdona y es el verdadero amigo. El amigo que nunca falla.