
viernes, 31 de diciembre de 2010
Feliz 2011

martes, 28 de diciembre de 2010
Inocentes

lunes, 20 de diciembre de 2010
¿Mi verdad?

sábado, 4 de diciembre de 2010
Mi Retiro de Adviento

sábado, 27 de noviembre de 2010
Adviento

sábado, 6 de noviembre de 2010
¡Bienvenido!

domingo, 31 de octubre de 2010
V Aniversario

¿Qué debe ser la muerte para un cristiano? Es el momento de encontrarse con Dios, con ese Dios al que ha estado buscando toda su vida y que, seguro deseaba estar con Él cara a cara, contemplar su rostro, experimentar su infinita misericordia y, sobretodo, saber de verdad lo que es el Amor. Amor que, a mi modo de entender, no sabemos lo qué es en realidad. Pienso que tenemos un concepto de Amor totalmente distinto al verdadero. Porque ¿quién es capaz de amar a su enemigo como a uno mismo?. ¿Cómo es posible que no amemos a todo el mundo igual? Debiéramos hacerlo, ya que cualquier persona, para nosotros, es nuestro prójimo, y debemos amarla como a nosotros mismos, como decía antes, incluidos nuestros enemigos. Quizá empecemos a hacerlo una vez que nos marchemos de este mundo. ¿Demasiado tarde? No lo sé, puede que nuestra naturaleza humana, o nuestro pecado nos impida amar de esa forma, casi inimaginable para nosotros.
¿Qué experimentamos con la muerte de un ser querido? Supongo que cada persona tendrá sentimientos distintos; incluso puede que muchos, tengan sentimientos enfrentados; todo dependerá de si fallece un abuelo, un hijo, un amigo, un esposo, un padre…Yo sólo hablaré desde mi experiencia personal.
A veces creo que somos egoístas cuando fallece alguien querido, ya sea un familiar, un amigo cercano… Digo egoístas como podía decir ignorantes. Quizás estas palabras puedan sonar muy fuertes, quizás yo no tenga sentimientos como los de la mayoría, o quizás no me haya parado a pensar detenidamente en la muerte. De todas formas intentaré aclarar esos conceptos. Cuando digo que somos egoístas, es porque nos da pena no ver más a esa persona que se va. Naturalmente la echamos de menos, es innegable. Pero venirnos abajo, no avanzar en nuestra vida por pena… Supongamos que esa persona que, aparentemente nos falta, sigue viva, está en el mejor de los sitios, donde siempre quiso estar, y no quiere que sientas pena porque, él o ella, está realmente feliz. ¡Realmente feliz!, al lado de Dios es como están estos seres por lo que lloramos. Si ellos están infinitamente mejor que nosotros, ¿por qué lloramos por ellos?. Dejémoslos que sean felices, no les atemos. ¿Ignorantes? Si antes la palabra puede que no estuviera bien escogida, ahora creo que es la más correcta. Desconocemos por completo lo que es la muerte. Nadie nos lo ha contado. Sin embargo, nosotros tenemos un regalo de Dios llamado FE. La muerte no es más que el paso de esta vida terrena a la vida eterna, a
Pero si es así, ¿por qué celebramos solemnidades de los difuntos con colores negros? ¿Por qué las canciones y los rituales son tristes?. Fijaos bien, ¿cuándo celebra
Cuando estamos en Misa, el sacerdote dice “recuerda a tu hijo o hija…”. ¿Cómo no lo va a recordar si está con Él? Nosotros somos los que estamos en una situación más “desfavorable” porque no lo vemos, tenemos que creernos que Él está presente en nosotros y además vive. Aún así pedimos a Dios que se acuerde de ellos. Puede que algunos no murieran en paz y necesiten de la misericordia de Dios para ser perdonados y llegar a Él. Por eso ofrecemos sacrificios por ellos. El mismo Cristo muere una y otra vez para salvar y ayudar a esas personas fallecidas. En este sentido debemos tener una relación con nuestros fallecidos. Rezar por ellos, ofrecerles misas, etc. Ellos a cambio irán acercándose más a Dios, podrán disfrutar más de su presencia. Por otro lado, ellos están ahí para ayudarnos en lo que puedan. Tienen, seguramente, misiones que cumplir. Unas veces para ayudarnos, otras necesitarán nuestra ayuda. Es una relación que, desde mi punto de vista, debe estar basada en el Amor, que eso sí que no muere. El Amor que necesitamos para transformar este mundo lleno de odio y que adora a otro dioses como el dinero.
Espero que estas palabras no lleven a confundir al lector y piense que no echo en falta, en este caso, a mi padre. Al contrario. Pero tengo la certeza de que está muy cerca de Dios. Sé que lo veré algún día. Siempre digo que sé que está vivo, pero que está en otro lugar. Como esas personas que, por las razones que sean, marcharon a otros países y la familia no sabe nada de ellos en muchos años. El tiempo que sea hay que esperar, sólo el que Dios quiera, pero creo que merecerá la pena esperar y trabajar aquí, para estar más cerca de ellos allí y, sobretodo, más cerca de Dios.
Desde el día que faltó él en este mundo sé que no murió, sino que nació un ángel y para mí, es un motivo de orgullo y alegría. Así lo vivo y así lo celebro."
El Señor os bendiga.
domingo, 24 de octubre de 2010
La música

sábado, 16 de octubre de 2010
Juicios

viernes, 8 de octubre de 2010
¿Vivimos o convivimos?
El caso es que convivir no significa sólo estar un tiempo con una serie de personas. No. La convivencia va más allá porque requiere una serie de “requisitos”, importantísimos a mi modo de entender. Requisitos mínimos como compartir, ser sinceros, respetar y dialogar con quien se convive. Es conveniente que exista, al menos, un mínimo de unidad, “común-unidad”. No podemos estar, por ejemplo, bajo el mismo techo sin hablar con la otra persona, o sin compartir experiencias, sentimientos, alimentos…, o sin respetar su forma de ser. No estaríamos conviviendo, únicamente estaríamos viviendo en el mismo lugar pero comportándonos como si estuviésemos solos.
Esto se consigue sólo con un poquito de amor con los que tenemos que convivir. Si no tenemos ese poco de amor, mucho nos va a costar aunque sólo sea decir “buenos días”.
El problema es que a veces tenemos que convivir con otras personas por necesidad, y cuando la necesidad aprieta, al menos tendremos un mínimo diálogo, como por ejemplo “pásame el pan”. Pero no nos estaremos preocupando por los demás, sólo buscaremos nuestro bien. En estos casos, nos iremos volviendo cada vez más egoístas y terminaremos por convivir lo mínimo, pasando a vivir con algunas personas en un mismo lugar durante un cierto período de tiempo, sin más.
En una convivencia hay que hablar con los demás, interesarse por ellos, ayudarlos siempre que podamos, compartir lo que tenemos con ellos, debemos expresar nuestros sentimientos y que ellos lo hagan con nosotros, respetar sus posturas, sus formas de ser, corregir y ser corregidos con amor, y para todo ello y más, lo que es primordial y no debe faltar nunca es el diálogo.
Voy a contar una experiencia personal, que quizás nos aclare un poco más lo que no debemos hacer.
Yo pertenezco a un grupo de oración, el cual tiene varios “subgrupitos”, también llamados ministerios. Uno dedicado a la música, otro para orar por los demás, otro que lleva la economía, otro la formación… Yo pertenecía a uno de estos subgrupitos. Éramos cinco personas. Cada cual con su historia personal, su vida, su trabajo…lo normal. Nos reuníamos una vez a la semana para poder llevar a cabo nuestra misión, en este caso la de cantar. Pero ¿saben qué? No podemos tener dobles vidas, esto es, ser de una manera fuera y de otra manera dentro del grupo. Me explico, si fuera, en el día a día y con los demás soy “A”, dentro del grupo no puedo aparentar ser “B”, porque nuestro comportamiento es de mentira.
Simplemente por faltar ese mínimo de sinceridad, unidad, compartir, respetar, de dialogar se rompió lo poco que existía. ¡Qué pena!. Si esto pasa en los grupos de oración, que debemos estar unidos y dar ejemplo a los demás, ¿cómo quejarnos de las guerras y las injusticias? Deberíamos quitarnos la viga del ojo, antes de ver la paja del ojo ajeno.
Yo hago de nuevo hincapié en el diálogo, porque me parece imprescindible en la convivencia. He escuchado cosas en discusiones como “yo no hablo porque lo paso mal, a mí no me gusta sufrir. Cuando esté todo arreglado, entonces es cuando prefiero hablar y dar mi opinión” ¿Y quién lo pasa bien? ¿Y no sufrió Jesús más en la Cruz para salvarte a ti? Porque Él no necesitaba ser salvado porque ¡Él mismo es la Salvación!. Y cuando está todo arreglado ¿para qué vas a hablar?, ¿para no hablar?. Yo a eso no lo llamo humildad, sino cobardía. Y es que, y permítanme la fea expresión, es cierto que la porquería cuanto más se mueve más huele; pero a veces hay que removerla para desatascar la tubería y dejarla limpia. Este es el diálogo que no podemos dejar de tener, porque ese diálogo puede desatascar nuestra convivencia, sino lo tenemos se nos atascará de tal manera que estallará de mala forma , cuando menos lo esperemos, rompiéndose y destrozándose toda ella. Cuando ésta se rompe la convivencia y de la forma que acabo de decir, las relaciones quedan frías, violentas, casi miedosas y eso no es nada bueno para nosotros, para nuestro día a día, nuestros quehaceres, nuestra solicitud de ayuda a los demás, nuestra ayuda prestada a los demás, y encima de todo, damos mal ejemplo al resto de nuestros hermanos.
“Si no tengo amor, no soy nada” Ni siquiera puedo convivir, ni pueden convivir conmigo. Pongamos todos ese granito de arena que hace falta para que, la convivencia con nuestro prójimo, sea quien sea, pueda llevarse a cabo con respeto, diálogo, sinceridad, llegando a la “común-unidad” de la que hablaba al inicio.
Que el Señor os bendiga.
miércoles, 29 de septiembre de 2010
Santos Arcángeles

sábado, 11 de septiembre de 2010
El desapego III

¿Recordáis la historia del rico Epulón y el pobre Lázaro? El pecado del rico no está en tener posesiones, ni tener abundante comida, ni vivir de forma desahogada. Su pecado está en el egoísmo. En ignorar al pobre que estaba en su puerta. Él hizo mal uso de sus bienes. Y es que el egoísmo impide ver las necesidades ajenas. Es entonces, cuando tratamos a las personas, no como tales, sino como cosas. Las utilizamos, le sacamos el máximo partido y cuando ya no nos proporcionan lo que queremos, las dejamos de lado. Como los pañuelos de papel. Una vez que nos han solucionado el problema, lo tiramos a la basura y vamos en busca de otro. Todos tenemos mucho que dar: Afecto, aliento, una sonrisa, un buen consejo, un abrazo, un oído que escuche al otro, etc. Todos tenemos valores y ninguno somos cosa, por eso no debemos tratarnos como tal.
El desapego nos ata, porque nos quita la libertad.
Hay un ejemplo que posiblemente algunos de vosotros ya sepáis, no sé si será del todo cierto, pero me gusta mucho y os lo voy a poner.
Es el de las abejas.
Éstas, después de construir las colmenas las abandonan.
Y no la dejan muerta, en ruinas, sino viva y repleta de alimento.
Dejan toda la miel que fabricaron de más, sin preocuparse con el destino que tendrá.
Levantan vuelo hacia su próxima morada sin mirar para atrás.
En la vida de las abejas encontramos una gran lección.
En general el hombre construye para sí, piensa en el valor de la propiedad, ambiciona conseguir más bienes, sufre y por no perder aquello por lo que tanto “luchó” por conseguir.
La lección de las abejas está en su espíritu de donación.
En un acto poco común de desapego, abandonan lo que les llevó una vida construir.
Simplemente lo sueltan sin preocuparse por el destino que tendrá.
Dejan lo mejor que tienen, sea para quien fuere,
Si queremos ser libres, si queremos dejar de sufrir por lo que tenemoso por lo que no tenemos, debemos abrigar un único deseo:Transformarnos.
El ejercicio consiste en tener siempre presente que nada ni nadie nos pertenece, que no vinimos al mundo para poseer cosas o personas, y que debemos soltarlas.
De modo que, cuando algo o alguien tiene que irse de nuestra vida, no alimentemos la ilusión de pérdida.
Adquirimos una visión más amplia.
El sufrimiento llega cuando nos aferramos a algo o a alguien.
El apego empaña lo que debería estar claro: por detrás de una supuestapérdida se esconde la enseñanza de que está por llegar algo nuevo y mejor para nuestro crecimiento.
Recordemos que donde esté nuestro corazón, allí estarán nuestros tesoros…
Si no renunciamos a lo viejo, ¿Cómo puede haber espacio para lo nuevo?
viernes, 10 de septiembre de 2010
El desapego II

En otras palabras, debemos tener claro que no podemos acaparar riquezas materiales en la tierra; porque ellas no se vendrán con nosotros cuando dejemos este mundo. Las únicas riquezas que debemos acaparar, y cuantas más mejor, son las espirituales. Esas son las que nos llevaremos con nosotros. Es más, esos son los talentos que debemos devolver al Señor con tantos productos como podamos. Si nos ha dado uno, debemos invertirlo para, al menos darle dos. Si nos ha dado diez, a ver si podemos darle quince. Porque para eso nos los da, para que demos fruto. Esos son los dones y carismas que Dios nos presta en esta vida para que vayamos construyendo su Reino.
El desapego se puede entender de muchas maneras, pero una de las más claras y frecuentes, es la muerte de un ser querido. A veces es desgarrante sentir que ese ser se nos va, y hay que aprender que el desapego no es abandonar, ni ser abandonados; este aprendizaje, hermanos, es muy difícil, pero a la vez grande porque te llena de Dios y descubrimos su verdadero Amor.
Hermanos, cosas materiales podemos tener, pero sin agarrarnos a ellas, o despilfarrar sabiendo las necesidades de tantos otros hermanos en el mundo, o incluso en nuestra comunidad, o incluso en nuestras familias.
Si no estamos desprendidos y desapegados de nosotros mismos, de nuestras cosas, es difícil dejarle sitio a Dios en nuestro corazón. Hermanos, Dios quiere entrar en nuestro corazón, en cada uno de nosotros; pero no hay sitio para Él, porque lo tenemos ocupado con estas banalidades, ya sean las riquezas materiales o las malezas espirituales. Si tenemos una lata de conservas llena hasta arriba de cemento, por mucho que queramos rellenarla de comida, será imposible por dos cosas: primero, porque obviamente está llena; y segundo, porque está llena de cemento, duro, difícil de romper con un dedo o cuchara. Debemos romper ese cemento, con cincel y martillo, vaciar la lata, y una vez limpia, llenarla de alimento. El cemento no hacía más que estorbar, era improductivo dentro de la lata. Eso es lo que nos pasa en nuestro corazón.
El desapego

Inscripción en la Gran Mezquita de Sikri, India.
El que tiene apego a la vida, la perderá; y el que no está apegado a su vida en este mundo, la conservará para la vida eterna. (Jn. 12, 25)
Pero esto, hermanos, es tan difícil de cumplir… con lo bonita que es la vida cuando no nos agobian los problemas. Y todo parece irnos bien, somos casi autosuficientes, nos divertimos pensando en el mañana, hacemos planes, incluso contamos poco con Dios. Pero surge un contratiempo y… entonces le preguntamos: ¿Dios, dónde estás? Aquí es cuando vemos que no somos nada, y que sin Dios no vamos a ninguna parte. Entonces nos abandonamos en sus manos y descubrimos que los apegos a la vida no nos llevan a nada.
El desapego no es desamor. El desapego es sostener nuestra libertad, que es un don que Dios nos regala, y a la vez tenemos que dejar ser libres a quien amamos. Hay cientos lazos que nos atan privando de libertad y, por tanto, impiden a la otra persona, su evolución como almas.
Cuando oímos esta palabra -“DESAPEGO”- se nos vienen a la cabeza sinónimos como desprendimiento, o la idea de dar lo que tenemos. Quizás porque recordamos a Jesús diciendo “vende todo lo que tienes, dáselo a los pobres y luego, sígueme”.
Lo primero que debemos tener claro, es que no podemos llevar a la práctica esto al pie de la letra. Es decir, no podemos poner a vender todo lo que tenemos porque eso no es el desapego.
Hay que tener en cuenta que Dios ha querido y permitido que tengamos una serie de bienes. Unos más y otros menos. Pero esos bienes son para nuestro disfrute y el de los demás. Es decir, Si Dios nos ha dado una casa, no es para que la vendamos y nos quedemos tirados en la calle. Precisamente nos la dio para cubrirnos esa necesidad, para que la disfrutemos, la usemos; pero siempre y cuando hagamos buen uso de ella. Somos administradores temporales de los bienes que nos ha dejado en esta vida. Otra cosa es cuando además de lo que tenemos queremos más, y más y más…convirtiendo nuestra vida en un acaparamiento de bienes que, ni abarcamos, ni disfrutamos, ni ayudamos a nadie con ellos. Es cuando los bienes se convierten en males. Y en lugar de adorar a Dios, adoramos a esos “dioses” de hoy día. Los dioses del mundo que nos apartan poco a poco del Señor. Dioses como el dinero, el lujo, la suntuosidad, el egocentrismo, el aparentar lo que incluso no somos… Son dioses que nos van seduciendo con sus golosas y apetitosas propuestas y que, como Eva, corremos el riesgo de perderlo todo, si mordemos, aunque sólo sea un trocito de esa manzana prohibida.
Sin embargo, hay personas que se dedican en su vida a acaparar pertenencias, riquezas, e incluso toman posesión de bienes y personas (esposos, hijos, amistades, etc.) Esta posesividad es lo que llamamos apegos a las cosas materiales de este mundo y, en la mayoría de las veces, estos apegos nos apartan de Dios. El amor y la confianza acercan a Dios. Cuando Jesús le dice al hombre rico que venda sus cosas y deje a su familia para seguirlo, lo que le propone es que se cuestione su actitud ante la vida, le hace tomar conciencia de cuáles son sus soportes.
El desapego nos propone muchas veces grandes cambios en nuestras vidas. A veces hay que decir “¡basta!”, hacer un parón, un alto en nuestro caminar y darnos cuenta de lo que Dios nos pide, que seguro que si verdaderamente lo oímos, la recompensa es grande.
El desapego no es fácil. Es una manera de darnos cuenta que somos meros cuerpos físicos, o sea, nada.
viernes, 20 de agosto de 2010
De nuevo la misericordia de Dios

El Señor os bendiga.
domingo, 15 de agosto de 2010
Asunción de María

Dejo una pequeña poesía-oración que escribió Fray Luis de León.
De ángeles sois llevada,
Volved los blandos ojos,
Que tengáis un buen día y el Señor os bendiga.
viernes, 13 de agosto de 2010
Reconocimiento de Valores

Estoy muy agradecido a Gran Visigoda por haberse acordado de este pequeño lugar dentro del inmenso mundo de los blogs.
Quiero compartir este premio con todos mis seguidores que, día tras día, aportan su granito de arena con sus visitas y comentarios.
Felicidades a todos los premiados y que el Señor os bendiga.
martes, 10 de agosto de 2010
La Voluntad...

El Señor os bendiga.
miércoles, 4 de agosto de 2010
San Juan María Vianney

jueves, 29 de julio de 2010
Premio "Dardos"
Escuela-Taller de Oración VIVA MEMORIA
Taller de Oración Juan Pablo II
Gracias a tod@s por vuestros apoyos.
Gracias Jesús por darme estos incentivos para seguir haciendo esta pequeña labor.
El Señor os bendiga.
miércoles, 28 de julio de 2010
Premio "Deseo Eterno"

Mi padre fundó un grupo en la parroquia a la que pertenezco. Le puso el nombre de "Cafarnaúm" y el subtítulo era "Una Comunidad para la Evangelización". En este grupo se invocaba al Espíritu Santo antes de empezar, se oraba, y se trataban temas. Estos temas los exponía él, y luego todo el mundo compartía sus opiniones. A veces, en lugar de tratar un tema determinado (el Amor de Dios, el pecado, el aborto, el ayuno, algo relacionado con la Santísima Virgen, el Espíritu Santo...) se leían las lecturas del domingo, incluido el Evangelio, y se comentaban. Así todos aprendían de todos.
Quisiera compartir este premio con los siguientes blogs:
- El vacío que soy:
http://ara-ab-intra.blogspot.com/
- Raquel:
http://duran-alonso.blogspot.com/
- Jesús, en Vos confiamos:
http://jesusnosesperasiempre.blogspot.com/
- Oremos juntos!:
- Océanos de Dios:
http://oceanosdedios.blogspot.com/
¡Qué el Señor os bendiga!
martes, 20 de julio de 2010
No estamos solos

domingo, 20 de junio de 2010
Juguemos limpio
domingo, 6 de junio de 2010
Corpus Christi
