viernes, 10 de septiembre de 2010

El desapego II

(Continuación)


El desapego no es quedar ligado a las cosas materiales de la vida, ya sean trabajo, casa, una relación, una ciudad, una determinada situación… Aquí también os diría hermanos, que esto es difícil de entender, que infinidad de veces estamos apegados a lo material.

En otras palabras, debemos tener claro que no podemos acaparar riquezas materiales en la tierra; porque ellas no se vendrán con nosotros cuando dejemos este mundo. Las únicas riquezas que debemos acaparar, y cuantas más mejor, son las espirituales. Esas son las que nos llevaremos con nosotros. Es más, esos son los talentos que debemos devolver al Señor con tantos productos como podamos. Si nos ha dado uno, debemos invertirlo para, al menos darle dos. Si nos ha dado diez, a ver si podemos darle quince. Porque para eso nos los da, para que demos fruto. Esos son los dones y carismas que Dios nos presta en esta vida para que vayamos construyendo su Reino.

Sin embargo, en este terreno de lo espiritual, también debemos desprendernos de muchas cosas. No son riquezas, pero vienen envueltas en un papel muy atrayente. Son lo que hoy llamamos nuestra humanidad, quizás para que, dicho de esta forma, nos parezca menos grave. Pero en el fondo no deja de ser nuestra soberbia, envidia, egoísmo, mentiras, faltas de amor… en definitiva, nuestros pecados. Tenemos que tener desapego por tanto, de esas faltas. Y es que a veces nos gusta demasiado llamar la atención como sea, para ser el centro bajo el disfraz de la falsa modestia, o con la excusa de que el Señor nos lo muestra y es lo que quiere ¿a caso no es lo que queremos nosotros? Esto no son nuestros bienes espirituales, en este caso, son nuestros males espirituales, de los que nos debemos desprender, porque, como decía antes, lo espiritual es lo que nos llevaremos al otro mundo. A Dios no le importan que tengamos dos casas, tres coches, varias parcelas de tierra o varios millones en el banco. Precisamente eso no le interesa para nada. Lo que le interesa es nuestra alma, que es la que no morirá nunca.

El desapego se puede entender de muchas maneras, pero una de las más claras y frecuentes, es la muerte de un ser querido. A veces es desgarrante sentir que ese ser se nos va, y hay que aprender que el desapego no es abandonar, ni ser abandonados; este aprendizaje, hermanos, es muy difícil, pero a la vez grande porque te llena de Dios y descubrimos su verdadero Amor.

Entonces… ¿por qué cuesta tanto el desapego o desprendimiento de lo material? Lo material nos hace esclavos, egoístas y hace que el demonio, que es un gran seductor, se apodere de nuestras almas y nos separa más de Dios. El desprendimiento del corazón es lo que nos lleva a tener el corazón sólo en el Amor, en Dios y en las cosas de Dios. Ahí, y sólo ahí es donde podemos encontrar el alivio y la paz del alma, que es lo que únicamente nos pueden hacer felices.
Hermanos, cosas materiales podemos tener, pero sin agarrarnos a ellas, o despilfarrar sabiendo las necesidades de tantos otros hermanos en el mundo, o incluso en nuestra comunidad, o incluso en nuestras familias.

Si no estamos desprendidos y desapegados de nosotros mismos, de nuestras cosas, es difícil dejarle sitio a Dios en nuestro corazón. Hermanos, Dios quiere entrar en nuestro corazón, en cada uno de nosotros; pero no hay sitio para Él, porque lo tenemos ocupado con estas banalidades, ya sean las riquezas materiales o las malezas espirituales. Si tenemos una lata de conservas llena hasta arriba de cemento, por mucho que queramos rellenarla de comida, será imposible por dos cosas: primero, porque obviamente está llena; y segundo, porque está llena de cemento, duro, difícil de romper con un dedo o cuchara. Debemos romper ese cemento, con cincel y martillo, vaciar la lata, y una vez limpia, llenarla de alimento. El cemento no hacía más que estorbar, era improductivo dentro de la lata. Eso es lo que nos pasa en nuestro corazón.

Ese es el desapego, librarnos de todo aquello que nos daña y nos impide el dar fruto, el aprovechar lo que llevamos dentro para darlo, nos impide en definitiva, crecer como personas.


(Continuará)

1 comentario:

Montserrat Llagostera Vilaró dijo...

HOLA: QUE BUWNO SERIA QUE EN LOS MEDIOS DE COMUNICACION NOS HABLARAN MÁS DE DESPRENDIMIENTOS Y DESAPEGOS.

PERO SEGURO QUE ENTONCES LAS NOTICIAS NO VENDERIAN TANTO.

GRACIAS POR ESTA REFLEXIOM Y QUE DIOS TE BENDIGA, Montserrat