Lo cierto es, que hoy día veo que está pasando algo parecido en el grupo de oración al que pertenezco. Hay algunos que quieren seguir las reglas, las normas, las leyes... y otros que van un poco "a su bola", cogiendo lo que me interesa de aquí, otro poquito de allá, y lo otro que no me interesa para nada, no lo cojo. Desgraciadamente, así no se pude ir. Las normas están para algo, no para hacer lo que queramos e infringirlas cuando no nos interese. Siento esa misma sensación que cuando jugaba con aquellos compañeros que destrozaban los partidos con sus travesuras. Impotencia porque no se lo tomaban en serio.
Eso de mezclarme con los "anti-normas" me desequilibra, porque cuando ellos quieran jugar un partido en serio, me va a costar creerles, y a lo mejor, preferiré jugar sólo o con tres personas más, que mal acompañado.
Los grupos de oración necesitan unidad, porque así es como se hacen fuerte, y pueden ganar partidos. De otra manera, empiezan a perder seguidores, incluso jugadores que prefieren irse a otro equipo, aunque sea más modesto, para poder jugar en serio y hacer bien su trabajo.
Oremos por nuestros grupos de oración. Pidámosle al Señor que se encargue de hacer los equipos. Él, que es el más justo de los justos, sabe más que nadie de nuestras necesidades para que exista unidad y nuestra oración llegue con fuerza al Padre.
Si queremos jugar... juguemos limpio.
El Señor os bendiga.