domingo, 19 de mayo de 2024

Recibe el Espíritu Santo


Ya llega el Espíritu Santo, y deberíamos estar dispuestos a recibirlo. 

En este día celebramos una de las fiestas más grandes del año, aunque algunos no podamos hacerlo en comunidad como sucedió en el Cenáculo porque desde hace años, queda olvidada por las glorias de El Rocío. Pero el Espíritu Santo, vendrá a cada uno que así se lo pida, que así lo necesite. Vendrá a todo aquel que verdaderamente tenga hambre y sed de Dios. 

Él viene cargado siempre con sus 7 dones para que los pongamos al servicio de los demás. Estos, como bien sabemos, son: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios.

Pero no podemos olvidar, que el Espíritu Santo produce también en nosotros 12 frutos que nos perfeccionan. Estos son: caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia y castidad, como podemos leer en Gálatas 5, 22-23 y en el Catecismo, 1832. 

Sin embargo, aunque estemos acostumbrados a representarlo como una paloma, porque así nos lo cuenta el Nuevo Testamento en el Bautismo del Señor, también lo identificamos con los elementos de la naturaleza. 

El Fuego quema, purifica. En el campo también se queman las malas hierbas y así la tierra queda limpia y lista para dar frutos. 

Pero también da calor y nos reconforta ante el frío. Así quedamos nosotros por la acción del Espíritu Santo. 

Cuando la brisa o el viento fuerte sopla, no lo vemos, pero lo sentimos y vemos sus efectos. De la misma manera actúa en nosotros el Espíritu Santo. 

El agua limpia, nos calma la sed, y la necesitamos para vivir. Igualmente, el Espíritu Santo nos purifica desde que recibimos el agua en el bautismo o nos confesamos, nos limpia del pecado y nos devuelve a la Vida. 

Pero para ello, Cristo debe sufrir el martirio y morir en la Cruz. Por eso el mismo Jesús dice a sus discípulos: "es necesario que yo me vaya, porque si no me voy, no vendrá el Espíritu Santo que os consolará y ayudará". Si nos fijamos bien, el agua del costado de Cristo fluye cuando el sacrificio está consumado. Y es que el sufrimiento termina con la Resurrección y se completa con la venida del Espíritu Santo. 

Pero además, el sacrificio no se hizo simplemente porque sí, fue ofrecido por nuestra salvación, por la remisión de los pecados de toda la humanidad. 

Lo que nos cuesta, no necesariamente es valido a los ojos de Dios. Eso es un error en el que solemos caer.

Podemos esforzarnos mucho en alguna cosa en concreto pensando q así seremos recompensados, pero puede que a lo mejor estemos buscando una gloria personal, y eso, no está fecundado por el Espíritu Santo, por tanto, ese esfuerzo o ese padecimiento, no merece la pena, no habrá servido para nada.

Que nos abramos en este día tan señalado, para que el Paráclito venga con fuerza sobre nosotros y nos colme con sus bendiciones. 

El Señor nos bendiga.

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