domingo, 28 de septiembre de 2025

No quiero que te vayas


Llegaste con la alegría del reencuentro: Tu gente, tu familia...tus hijos. 

Pero hoy regresabas, y mi corazón lacrimoso sólo te repetía: "No quiero que te vayas". 

Ya. Lo sé. Quizás sea egoísta, pero cuando se quiere de verdad, la despedida siempre cuesta. Aunque sea un "hasta mañana". Es necesaria, es ley de vida, hay que seguir, pero cuesta. 

No sé la razón, o tal vez sí, pero hoy ha sido distinto. Hoy todo se ha rodeado para que sucediera así. 

"No quiero que te vayas", pero el cielo tarifeño tampoco lo deseaba. Y lo vimos en las lagrimas que brotaban de sus nubes.

Hoy ha sido más difícil que otras veces. Hoy, de nuevo, te has llevado un trocito nuestro contigo, y eso duele. Duele porque sientes el tirón interno de esa parte adherida y pegajosa que se resiste a salir, y que nos arrancas porque es conveniente. Pero sí. Duele. 

Hay días con despedidas cargadas de emociones. Se me vinieron a la mente imágenes de funerales como el de Rocío Jurado, Juan Carlos Aragón, Diana de Gales, Papa Juan Pablo II... Donde hay tristeza, pero también agradecimiento y cariño expresado en forma de aplauso. 

¿Sabes? Esa forma de irte hoy me hizo sentir algo similar. 

El cielo quiso que entraras en un camión para proteger tu preciosa imagen, mientras tus hijos aplaudían el emotivo momento. 

¡Ay, Luz bendita! ¡Qué solos nos dejas! Sigues ahí, pero algo se apaga o deja de brillar. Faltas Tú. Así de simple. 

Y es que...

En la soledad de mi alma, eres la calma. 

En la tristeza mas fría, eres mi alegría. 

En mi ansiedad, eres piedad. 

En mis miedos... en mis miedos eres el amor que me abraza, acoge, arrulla y enternece el corazón endurecido por las situaciones diarias. 

"No quiero que te vayas", te repetía mirándote a los ojos. Tú me respondías que tenías que irte, que fuese fuerte y sin embargo, que desgarradora despedida. Que pena tan honda.

Dicen que lo que no se habla, se llora. 

No hubo palabras, ni lágrimas que aliviaran tu partida. Porque sentía, literalmente, que la Madre de Tarifa se estaba yendo...

Lo sé. De la misma forma que, cuando se marcha de este mundo un ser querido, y creemos y sabemos por fe, que está en la Gloria, así iremos a verte. Porque tu santuario, es la Gloria para un tarifeño. Es ese trocito de Cielo en la tierra, donde nos esperas siempre. 

¡Luz, Señora, más Luz! 

Más Luz para este mundo falto de amor y de sentido. 

En la Gloria nos esperas

Desde la Gloria nos alumbras

Luz y Esperanza nuestra: No nos sueltes nunca, que nos perdemos en la oscuridad. 

Y tras unos días de peticiones en tu presencia, permíteme terminar con un agradecimiento. 

GRACIAS, Madre. 

GRACIAS por las cosas buenas, por las no tan buenas, por las que duelen, pero fortalecen. 

GRACIAS por tu protección constante. 

GRACIAS por lo que no entiendo: algo bueno habrá detrás. 

GRACIAS por presentarnos cada día a Jesús y ante Jesús. 

GRACIAS por tu AMOR. 

GRACIAS por ser nuestra Esperanza. 

GRACIAS, por ser nuestra Luz. 


Siempre nos deja su Luz