
Celebramos la solemnidad de la Anunciación a la Santísima Virgen María.
En la Anunciación, el Arcángel Gabriel, es enviado por Dios a la Santísima Virgen para pedirle que sea la Madre del Verbo por obra y gracia del Espíritu Santo.
Esta escena la recordamos todos los días del año, menos en Pascua, en la oración del Ángelus.
Desde el momento en que María dice SÍ, en su pobreza, en su humildad, en su pequeñez... inmediatamente se produce la Encarnación del Hijo de Dios.
Jesús, en el acto de humildad más grande, siendo Dios, se hace hombre para redimirnos del pecado y abrirnos las puertas del Cielo. Esta Encarnación es para salvar a todos los hombres sin excepción, pero en su libertad, muchos hombres la desechan, no la quieren.
María, aún sabiendo o intuyendo lo que podía ser convertirse en la Madre de Dios, en un ejemplo de humildad, asume toda la responsabilidad que conllevaba, y acepta la propuesta de Gabriel. No era nada fácil. Ella era pobre, humilde, sencilla, y no se veía digna de tan gran misión. Pero además es obediente, llena de gracia, inmaculada, y esclava del Señor. Asume ser la Madre por excelencia, tiene a su Hijo, lo cría, lo educa, le da todo lo que necesita y está con Él hasta el final.
María es ejemplo de docilidad, bondad, paciencia, sinceridad, acompañamiento, amor, confianza en Dios y sobretodo de Madre.
Por eso mismo, mi oración de hoy va dirigida a todas esas mujeres que no quieren tener a sus hijos. Para que María las proteja con su amor y les haga ver el ERROR tan gigante que van a cometer. Seguro que María tuvo muchos miedos, y sin embrago, como decía antes, siguió al lado de su Hijo desde el momento de la Encarnación hasta la Muerte en la Cruz. Ella "no se quitó el problema" como dicen muchos cuando se refieren al aborto. Dios quiso que su Hijo fuese concebido y naciera, y eso es lo que hizo la Virgen. Por eso, es nuestro ejemplo de Maternidad, en la que las chicas y mujeres de hoy deben fijarse, porque tienen la grandeza de poder dar a luz a una criatura, a un regalo que Dios les envía y que ellas no quieren.
Al igual que María, todos tenemos una misión en la Tierra. Pero muchas mujeres no aceptan la misión de ser madres y, no contentas con eso, matan a sus hijos de forma que ellos tampoco pueden desempeñar la misión con la que vienen al mundo.
Jesús pudo nacer, y murió para salvarnos a todos. A ti, a mí, a los niños que no nacen, a las madres que matan a sus hijos antes de que nazcan... a todos.
Oremos para que dejen de practicarse abortos en el mundo y especialmente, unámonos todos hoy, en este día tan señalado, para que, al igual que María, todas las mujeres den a luz a sus hijos.
Que María Santísima se lo haga ver, sobretodo, a las que están a punto de abortar, incluso a las que, simplemente se lo están pensando.
Señor, envía tu Santo Espíritu sobre estas hijas tuyas que están a punto de abortar. Ábrele los ojos y enséñales el camino que deben seguir. Que todos estos niños concebidos puedan nacer. Detén esta actual matanza de santos inocentes, para que, si es Tu Voluntad, vivan y lo que hagan sea para Tu Gloria y bien de sus almas.