miércoles, 2 de marzo de 2011

La batalla

Una vez más quisiera que todos nos uniéramos para luchar en esta batalla contra el mal. ¿Por qué? Porque todos estamos en la misma lucha constante. En alguna ocasión les toca más a unos que otros, pero por eso mismo, no debemos bajar la guardia nunca, y cuando nos toca "descansar", nuestro deber es ayudar al que más lo necesita, al que está siendo más atacado, al que está más débil. Es cierto que Dios permite estos ataques para que crezcamos, para que nos hagamos más fuertes, para que nuestras virtudes engorden o consigamos alguna nueva. Pero esto no quiere decir que no trabajemos; todo lo contrario. Si todos somos iguales, todos necesitamos de todos. De ahí mi llamamiento a unificar oración, unificar las armas que Dios pone a nuestro alcance; ya que a unos nos da unas y a otros les da otras.

Hoy quiero denunciar varias actuaciones. Pero no es una crítica destructiva. Es una denuncia para que estemos alerta. Puede que no haga falta el aviso, pero en estos casos más vele pecar por exceso que por defecto.

Últimamente estoy siendo muy pesado con las mentiras. Pero esos falsos testimonios, posiblemente fruto de la envidia, hacen mucho daño. Este daño puede ser psíquico, físico a nivel corporal, físico a nivel material... Es por eso que, a veces decimos coletillas del estilo "no levanto cabeza". Esta lucha, como decía antes, es buena porque nos fortalecemos, pero en la batalla nos vamos debilitando y necesitamos que nos echen una mano.

¿A qué vienen esas mentiras? Antes mencionaba que la razón puede ser la envidia. O simplemente provocarnos ese malestar, inducido, por supuesto, por el demonio. Nuestra oración de liberación debe ser sincera, constante, fuerte... Hemos de tener en cuenta que es uno de los escudos que poseemos. A parte de otras armas de combate como la oración personal, comunitaria, oraciones hechas, entre las que destacamos principalmente el Santo Rosario. Pero también es bueno acudir a los santos y demás ángeles de Dios. San Miguel, es por excelencia el príncipe de la milicia celestial, y a él debemos acudir con frecuencia. (Efesios 6,10-17).

En las oraciones comunitarias debemos tener cautela, pues a veces la soberbia que produce el protagonismo, impide que fluya la oración. Y es que a veces confundimos "la velocidad con el tocino". Pensamos que por ir a misa diaria o ser miembro de un grupo de oración, ya somos buenísimos, poseedores de la verdad absoluta, sentamos cátedra cuando abrimos la boca y, por supuesto, tenemos ese "derecho" de hablar de otros diciendo mentiras sobre ellos o, simplemente levantando un rumor, que al final termina por ser un escándalo. Y no me refiero al escándalo de ruido, sino escandalizar con nuestras palabras a esos otros.
De la misma manera hay quien confunde el asistir a algún retiro, ya sea de sanación, de intercesión, liberación, alabanza... con tener esos dones. Me explico, el que yo asista a un retiro de sanación, no conlleva necesariamente que, por esa razón, Dios me dé ese don de sanación. Y puede que no tenga ese don, pero por asistir me lo crea, y voy imponiendo manos bajo la escusa de que yo voy a esos retiros. ¡Cuán equivocados estamos!. Por eso, esa acción de imponer las manos, más que beneficiaria, puede ser perjudicial.

¡Nuestra misión es ayudarnos, no dañarnos! Vale que puede que nuestra intención sea buena; pero eso no basta. El enemigo está esperando a ver la rendija para colarse, y nuestras acciones pueden ser, no digo ya la rendija, sino el martillo que va abriendo camino.

Es por eso que hoy quiero pedir especialmente por nuestra liberación. Para que el Señor nos ayude en esta dura batalla que libramos diariamente. También se lo quiero pedir por mediación de María, Su Madre, nuestra Madre. Por mediación de San José, pues el mes de marzo, en el que estamos, la Iglesia se lo dedica a él. Por mediación del arcángel San Miguel, y la de todos los santos y ángeles. Para que Jesús nos cubra con su preciosa y bendita Sangre y nos libre de todo mal.
Y nosotros, no decaigamos. Sigamos luchando con la confianza de que, si estamos al lado de Dios, nada nos puede pasar, porque la ¡la VICTORIA es de nuestros DIOS!

El Señor os bendiga.

3 comentarios:

Montserrat Llagostera Vilaró dijo...

Hola Rafa:

No se a que te refieres.
Yo veo a la manifestación de Cristo en la tierra a través de Cáritas.
Procuro en mi humildad amar a las personas, no impporta sus creencias, raza o condición.
Cierto que los medios de comunicación atacan a veces a los cristianos.
Pero a palabras necias poidos sordos.
Simplemente rezar por estas personas.

Un abrazo en Cristo, Montserrat

Anónimo dijo...

Creo que tiene todo que empezar por tener limpio el corazón , por acercarse a Cristo con recogimiento y humildad y ponerse en su presencia y dejarle hacer y luego darse a los demas, la fuerza nos ha de venor del abandono, de la aceptación de la voluntad del Señor.
La oración nos ha de hacer humildes y en esa humildad ponernos al servicio del otro.
un abrazo

Rafa dijo...

Montserrat: Yo también veo la manifestación de Cristo en muchas cosas y actitudes. Nunca lo puse en duda. Y no me importa ninguna creencia o raza. El problema a veces lo tenemos dentro de nuestras comunidades, y es por eso que pedía esa liberación, o esa sanación de nuestras almas. Tenemos en puertas la Santa Cuaresma y puede ser una gran oportunidad para ello.
Dios te bendiga. Un fuerte abrazo.

Gran Visigoda: Me remito a lo último que le digo a Montserrat, es decir, puede que este tiempo santo que se nos avecina, sea una gran ocasión para limpiar nuestro corazón de todo. En cuanto a la humildad, es una virtud preciosa por la que debemos luchar cada día más. Y estoy contigo, tenemos que servir a los demás desde esa humildad.
Mil bendiciones y un gran abrazo.

Muy agradecido por vuestras aportaciones.Con cariño para tod@s,
Rafa