El Sagrado Corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María. Dos fiestas que están unidas, como unidos están los Corazones de Jesús y María. Dicen que Jesús es el Camino, y María es el “atajo”.
Como ya sabemos, no celebramos estas fiestas de los Corazones, como corazones de carne en sí. Más bien, como corazón, sinónimo de Amor. Amor en el que todos entramos. Es decir, todos estamos dentro en el Corazón de Jesús; todos estamos inmersos en el Amor de Jesús. Todos cabemos en ese corazón; en ese Amor infinito. Dice el Evangelio: “Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla” (Mt. 11,25) Y más adelante dice: “…aprended de mí, que soy manso y humilde corazón…” (Mt. 11,29). Esto quiere decir, que el Señor nos quiere sencillos y, sobretodo, humildes. Por eso, María es nuestro mejor ejemplo. Ya lo dice María en el canto del Magnificat: “…dispersó a los soberbios…” (Lc. 1,51). Jesús nos llama hoy al Amor, y la soberbia es el pecado que nos impide amar de verdad. Si no amamos a los demás, no podemos amar a Dios. No es Él quien nos aparta, somos nosotros los que nos apartamos, renunciando de esta forma, a entrar en su Corazón, en su Amor, en su Misericordia.
“…Su madre conservaba todo esto en su corazón” (Lc. 2,51). ¿Quién mejor que Ella para que le confiemos nuestras cosas? Nuestra Madre, nuestra intercesora, nuestra compañía. María.
Todo se basa en el Amor. La unidad de la que carecemos, no es que se base, es que se fundamenta en el Amor. Sin embargo, al parecer, nosotros preferimos dejar de amar, preferimos sobresalir por encima de todos, creyéndonos mejores, y queriendo obtener nuestra propia gloria, y alabanzas por parte de los demás. Quizá, esta soberbia, es la que aborrece Jesús, cuando se refiere a “sabios y entendidos”.
Por eso, queremos pedir a Jesús, por medio de María, que nos ayude a tener un corazón de carne, que rompa la coraza que tenemos en nuestro interior, y que el amor que, seguro, todos tenemos, podamos darlo a los demás, y podamos recibir el amor que otros quieran darnos. Que de verdad tengamos unidad, y cada día esas rupturas que tenemos, se vayan cosiendo y pegando. Todos necesitamos de todos. Nadie es más que nadie. Sólo Dios es todopoderoso, sólo Dios es imprescindible en nuestras vidas, sólo Dios es el único merecedor de la Gloria.
7 comentarios:
¡Hermosa reflexión!
¿Cómo podemos decir que amamos a Dios, sino amamos a nuestro prójimo?
Dos corazones que no tienen límite para amar, dos corazones que no se paran nunca, dos corazones donde podemos descansar.
Un abrazo
Hola Rafa:
Que bien lo expresas, nadie es más que nadie.
Dos frases que están en mi mente desde que era pequeña
"Corazón de Jesús, en Vos coinfío"
"Dulce corazón de Maria, sed la salvación mía".
Un abrazo, Montserrat
Su madre conservaba todo esto en su corazón. ¿Quién mejor que Ella para que le confiemos nuestras cosas? Nuestra Madre, nuestra intercesora, nuestra compañía. María. MIL gracias que Dios te bendiga unidos en oración
mariarosa: Gracias por entrar y comentar. Bienvenida.
Angelo: Gracias por tu compartir, unidos en los Corazones de Jesús y María.
Montserrat: Gracias por tu comentario. Me uno a esas jaculatorias que tanto hemos repetido.
Lourdes: MIL gracias a ti, por tus constantes oraciones.
Hola Rafa, me ha encantado tu entrada,que bien lo has expresado.Dios te bendiga.
Feliz domingo.
Un abrazo.
Las gracias siempre a DIOS el es quien todo lo hace y gracias a tipor todo lo que aprendo nuidos en oración un abrazo
Publicar un comentario