Iniciamos hoy el mes de mayo. Mes dedicado a nuestra Madre, María. Sin embargo, el primer día del mes, desde el año 1955, está dedicado -como ya sabemos- a San José obrero, dedicando por extensión dicho día, a todos los trabajadores. En la situación laboral que vivimos, casi que parece una contradicción que se celebre el día internacional del trabajo. Pero dejemos este tema a parte.
San José, padre putativo de Jesús, fue el único hombre que acompañó a Jesús en todas las tareas del día.
Nos cuenta el libro del Génesis, que desde el primer pecado cometido por Adán y Eva, el hombre está "castigado" a trabajar para poder comer. "Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás" (Génesis 3:19). Pero el trabajo no debemos verlo como castigo, sino como una forma de glorificar a Dios; pues del fruto del trabajo podemos comer, vestirnos, y cubrir esas necesidades básicas que tenemos los hombres. El trabajo es una oportunidad de ofrecer al Señor nuestro esfuerzo, problemas... ese sudor del que nos habla el Génesis.
El mejor ejemplo de trabajador lo tenemos en San José. Persona importantísima y que tantas veces pasa desapercibida entre nosotros. San José es símbolo de prudencia, de generosidad, de silencio, de humildad, de dignidad... de trabajador. Y como ejemplo nuestro... ¿lo seguimos?. Esta es la pregunta y la meditación que me planteo hoy y que comparto con todo el que quiera.
¿Soy honrado en mi trabajo? ¿Ayudo a mis compañeros en el trabajo, o le hago la vida imposible para lucrarme? ¿Soy justo? ¿Presto servicio con mi trabajo? ¿Acabo mi trabajo lo mejor posible, sabiendo que Dios se merece siempre lo mejor de mí mismo, y no las cosas mal hechas?
A veces, en la vida de comunidad parroquial, somos peores que en la laboral. Por eso me pregunto:
¿Hago las cosas por amor a Dios y a los demás? ¿Mi labor (sea cual sea) es desinteresada o busco reconocimientos "absurdos"? ¿Trabajo para los demás o para vanagloria mía? ¿Me alegro del trabajo bien hecho de otros, o la envidia me corroe?
Todos nos conocemos a nosotros mismos, pese a que queramos engañarnos, o nos dejemos engañar como Adán y Eva. En el fondo sabemos cuando nos engañamos, y a ciencia cierta sabemos que a Dios no lo podemos engañar, porque es nuestro creador, el verdadero conocedor de todo.
Hagamos, pues, un pequeño esfuerzo e intentemos seguir un poco más, el ejemplo grandioso que nos dejó José, el carpintero. El obrero por excelencia.
María, Madre nuestra, hoy comenzamos el mes que te dedicamos. "El mes de las flores. El mes de María". Ruega por nosotros ante el Señor y cúbrenos con tu manto para que podamos vencer al enemigo.
El Señor Resucitado os bendiga.
2 comentarios:
¡Gracias Rafa por esta entrada dedicada a nuestra Madre del Cielo.
Un abrazo en Cristo nuestro Señor.
Dios te bendiga!!!
Gracias a ti, Marian, por tu compartir. Que María Santísima te bendiga.
Un abrazo.
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