Ven
Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en
ellos el fuego de tu amor; envía Señor tu Espíritu Creador y se
renovará la faz de la tierra.
Oh
Dios, que quisiste ilustrar los corazones de tus fieles con la luz
del Espíritu Santo, concédenos que, guiados por este mismo
Espíritu, obremos rectamente y gocemos de tu consuelo. Por
Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
“Y
yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que permanezca
con vosotros para siempre: Al Espíritu de Verdad, al cual el mundo
no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le
conocéis; porque permanece con vosotros, y será en vosotros” (Jn.
14,16-17).
Esta
es una de las varias promesas y anuncios que el mismo Jesús nos hace
de la venida del Paráclito. Sabemos que es la Tercera Persona de la
Santísima Trinidad. Sabemos también que tiene siete regalos para
entregarnos. Lo llamamos de muchas formas: Espíritu Santo, el
Consolador, el Paráclito, el Defensor o Abogado... Lo asociamos con
símbolos como la paloma, el fuego o el viento... Podemos tener
conocimientos varios y; sin embargo, creo que aún no hemos llegado a
conocer a Dios. Ni siquiera a la divina Persona que es protagonista
en el día de hoy, por quien celebramos esta fiesta.
Pentecostés:
La gran fiesta del Espíritu Santo. En ella recordamos su venida
sobre el colegio apostólico y María Santísima. Pero esta venida no
sucedió únicamente aquél día. Como bien sabemos, diariamente
viene el Espíritu Santo sobre nosotros cada vez que lo llamamos o
acudimos a Él. En todo sacramento está presente. Por eso, en este
día, donde el mundo entero lo invoca de manera especial, pidámosle
con fuerza, desde lo más profundo de nuestro ser, que venga sobre
nosotros con todo su poder. Queremos estar en el lado de Dios y
necesitamos del Espíritu Santo para que abra nuestros ojos, nuestro
entendimiento, arda nuestro corazón en Amor verdadero. Que Él, si
es la voluntad del Padre, nos refuerce los dones y nos dé el o los
carismas que necesitamos para que los pongamos, siempre, al servicio
de los demás, nunca al nuestro; pues el fin es trabajar para el
Reino de Dios, para servir y darle Gloria a Él, y no a nosotros.
El
Espíritu Santo nos ayuda y nos anima a la conversión, siempre que
se lo pidamos. Él, como el Consolador, nos puede conceder la salud
física y, sobretodo, la espiritual, que es la que verdaderamente
importa, la que nos llevará al Paraíso.
Con
la festividad de Pentecostés, termina el tiempo de Pascua. Ahora,
después de recibir al Paráclito, estaremos fortalecidos y tendremos
los dones y carismas necesarios para poder ser testigos de Cristo,
misioneros de Dios, y lanzarnos en la lucha existente en el mundo. Un
mundo que nos arrastra, en ocasiones, como si de una fuerte corriente
se tratara, en la que es difícil nadar para llegar a la orilla donde
estamos a salvo. Difícil pero no imposible, porque el Espíritu
Santo nos acompaña, nos muestra y enseña el camino a seguir.
¡Ven
Espíritu Santo sobre nosotros! Ven con fuerza, y sana nuestros
corazones enfermos, heridos, sedientos, de piedra... nuestro
interior. Abrasanos con tu fuego y purifícanos, límpianos,
libéranos, renuévanos, conviértenos y rompe las cadenas del mal
que nos puedan tener atados. Haznos ver cuál es el camino que el
Padre quiere que sigamos. Llénanos de tu AMOR. Crea los enlaces de
unión que necesitamos y ayúdanos a mantenernos unidos. Pon en
nuestras bocas las palabras de aliento, de ánimo, de consuelo, de
solución a los problemas... que los demás hermanos nuestros
necesitan escuchar. Ayúdanos a descansar en el Padre cuando lo
necesitamos, que sepamos acudir a Él. Infúndenos la fe que tanta
falta nos hace y enséñanos a orar, para que, de esta forma, sepamos
mantener ese diálogo de “Padre a hijo”.
¡Ven
Espíritu Santo! Renueva tu Iglesia. Te pedimos, especialmente, por
los sacerdotes; para que ellos verdaderamente sean los pastores que
necesitamos y; con tu ayuda, fuerza, poder...infúndeles los carismas
que necesiten para llevar a buen puerto esta barca que va a la deriva
en este mar, “aparentemente” en calma. Haznos ver y evitar a los
falsos profetas que hay en el camino, une a la verdadera comunidad, y
elimina todo aquello que no es tuyo que sabes que hay dentro.
Y,
sobretodo, GRACIAS. Gracias por todo lo que has hecho, haces y harás
por y en todos nosotros, porque sin ti no somos nada. Solo Tú eres
el que nos mueves a obrar según la voluntad de Dios. Que con tu
ayuda, amado Espíritu Santo, alcancemos un día el gozo de vivir la
vida eterna.
El
Señor os bendiga.
3 comentarios:
Hola Rafa,
Me ha encantado tu articulo, como lo has expresado, tal y como es.Gracias por compartirlo:)
Que pases un feliz fin de semana pascual.
Dios te bendiga.
Mi hermano en Cristo, El Espiritu Santo te guió, para escribir esta narración tan hermosa. Gracias Rafa. El Señor te Bendiga, en esta noche tan Especial.-
Muchas gracias por vuestros comentarios. Que el Espíritu Santo os colme de bendiciones y os proporciones lo que necesitéis en cada momento.
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