Cuando nos entregamos a Dios, esperamos en Él y confiamos en Él. Esta confianza nos hace sentirnos seguros, es... ese colchón que tenemos. Es bueno confiar en el Señor, es más; siempre nos lo está recordando. Pensemos en lo que le dijo a Santa Faustina"...Pinta una imagen Mía, según la visión que ves, con la Inscripción : "¡Jesús, yo confío en Ti..." Si confiamos en un amigo nuestro, ¿cuánto más debemos confiar en Jesús?, ¡el AMIGO por excelencia!
Por otra parte; Dios nos dio unos dones para que los pongamos en práctica. Normalmente, las cosas nos salen bien porque el Señor ha obrado en nosotros, eso debemos tenerlo claro, y no es mérito nuestro.
Si unimos la práctica de estos dones, nuestro trabajo y esfuerzo a la confianza en Dios, ya podemos olvidarnos del resultado porque será lo que Dios quiera. Es decir, hemos cumplido con nuestra misión, y debemos eperar a que se cumpla lo que Dios quiere, no lo que pensamos nosotros que debe pasar. En eso está nuestra confianza en Él. En que, una vez realizado el trabajo, esperamos en Él. Pero, ¿qué ocurre cuando "confiamos" sin trabajar? Pues se pueden dar dos situaciones: a) La Misericordia infinita de Dios, hace que el resultado sea favorable para nosotros. Es decir, nos da una muestra de lo que es capaz de hacer y que no somos nosotros los que hacemos, sino Él el que hace en nosotros. A su vez, nos da una nueva oportunidad para que nos demos cuenta que debemos trabajar para conseguir los frutos. Es una inyección de incentivo que nos mete. b) Los objetivos no se cumplen y por tanto, ese resultado desfavorable, está para que nos esforcemos y nos demos cuenta que hay que trabajar para el Reino, que al fin y al cabo, es para nuestro bien.
En esas veces en las que no trabajamos, o no damos de nosotros lo que debiéramos dar, he oído expresiones del tipo "nosotros ponemos la voluntad, que no es poco, y ya el Señor se encargará de hacer su obra, porque si nos ha puesto aquí es por algo". Esto, mis queridos amigos, me van a permitir la expresión, pero me repatea cuando lo oigo. Podemos entender la expresión en el caso que andemos perdidos y confiamos en que el Señor nos lleve o nos ponga a alguien que nos guíe. O por alguna razón de importancia como una enfermedad, por poner un ejemplo, no pudiéramos realizar nuestra misión en un momento determinado. Pero cuando sabemos lo que tenemos que hacer, no tenemos otros impedimentos, y solo por no haber hecho las cosas, cuando llega el momento de dar cuentas decimos lo que arriba comentaba... eso me parece de lo más vago e irresponsable. En estos casos siempre pongo el mismo ejemplo, y como él, hay miles, pero éste me parece bastante claro:
Tenemos a un alumno que no estudió, pero no por causas que se lo impidieran. Simplemente, no estudió. Tiene su mesa de estudio muy preparada, no le falta detalle, pero no estudia. Llega el día del examen, y sobre la mesa coloca sus estampitas. Empieza a pedirle a Dios que apruebe el examen. A la vez, y con nervios que se reflejan en el movimiento incansable y rápido de sus piernas, pide y solicita la intercesión de varios santos, para que le echen una manita. ¿Quizá espera aprobar por obra del Espíritu Santo? o mejor aun, ¿aguarda que venga el santo al que solicitó ayuda y le vaya dictando poco a poco las respuestas del examen?. Ante esto sólo se me ocurre una contestación, y pienso que es obvia: Tenias que haber estudiado antes, haber puesto todo de tu parte y luego esperar al resultado. Quizá, incluso sin pedirlo, habría recibido una ayuda en caso de necesitarla. Pero hay que trabajar. Igual que el atleta no puede ganar sino entrena, igual que las casas no se hacen solas por mucho que tengamos los ladrillos delante,etc.
Pues nosotros igual. Si nuestra misión es orar por los demás, si nuestra misión es evangelizar, si nuestra misión es dar un consejo, si nuestra misión es alabar a Dios, si nuestra misión es acompañar a los enfermos, si nuestra misión es cantar, si nuestra misión es ayudar a los necesitados, si nuestra misión es llevar adelante la comunidad que se nos ha encargado... preparémosnos para ello, y cumplamos con nuestro deber lo mejor posible. Pongamos todo de nuestra parte, porque además, de todo esto, el Señor nos pedirá cuenta algún día. Son los talentos que debemos presentar cuando llegue el momento.
Una vez oí decir "tu voluntad está, donde está tú interés". Creo que esta frase resume todo lo que he querido reflejar en este post. Porque con la voluntad, a veces, no es suficiente.
Que, además de la voluntad, el Señor nos haga ver que debemos esforzarnos y poner un poco más de nosotros.
El Señor os bendiga.
3 comentarios:
Muy buena reflexión nos has hecho.
Mira mi madre siempre me decia "A Dios rogando y con el mazo dando".
Si nosotros/as somos sus humildes herramientas. Un enfermo si no se quiere tomar sus medicamentos, que no espere curarse sólo con las Oraciones, ya que el Señor se sirve de los médicos.
Bueno, esta es mi opinión.
Gracias por esta hermosa entrada. Y que el Señor te bendiga.
Muchas gracias a tí, Montserrat, por tu comentario. La verdad es que Dios, como es todopoderoso, no necesita de nosotros, pero a Él le gusta que nos ayudemos unos a otros, practicando el don más grande que es el del amor. También espera que trabajemos y usemos los dones y/o talentos que nos da. Porque sabe que todo es para su Gloria y bien de nuestras almas.
Que el Señor te bendiga.
http://soliloquiosvisigodos.blogspot.com/2010/08/reconocimiento-de-valores.html
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