¡Qué grande es el AMOR de Dios por nosotros! y ¡qué poco lo valoramos!.
Jesús, después de haber sido azotado, escupido, coronado de espinas, golpeado, insultado; después de cargar con un madero que sólo Él sabe cuánto pesaba. Cuando ha sido crucificado en ese madero, cuando está desangrado y a punto de perder su vida. Ya sin fuerzas, perdona al ladrón arrepentido. Y no sólo eso, pide al Padre perdón por los que lo crucifican porque, según dice Él "no saben lo que hacen". Nosotros no sabemos lo que hacemos cuando le ofendemos una y otra vez, y otra vez, y otra vez... Lo crucificamos, y sin embargo su Misericordia infinita hace que nos perdone. Por eso digo de nuevo: ¡qué AMOR tan grande! Difícil de que entre en nuestro cerebro finito, pero posible de entender (algún día) para nuestro corazón de hijo suyo.
Sí, esa es nuestra meta; llegar a cumplir con el mandamiento que resume toda su doctrina: "Amaos unos a otros, como yo os he amado".
Nuestra naturaleza humana nos impide llegar a eso, porque las tentaciones nos pueden y, por tanto pecamos. Pecamos de falta de AMOR. Por eso queremos ser los primeros en todo pese a quien pese, caiga quien caiga. Por eso, no sólo no nos alegramos de lo bueno de los demás sino que le deseamos el mal. Por eso vamos faltando a la verdad, con el único propósito de quedar bien. Por eso hablamos mal de los demás. Por eso levantamos rumores del prójimo y lo vamos pasando de boca a oreja, para que se extienda hasta que la madeja sea gigante y difícil de deshacer. Por eso matamos al que nos estorba (violencia de género, abortos, eutanasias, terrorismo...) Por eso codiciamos lo que tiene el otro aunque a nosotros no nos haga falta. Por eso las drogas y el sexo nos envuelven sin llevarnos a ningún buen puerto... Por eso y por muchísimas más causas somos incapaces de pedir perdón, aunque sea por pisar a alguien.
Nos cuesta pedir perdón. Y nos cuesta perdonar.
El Perdón no es sólo pedir perdón; esto es, decir la palabra "perdón". El perdón conlleva le pérdida de ese resentimiento. Es cierto que no podemos olvidar, pero ese "no olvidar" no puede ser de venganza, sino que debe servirnos de experiencia para no volver a equivocarnos en la misma cuestión.
Hay una frase de la Madre Adela Galindo, fundadora de SCTJM (Siervos de los Corazones Traspasados de Jesús y María) que me gusta mucho y resume un poco lo que quiero explicar. Dice así: "El amor debe ser visible, debe ser percibido para que el amor sea creíble". Pienso que esto es una maravillosa verdad. Nuestro perdón debe ser visible, perceptible. No basta con una palabra, tenemos que demostrarlo. Ya decía Jesús, "... por sus obras los conoceréis...". Y es cierto, podemos decir palabras hermosísimas, pero sino las sentimos de verdad en nuestro corazón, no lo podremos demostrar.
Pero no podemos caer derrotados ante nuestra incapacidad. Dios es perfectamente consciente de nuestras limitaciones. ¡Cómo no serlo si es nuestro Padre y Creador! Por eso, haciendo todo lo que está en nuestras manos, a veces no podemos avanzar más. Y es que somos humanos, y Él es el que hace la obra en nosotros. Pidámosle pues, que nos ayude a perdonar como Él lo hace con nosotros. Pidámosle que nos dé ese AMOR para que sepamos y podamos regalarlo a los demás. Y hagámoslo de verdad. Oremos.
Que sepamos decirte, Señor, desde lo más hondo de nuestro ser, la frase que revelaste a Santa Faustina Kowalska: "Jesús, confío en Ti". "Ten Misericordia de nosotros y del mundo entero". Derrama tu infinito Perdón sobre nosotros. Abrázanos en tus brazos de Padre con esa ternura que sólo Tú puedes darnos. Somos pecadores y necesitamos de Ti. Ojalá algún día podamos cumplir lo que tantas veces repetimos en la oración que Tú nos enseñaste "...como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden..." Ayúdanos a perdonar y a tener la humildad de pedir perdón.
En este tiempo de Cuaresma Señor, ayúdanos, conviértenos, perdónanos.
5 comentarios:
Muchas gracias ppor esta entrada RAfa, ayuda mucho a reflexionar sobre algo que muchas veces no hacemos del todo con el corazón, perdonar.
Me ha gustado mucho la frase de la Madre Adela Galindo, es cierto, si no es visible el amor...¿en que se queda?.
Muchas gracias de nuevo, que de verdad en estos días aprendamos por fin a perdonar desde lo más hondo de nuestro corazón.
Un abrazo.
Perdonar...
El perdón es base para la sanación interior. Qué liberación cuando uno es capaz de perdonar de corazón. Pero humanamente es difícil pero con la Gracia de Dios facilísimo. Hay que mirarlo El. Mirarlo en la foto que has puesto por ejemplo. Y pedirle que nos enseñe a perdonar pero no a nuestra manera sino a la suya. Un sacerdote me dijo un día que la mejor forma de empezar el proceso de perdón es simplemente rezar un simple padre nuestro por la persona que nos hirió.
Perdonar a los otros es difícil, en ocasiones "perdonar a Dios" por cosas que no entendemos y hacer las paces con El también lo es. Pero sólo si hacemos ambas cosas podremos perdonarnos a nosotros mismos ... la más difícil de las cosas al menos desde mi punto de vista.
Un abrazo en cristo.
Muchas gracias por vuestras aportaciones y, sobretodo, por emplear un poquito de vuestro tiempo en entrar en este pequeña sinagoga.
Que el Señor os siga bendiciendo.
Rafa
Gracias por tu reflexión. Nos invita a ir a lo más profundo del corazón y perdonar de verdad. Que la cuaresma nos lleve a recibir y a pedir perdón.
Rafa, hace muchísimo que no entro en los blogs...
Estoy menos por la red. Hago la urgente.
Estás en mi corazón y en mi oración
Un gran abrazo
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