AVE
MARÍA. GRATIA PLENA
Con
estas palabras saludó Gabriel a María. Hoy nos puede parecer ya
normal, o incluso rutinario. Pero si te pasara a ti, ¿qué harías?,
¿qué pensarías?, ¿qué le dirías?
La
FE es
lo que hizo a María decir lo que dijo y, sobretodo, actuar como
actuó.
María, una joven de pueblo,
casi analfabeta, pobre... sería la Reina y Señora de todo lo creado.
La Madre de Dios. Tan humilde, y sin embargo, Él se fijó en Ella entre todas sus
criaturas. Por eso fue la elegida. Ya lo dijo Ella misma en el Magnificat: [...] porque ha mirado la humillación de su esclava. [...] enaltece a los humildes (Lc.1, 46-55)
En la Encarnación, María
acepta ser la Madre de Dios. No iba a ser fácil, pero asume las
consecuencias. Se le venían encima multitud de episodios en su vida:
el primero es dar a Luz a Hijo en un establo. ¡Qué pena para una
madre! ¡Cuánto más para que nazca el mismo Dios! Pero luego
vendrán otros, como huir a Egipto, la pérdida de su Hijo en el
templo, despedirse de Él cuando empezó su “vida pública”,
encontrarse con su Hijo cuando cargaba con aquel madero, verlo morir
colgado de ese madero que llevaba, tenerlo en sus brazos sin vida...
y otro tanto que seguro vivió, pero que no sabemos. Por eso Ella
guardaba todas las cosas, meditándolas en su corazón (Lc. 2, 19)
Si por Adán vino el pecado, por
su desobediencia; por Cristo vendrá la Salvación, por su
obediencia. Cristo es el nuevo Adán. De igual manera, si Eva cree y
obedece a la serpiente (demonio, ángel caído); María creerá y
obedecerá a Gabriel (ángel de Dios). No es de extrañar (aunque
sólo sea a modo de curiosidad) que el saludo del ángel sea lo
contrario a Eva, es decir, Ave.
María, la criatura humana que
ha tenido más fe. Según san Agustín, Ella concibió primero en su
corazón (por la fe) y luego en su vientre. Todo es fe y confianza en
Dios. María es el ejemplo de ejemplos para nosotros. Dicho así,
parece sencillo, pero ¡qué difícil nos resulta!. Nuestra fe es
pobre, a veces inexistente.
María, como Madre que sería de
Él, es la primera que lo espera. Espera con alegría la revelación
del Hijo de Dios. Eso es el Adviento. ¿Lo vivimos nosotros así?
¿Sabemos lo que Dios quiere revelarnos?
Todos los años oímos cosas
como: “Dios quiere venir a nuestros corazones”. “Que el Niño
que va a nacer habite en nosotros”... Pero ¿somos conscientes de
lo que decimos, leemos o escuchamos?
Acudamos a María, que es
ESPERANZA. Ella espera en Él. Nosotros como Israel, debemos esperar
en Él. Como decía antes, la Virgen es el ejemplo de ejemplos. Ella,
como primer Adviento, puede enseñarnos mucho, puede enseñarnos
todo. En este día tan especial para Ella, hagamos por acompañarla,
pero aprovechemos también para preguntarle.
Madre, ¿cómo tenemos que
esperar a tu Hijo? ¿cómo debe ser nuestra Esperanza? ¿cómo debe
ser nuestro Adviento?
Santa María, Esperanza y Reina
nuestra, ruega por nosotros.
2 comentarios:
Gracias Rafa por esta entrada tan hermosa y por tu felicitación.
Dios te bendiga.
Te deseo una Santa Navidad.
Sor. Cecilia
Muchas gracias, sor Cecilia.
Un cálido y fraternal abrazo!
Dios la bendiga.
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