«Dadles vosotros de comer.»
Ellos le replicaron: «Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces.»
Les dijo: «Traédmelos.»
[…] Comieron todos hasta quedar satisfechos y recogieron doce cestos llenos de
sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.
He estado meditando este texto que nos propone el Evangelio
de hoy (Mt. 14, 13-21) y quiero expresar mi interpretación personal. Puede que
resulte un poco engorrosa de entender, pero lo voy a intentar.
La gente fue en busca de Jesús para escuchar su Palabra, aprender
de Él, para alimentar sus almas. Reconocen en Jesús al Mesías y ansían su
misericordia, por eso, si leemos el texto entero, comprobamos que «vio Jesús el
gentío, le dio lástima y curó a los enfermos.»
Pero vayamos al motivo de esta pequeña reflexión.
Los discípulos contaban tan sólo con 2 peces y 5 panes. Imaginemos
un concierto o un gran estadio de fútbol lleno de espectadores. ¿Cómo iban
ellos a alimentar a más de diez mil personas? A veces las personas no tienen
hambre de comida material únicamente, sino que están deseando que les hablen de
Dios, que les expliquen la Palabra, quieren conocer a Cristo más profundamente…
ese es el hambre que quizás podamos intentar saciar desde nuestra pequeñez y
humildad.
Dios nos ha dado a todos unos talentos, unos dones para
ponerlos al servicio de los demás. Quizás pienses que no tengas, o que están
poco desarrollados, o que son pocos y no puedes ayudar a otros. Sin embargo, si
los ponemos al servicio de Dios y del prójimo, Él los multiplicará hasta que a
los que servimos, queden saciados. Así hicieron los discípulos con 2 pees y
cinco panes. No tenían más, era lo único que habían llevado para cenar ellos,
pero lo poco de lo que disponen, lo ponen en manos de Jesús y Él hizo el resto.
Pues bien, fijémonos ahora en una curiosidad. ¿Sera “casual”
que estemos hablando de panes y peces?
El ichtus o ichthys (en griego ΙΧΘΥΣ ijcís "pez")
es un símbolo formado por dos arcos que se cruzan formando la silueta de un pez
de perfil. Fue usado de forma secreta entre los primeros cristianos para identificarse entre ellos. Y
es que el acrónimo significa Ἰησοῦς Χριστὸς Θεοῦ Υἱὸς Σωτήρ, Jesucristo, Hijo
de Dios, Salvador. Es decir, usando las letras iniciales obtenemos ΙΧΘΥΣ, pez.
Por eso desde tiempos paleocristianos, a Cristo lo representamos con un pez.
Dicho esto, pienso que Dios nos está pidiendo hoy que demos
de comer al que tenga hambre de Él. Quizás contemos con unos panes y unos
peces, es decir, talentos o dones insuficientes para tanta gente; pero esos
dones nos son dados por Dios, y es a Dios a quien debemos llevar a los demás.
Tenemos que acercar a Cristo a los que lo necesitan, sin embargo contamos con
el mismo Cristo: a Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador (pez) y también con la
Eucaristía (pan), nuestro alimento espiritual y el alimento espiritual que
hemos de llevar a muchos. Convertir almas para el Señor, para cuando estén
cerca de Él, puedan comer el pan que da la vida eterna.
No es de extrañar, por tanto, que este episodio de la multiplicación
de los panes y los peces, sea un preludio de la última cena, esto es, de la
institución de la Eucaristía, donde el propio Salvador del mundo (ΙΧΘΥΣ) nos
dirá «Esto (pan) es mi Cuerpo.»
Para acabar, recordemos que para Dios nada hay imposible,
que contamos con su ayuda, con la Santísima Virgen Reina de los Ángeles.
Pongamos lo poco o mucho que tengamos en manos del Señor, Él hará su obra y
multiplicará lo que nos falte cuando lo vea oportuno, eso ya depende de Él. Por
tanto, cumplamos con lo que nos encomendó como discípulos suyos que somos: «Id
al mundo entero y proclamad el Evangelio.» «Dadles vosotros de comer.»
El Señor nos bendiga.
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