Estamos
en junio, mes que, como todos sabemos, la Iglesia dedica al Sagrado
Corazón de Jesús.
Desde
los orígenes del cristianismo, ha existido esta devoción; pues
meditar el costado abierto de Jesús, de donde brotó sangre y agua
al ser atravesado por la lanza, cuando, ya muerto, estaba colgado en
aquel madero que le llevó a salvarnos, dio lugar al nacimiento de la
Iglesia.
Muchos
decimos que somos devotos del Corazón de Jesús. Sin embargo, ese
AMOR de Cristo por nosotros, ¿es correspondido?. Si somos seguidores
de Jesús, si somos cristianos, lo primero que debemos hacer es
amarlo sobre todas las cosas, y amar al prójimo como a nosotros
mismos. ¿Lo hacemos?. De ser así, ¿por qué esos rencores? ¿por
qué esos odios? ¿por qué levantamos falsos testimonios sobre los
demás? ¿por qué damos lugar a lo que, el Papa Francisco califica
muy acertadamente como “chismes”? ¿por qué envidiamos a los
demás? ¿por qué somos tan soberbios y prepotentes si debemos amar
a los demás como a nosotros? Sí, es complicado, lo sé. A todos nos
han hecho daño en algún momento. Pero, ¿no le hicieron daño a
Jesús? ¿a caso no seguimos nosotros haciéndoselo?.
La
característica principal del Corazón de Jesús, es su Divina
Misericordia. ¿Practicamos la misericordia y la caridad con los
demás?.
Analizadas
estas pequeñas preguntas volvamos a pensar fríamente. ¿Somos
auténticos devotos del Sagrado Corazón de Jesús?. ¿O es una mera
fachada para aparentar que “somos buenos y un ejemplo para los
demás”?
Este
mes, es un buen momento para pararnos a meditar en nuestro día a
día. ¿Qué haría Jesús en esta situación? ¿Qué respondería
Jesús ante esta pregunta? ¿Cómo actuaría Jesús ante las mentiras
y calumnias que estoy escuchando?... Intentemos entrar en su Corazón,
que Él está deseoso de que lo amemos, de ayudarnos, de acogernos...
Pensemos que lo negamos, lo olvidamos, lo ofendemos, lo herimos, lo
maltratamos... y sin embargo, Él siempre está ahí para acogernos
cuando más lo necesitamos. ¿Hacemos eso con los demás?
Que
la llama ardiente de su Amor nos abra nuestro corazón duro, y nos
infunda su Espíritu Santo para que podamos amarle y amar a los
demás. Al fin y al cabo, y ciertamente, es lo único importante que
debemos hacer en nuestra vida. Tan sencillo y, complicado a la vez,
como eso. Pero alegrémonos. Contamos con su ayuda, con la de María
Santísima, con la de los santos y ángeles de Dios, que están
dispuestos a luchar por nosotros, siempre y cuando, queramos de
verdad su apoyo.
Ánimo
a todos.
Sagrado
Corazón de Jesús, en Vos confío.
El
Señor os bendiga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario