miércoles, 6 de marzo de 2019

Un año más, la Cuaresma ganó el combate a Don Carnal.


Miércoles de Ceniza, comienza la Cuaresma.
De nuevo retomo esta tabla (1559) de Pieter Brueghel el Viejo que tanto me gusta para este día: "El combate entre don Carnal y doña Cuaresma".

Ya habíamos dicho hace tiempo, que en la Edad Media no había métodos para guardar la comida que no se iba a utilizar, sin que se estropeara. El tiempo de Cuaresma era un tiempo de oración, ayuno y limosna. Como debe seguir siendo hoy. Ante ese ayuno y, ante la incapacidad de conservar los alimentos, había que gastarlos para no desperdiciarlos. Por eso se celebraba el carnaval, fiesta en la que, más que disfraces, se despilfarraba la comida y la bebida. El consumo de alimentos, por la razón ya mencionada, tenía que ser absoluto. Viendo esta obra podemos hacernos a la idea de que eran días de gula, lujuria...

La tabla está llena de escenas, aparentemente cotidianas, cargadas de de una rica iconografía, pero nos centraremos en el detalle central inferior, el motivo que da nombre a la obra.

Vemos a don Carnaval, o don Carnal, bien grueso, subido en un barril de cerveza, lleva por sombrero una tarta, y en lugar de una lanza para en enfrentamiento, carga en su mano derecha con una brocheta gigante de carne asada. Por su parte, doña Cuaresma, una señora escuálida, se enfrenta, sentada sobre un reclinatorio, portada por una monja y un monje, y lleva una pala con dos arenques, símbolo de la abstinencia junto con la miel, cuya colmena lleva por sombrero.

No hace falta decir que siempre gana dona Cuaresma.

Por eso, no entendemos cómo pueden seguir celebrándose las fiestas del Carnaval en muchas localidades, una vez iniciada la Cuaresma. A nadie se le ocurre celebrar la Semana Santa o la Navidad en otras fechas. Debemos luchar para que todo vuelva a ser como era. La Cuaresma, debe y tiene que ser sagrada.

Y es que, como decía antes, hemos entrado en este tiempo de oración, limosna y ayuno. Un tiempo que nos lleva a una fiesta mucho mejor que la que dejamos atrás. Es la Fiesta por excelencia. La Pascua. La Resurrección del Señor. Pero para llegar en condiciones a esta gran Fiesta, debemos prepararnos en estos cuarenta días que nos separan del Triduo Pascual, en la que celebraremos la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús.

Nuestro propósito debe ser convertirnos, dejarnos hacer por el Señor. Quedarnos limpios, cumplir nuestra penitencia. Algunos la cumpliremos, si Dios lo permite, en nuestra Estación de Penitencia, que de ahí viene su nombre.

En estos días he podido presenciar que muchas personas no saben aun cuándo son los días de ayuno y de abstinencia. Quiero dejar claro que los días de ayuno y abstienencia únicamente son el Miercoles de Ceniza y el Viernes SantoEl ayuno consiste en hacer una sola comida fuerte al día (con desayuno y cena suave o líquida. Esto tan sólo son dos días del año. ¿Somos tan débiles que no podemos hacerlo? ¿O no queremos? Los demás viernes, serán de abstinencia, es decir, no se puede comer carne.

Según el Código de Derecho Canónico, el Cánon 1252 dice textualmente: "La ley de la abstinencia obliga a los que han cumplido catorce años; la del ayuno, a todos los mayores de edad, hasta que hayan cumplido cincuenta y nueve años. Cuiden sin embargo los pastores de almas y los padres de que también se formen en un auténtico espíritu de penitencia quienes, por no haber alcanzado la edad, no están obligados al ayuno o a la abstinencia".

Por eso, pidamos al Señor que nos convierta y, arrepentidos de nuestros pecados, y con la alegría de sabernos hijos suyos, podamos llevar su Palabra y ponerla en práctica. No sólo nos vale la teoría, el ejemplo es lo que mueve a los demás a la conversión.
Que este tiempo fuerte que hemos iniciado hoy, sepamos vivirlo intensamente y nos sea fructífero a cada uno de nosotros.



El Señor os bendiga.

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