Con el confinamiento llevo varios días pensando sobre una
misma idea. Dudaba si plasmarla de forma escrita, pero dado que varias personas
me han hablado del tema, he considerado la opción de hacerlo por si a alguien
le sirve.
No sé si estaré en lo cierto, pero quiero expresar mi
parecer y, aunque este tema ya lo traté en el post anterior, voy a intentar
profundizar un poco más.
Desde mi punto de vista, el maligno puede que tenga algo que
ver en esta situación que está afectando ya al mundo entero. Y Dios, después de
intentar avisarnos por otros medios, no ha conseguido que nos demos cuenta, o
mejor dicho, nosotros no hemos querido oir ni ver lo que Dios nos ha estado intentando
advertir. Ni que decir tiene que Él sólo quiere nuestro bien y felicidad; pero
está permitiendo esta pandemia para que reaccionemos de una vez. Es como las
tentaciones, que en la lucha contra ellas, nos hacemos más fuertes y ganamos en
virtudes cuando las vencemos. Hemos de recordar una vez más lo que nos dice su
Palabra en 1 Corintios 10, 13: No os ha sobrevenido ninguna tentación que
no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que
podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida,
para que podáis soportar. Es decir, que esto podemos vencerlo porque está a
nuestro alcance. ¿Cómo? TODOS unidos,
regalándonos AMOR, ayudándonos, compartiendo y aceptando al Señor como
prioridad en nuestras vidas.
Muchos son los que, ante estos momentos están sintiendo esta
llamada que el Señor nos hace y se están convirtiendo. Algunos están incluso
retomando amistades que daban casi por perdidas. Otros se están volcando con
los demás y están dejando sus “comodidades” a un lado. Hay quien está dando,
literalmente, su vida por otros…
Sin embargo, otros siguen en su ego más absurdo, negando y renegando
de Dios, creyéndose el centro el universo, sin querer darse cuenta que sin
Dios, ellos tampoco pueden nada, ni siquiera vivir. Se publicitan cada vez que
pueden y, en esta temporada en la que todos parece que queremos publicar todo
en redes sociales, puesto que no podemos ni debemos salir de casa, aprovechan
para hacer su propia campaña, y no sólo los políticos, sino cualquiera,
incluidos parte del clero que, no por ser presbíteros, dejan de ser humanos
imperfectos como el resto de los mortales. “Porque YO he dicho…”, “YO he
pensado que lo mejor es…”, “gracias a MÍ tenéis…” ¿Qué narices estamos pensando? ¡Qué esto se trata
de TODOS, que TODOS somos Iglesia y TODOS somos los que formamos el Cuerpo
Místico de Cristo!
No podemos acudir a los templos, no podemos recibir la
Eucaristía. ¿Una estrategia del demonio que nos permite asistir a comprar para
alimentar nuestro cuerpo, pero no podemos ir a alimentar nuestra alma? Sí,
tenemos la comunión espiritual, pero somos tan ignorantes y con tan poca fe,
que no sabíamos lo que teníamos hasta que lo hemos perdido. Acudamos, pues, al Espíritu Santo, que
siempre está a nuestro lado cada vez que lo invocamos. Que esta Cuaresma y
Semana Santa, la convirtamos en un adelantado Pentecostés entre todos, porque
los templos están vacíos, sí, pero la Iglesia está viva.
Ojalá y todos nos convirtamos en esta Santa Cuaresma, que la
penitencia del Covid-19 nos ayude a ser mejores, a olvidarnos de nuestros egoísmos
y ser más generosos, a olvidarnos de nuestras soberbias y ser más humildes, a
querernos más, a prestarnos más atención entre todos, a preguntarnos aunque sea
de vez en cuando “¿cómo estás?”, a buscar la Gloria de Dios y no la nuestra,
que ya cansa y aborrece tanta vanagloria. Que hablemos desde el corazón, que para
teorías ya estamos también cansados, que prediquemos con nuestro ejemplo más
que con nuestras palabras vacías… seamos auténticos soldados de Cristo,
discípulos del Señor, evangelizadores y, sobre todo, buenas personas. Tenemos
un guion para seguir, los Mandamientos de Dios. Tenemos al mejor Maestro, a la
mejor Madre. Tenemos a los Santos, que fueron pecadores como nosotros, cosa que
nos ha de alentar en nuestro caminar.
¿Estamos aburridos de estar en casa? Oremos, hablemos con el
Señor. Contémosle nuestros problemas, agobios, pensamientos. Él está deseando
que vayamos a su encuentro como hijos pródigos. Él tiene siempre la mejor
solución, quizás no la que queramos, pero sin duda será la perfecta. Andamos
como locos buscando mascarillas, pero no buscamos a Dios, que es el que nos
protege de todo mal. Íbamos a misa e ignorábamos que la última vez que fuimos
sería la última que tendríamos a Cristo Sacramentado con nosotros. Recuerda que
el enemigo trata de limitar nuestra oración a través de la pereza, de
pensamientos como “¿para qué?” o “luego lo hago”, porque sabe que la oración, y
más si es junto a María, lo limita a él.
Multitud de sacerdotes están celebrando la Eucaristía por
Internet, radio, televisión. Que esto no nos malacostumbre, porque estemos en
casa y nos parezca muy cómodo, esa tentación egoísta debemos eliminarla ya de
nuestra cabeza. Esto es excepcional y debemos rezar para que dure lo mínimo
posible.
La soberbia, el egoísmo y la desobediencia están intentado
acabar con el mundo. Este virus está haciéndonos a todos sufrir, de una u otra
manera. Muchos, demasiados, están muriendo. Otros están pasando dolor. Otros
tienen algún familiar infectado o viven con la intranquilidad de poder estar
ellos mismos infectados produciendo el miedo lógico de contagiar a sus familias…
Ofrezcamos estos sufrimientos por la conversión del mundo, oremos y recemos por
la salvación de los enfermos y por las ánimas del purgatorio. Que esta pandemia
no sea en vano, que podamos decir, maldito virus pero bendito virus, que nos ha
ayudado a salir del pozo oscuro del pecado en el que estamos todos inmersos.
Hermanos: ¡Ha llegado la hora de dejar de vivir para uno
mismo! No es casual, como hemos dicho en varias ocasiones, que todo esto esté
sucediendo en Cuaresma. Y es que ha llegado el momento de vivir con Dios y por
Dios; con los demás y por los demás, es decir; con Amor y por Amor.
Señor Jesús, sé Tú nuestro camino, nuestra salud, nuestra
vida.
María, ruega por nosotros y llévanos de tu mano a tu bendito
Hijo.
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