miércoles, 26 de febrero de 2020

Cuaresma 2020



Si lo pensamos detenidamente, todos hemos notado la influencia del pecado original en nosotros, y por tanto, cómo el pecado actúa en nuestro interior, tanto, que no sólo lo sentimos en el alma, sino también en el cuerpo: la envidia, la soberbia, la lujuria, la ira… Y pese a perder la relación con Dios, seguimos comulgando, pecando de sacrilegio porque pensamos que son “pecadillos” sin importancia.

¿Ponemos remedio a frenar estos pecados? Podemos sentir la tentación, pero ¿por qué terminamos cayendo en ella? Porque aunque el pecado original se borre con el bautismo, se hereda como un gen familiar y, somos los únicos seres que tropezamos con la misma piedra una, dos, tres y las veces que sean.

Sin embargo, los seres humanos somos perdonados y podemos volver a Dios gracias a su infinita Misericordia.

Si Adán nos llevó a  la oscuridad, Cristo es el nuevo Adán que nos lleva a la luz, porque Él es la Luz del mundo. De la misma manera, si Eva nos llevó al pecado, María como la nueva Eva, nos lleva a Cristo. Es la única que no lo abandona en la Cruz, y desde allí el mismo Jesús la convierte en “corredentora”. No la llama madre, sino Mujer, pero la nombrará Madre de todos. La llama Mujer, como mujer fue Eva cuando Adán estaba sólo en el Paraíso y Dios lo creó. Así, ante la soledad de Cristo en la Cruz, Ella lo acompaña. Son los nuevos Adán y Eva que nos devuelven y comparten la heredad del Reino de Dios.

Mujer, ahí tienes a tu hijo. ¿Adoptamos a María como Madre? ¿Creemos de verdad que Ella es nuestra Madre? Es la Madre Inmaculada de Cristo Redentor y Madre espiritual de cada uno de nosotros.

Jesús viene a ordenar lo que se había desordenado con el pecado de Adán y Eva. Y lo hace como único mediador, pero queriendo tener como asociada a María que está con nosotros en cada momento, e incluso lo vemos en las apariciones aprobadas por la Iglesia como Guadalupe, Lourdes o Fátima.

Nadie puede llegar a Cristo si no es por María.

Tenemos un tiempo propicio para meditar en todo esto: El pecado, Jesús que muere para redimirnos, María como nuestra Madre y compañera en el camino de la vida. ¿La dejaremos de nuevo sola a los pies de la Cruz mientras Cristo da su vida por nosotros y huimos dejándolo abandonado? ¿Nos propondremos hacer aunque sea un pequeño sacrificio por Él, por nuestros pecados y los del mundo entero? ¿Estamos dispuestos a pasar por el desierto de las tentaciones ayunando para prepararnos para la Pascua?

Cuaresma: Oración, ayuno, penitencia. Esto no es cosa de antiguos. Es más necesario y actual que nunca. ¡Vívela como Dios quiere! Prepárate para su Pasión, Muerte y Gloriosa Resurrección.


El Señor nos bendiga.

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